Durante las últimas semanas, ciertas emociones eufóricas por parte de diversas personalidades políticas alimentadas por la grieta existente, y agravada desde las últimas elecciones democráticas presidenciales, se hicieron eco dentro de una masividad de opiniones que, en algún punto, intentaban contar con cierto grado de “objetivismo estratégico“. Y es que, luego de una puja de poderes incesante, el Gobierno Nacional junto al Ministerio de Defensa puso un límite a una de las novelas más extensas de Argentina: la elección del futuro caza supersónico para la Fuerza Aérea. Más allá de la opinión que cada lector pueda tener, basándose en su conocimiento propio -y/o en el sesgo político-, lo cierto es que finalmente, la Fuerza Aérea Argentina obtuvo a su candidato preferido de entre las opciones: el F-16A/B MLU.
Si bien hay numerosas cuestiones por las cuales podríamos coincidir en el porqué la Fuerza Aérea no avanzó en las negociaciones por los JF-17 Thunder (FC-1 Xianlong), a pesar de las facilidades de financiación; las cantidad de unidades ofrecidas; y el acercamiento político de la gestión previa; objetos claves que allanaban el camino a que Argentina se encuentre pilotando el novedoso sistema de armas estratégico de origen chino-pakistaní; todos los indicadores podrían asegurar que el mismo no era el sistema de armas de preferencia para la Fuerza. Cabe recordar que para julio del año pasado, desde Zona Militar adelantábamos que una de las razones por las cuales la Fuerza Aérea Argentina postergaba la decisión definitiva por el futuro caza supersónico se debía a que se aguardaba a una propuesta superadora por parte de Estados Unidos junto a Dinamarca. Más específicamente, fuentes cercanas habían confirmado que “…lo expresado fue que los Fighting Falcon serán ofrecidos junto a su completa panoplia (de armamento)”.
¿Sería impertinente entonces insinuar que el puesto ganador para el F-16 MLU fue producto también del lobby de la Fuerza Aérea Argentina? No debe tomarse como algo negativo. La elección de los sistemas de armas para las Fuerzas Armadas debe ser siempre y en todo lugar una elección estratégica, no obstante, debe cumplir con los requerimientos y las necesidades de las mismas. Si bien la propuesta chino-pakistaní cumplía con lo estipulado por la Fuerza Aérea en cuanto a unidades y armamento, no se debe olvidar que la elección de un caza supersónico para la FAA, de un origen no-occidental, implicaría una reacción en dominó en el plano internacional (aunque también tendría cierto impacto interno en relación a la familiarización histórica de las FFAA en sistemas de armas occidentales, y su cambio radical). No por nada en su previa visita, la General Laura Richardson hizo hincapié en abordar temas de interés común en materia de Defensa: la preocupación de Washington por la posible elección de los JF-17 Thunder crecía con cada comentario del ex Jefe del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, actual Jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, quien sostenía que la propuesta por los F-16 era “…bastante básica…” en aquel entonces.
¿Podríamos decir que la Fuerza Aérea Argentina supo actuar de jugador estratégico frente a un gobierno nacional con la clara intención de alineamiento hacia China? Los continuos halagos hacia el gigante asiático durante el gobierno anterior provocaron que la actual propuesta de Estados Unidos cuente con 24 ejemplares F-16A/B MLU (más una adicional para entrenamiento), y la incorporación de nuevas tecnologías como la capacidad de lanzamiento de misiles del tipo BVR y armamento guiado contra objetivos terrestres. Y es que finalmente, la puja de poderes políticos e influencias internas terminó por ceder ante una gestión gubernamental que no titubea ante la toma de decisiones, o si miramos la otra cara de la moneda, ante una Fuerza Armada que supo pelear por sus intereses propios.
Por otro lado, es importante recalcar que el trabajo de negociaciones que esta a poco de finalizar y que aguarda las ultimas rubricas, no ha salido de un repollo necesariamente de esta gestión. Detrás de este hay un trabajo realizado de manera muy profunda por la Fuerza Aérea Argentina que determinó que el caza estadounidense cumplía cientos de requisitos técnicos, ponderándose por encima de la opción china. Es la actual gestión la que toma impulso sobre ese analisis y avanza en poco tiempo para que finalmente la Argentina cuente con un caza supersónico. Importante mencionar que la elección del F-16 ya se fue configurando durante las gestiones en el Ministerio de Defensa tanto de Rossi como de Taiana. Muchos mensajes en redes por parte de funcionarios ministeriales de la gestión anterior que ahora se escandalizan por la elección del F-16 demuestra el fuerte desconocimiento que estos tienen o tenían sobre lo que sucedía en el propio Ministerio de Defensa en materia de su archirenombrado plan de capacidad militares… o posiblemente solo se estan plegando a un ida y vuelta político-ideológico por simple comodidad.
Lo cierto es que la competencia de influencias para el próximo caza supersónico para la Fuerza Aérea Argentina esta pronto a definirse por una elección técnica-económica trabajada durante años por parte de la Fuerza Aérea Argentina y a lo largo de gestiones de diferentes colores políticos. Si la Argentina recupera su caza supersónica va a ser por la determinación que la fuerza tuvo para avanzar en las gestiones, pese a los distintos colores de las administraciones políticas.
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