Tras la reciente propuesta de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni -quien sugirió extender el Artículo 5 de la OTAN en Ucrania sin conceder al país la pertenencia como miembro-, cabe preguntarse qué implicancias podría tener un movimiento de tal magnitud. Para Meloni sería sin dudas “una garantía de seguridad estable, eficaz y a largo plazo”. Pero ¿es efectivamente posible? ¿Garantizaría una mayor estabilidad en materia de seguridad o, por el contrario, ampliaría los alcances del conflicto militar?

Firmado el 4 de abril de 1949, el Tratado del Atlántico Norte está compuesto por 14 artículos que buscan priorizar la seguridad de sus miembros por medios políticos y militares. Haciendo mención al segundo punto, la seguridad se rige por el principio de “defensa colectiva”: los Estados pertenecientes tienen un compromiso de resolución pacífica de controversias, pero si estos esfuerzos diplomáticos no son suficientes, la fuerza militar se aplica entre todos.
Resumidamente, el Artículo 5 reza que un ataque armado contra una o más de las partes, “que tenga lugar en Europa o en América del Norte, será considerado como un ataque dirigido contra todas ellas”. En consecuencia, cada Estado “en ejercicio del derecho de legítima defensa individual o colectiva reconocido por el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas [adoptará] las medidas que juzgue necesarias, incluso el empleo de la fuerza armada, para restablecer la seguridad en la zona del Atlántico Norte”.
Ampliar este Artículo hacia Ucrania implicaría ofrecer garantías de seguridad similares a las de los países miembros, aunque Kiev no forma parte oficialmente de la alianza. Lo propuesto por Meloni implica que los Estados miembros de la OTAN podrían actuar en defensa de Ucrania pero sin obligaciones ni derechos plenos, evitando, técnicamente, una confrontación directa con Rusia.

Sin embargo, esta decisión podría ser vista por Rusia como una provocación significativa. Más aún considerando que Moscú ha declarado en múltiples ocasiones que la expansión de la OTAN hacia el este es una amenaza directa a su seguridad nacional.
En este contexto, el Kremlin podría intensificar sus operaciones militares en Ucrania, utilizándolo como justificación para reforzar su presencia en el territorio, o incluso expandir sus ataques hacia otras áreas estratégicas. La disuasión nuclear es también otro escenario posible de ser implementado, aumentando la retórica del uso de armas nucleares tácticas.
En paralelo, la propuesta de Meloni podría generar que Rusia recurra a un mayor uso de ciberataques masivos contra infraestructuras críticas de los miembros de la OTAN, o bien fortalecer sus alianzas con países como Irán para contrarrestar la influencia de la alianza.
Cualquier curso de acción relacionado a la expansión del Artículo 5 hacia Ucrania podría decantar en una escalada del conflicto actual. Además, es posible que la administración de Donald Trump en Estados Unidos rechace la implementación de estas medidas, especialmente considerando su enfoque de reducir significativamente el respaldo militar y financiero a Ucrania y exigiendo la finalización de la guerra con Rusia como una prioridad. ¿Están Europa y la OTAN dispuestas a enfrentar las posibles consecuencias de este escenario?
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