La seguridad hídrica es definida por UN Water como “la capacidad de una población para salvaguardar el acceso sostenible a cantidades adecuadas de agua de calidad aceptable para sostener los medios de vida, el bienestar humano y el desarrollo socioeconómico, para garantizar la protección contra la contaminación transmitida por el agua y los desastres relacionados con el agua, y para preservar los ecosistemas en un clima de paz y estabilidad política”.
Un concepto esencial para la consecución del ODS 6, Agua Limpia y Saneamiento, por su visión integral de los problemas hídricos globales. El carácter holístico de la seguridad hídrica implica analizar diversos componentes como el acceso al agua potable, saneamiento, salud, calidad del agua, disponibilidad del agua, gobernanza del agua, estabilidad de los recursos hídricos y seguridad. Sin embargo, las estadísticas globales inclinan a hablar sobre (in)seguridad hídrica y, en contraposición a dichos componentes, la escasez del agua termina por atentar contra ellos.
De acuerdo al informe Global Water Security publicado en 2023, el 72% de la población mundial vive en países con algún problema vinculado a la seguridad hídrica, siendo los más afectados quienes se encuentran en regiones como el Sahel, el Cuerno de África y el Sudeste Asiático. Mientras que Europa y América son los continentes de mayor seguridad hídrica, entre sus subregiones existen diferencias, por ejemplo, América Central y América del Sur son más inseguras que América del Norte.
En 2020, más de 6.000 millones de personas estaban expuestas a una inseguridad hídrica crítica. Ubicadas 4.3 millones de personas en el Asía Pacífico, 1.34 millones en África, alrededor de un millón en Europa y 415 millones en América. Para dar cuenta de ello, en la actualidad India afronta una crisis hídrica que no solo se debe a la escasez que afecta a 600 millones de personas, sino a la contaminación, cerca del 70% del agua está contaminada, de acuerdo a un informe de la Universidad de Yale de 2022.
Asimismo, la escasez de agua es una realidad. En 2023, World Research Institute (WRI) advirtió que 25 países están en un riesgo extremadamente alto de sufrir escasez, ubicándose en los primeros lugares los países de Medio Oriente. Chile forma parte de esa lista, ubicándose en la posición 16, en tanto México se ubica en la posición 26 con un riesgo alto.
A ello se suma la falta de acceso al agua potable, un recurso indispensable para la vida humana y las condiciones higiénico-sanitarias. La Organización Mundial de la Salud (OMS) destacó en su Informe Anual que 2000 millones de personas carecen de agua potable controlada de forma segura, 771 millones no tienen acceso a servicios básicos de agua y alrededor de 3.600 millones de personas no utilizan servicios de saneamiento básicos. Para la Organización, mejorar las condiciones de acceso al agua, saneamiento e higiene ayudarían a prevenir 1.4 millones de muertes anuales.
Sobre este último punto, aunque América Latina posee el 30% de los recursos hídricos globales, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) informa que en la región el 25% de la población carece de acceso a agua potable y el 66% no tiene acceso a servicios de saneamiento seguros. Cifras que se ven agravadas por la creciente inestabilidad climática y los cambios en el suelo, la producción y la infraestructura.
No obstante, algunos estudios también reflejan las diferencias entre las subregiones que se habían mencionado anteriormente. En 2015, alrededor de un 95% de la población de América del Sur y América Central tenían acceso al menos a un servicio básico de agua potable, a diferencia del 86% de la población del Caribe. Incluso, esta diferencia era mayor con relación a los servicios de saneamiento que en América del Sur y Central representaba el 86% mientras que en el Caribe un 71%.
Por su parte, las previsiones de aumento de la demanda global de agua, no son alentadoras para América Latina y el Caribe y reflejan la necesidad de impulsar las iniciativas vinculadas a la seguridad hídrica. En 2050, la región podría ocupar el segundo lugar dentro de las regiones de mayor demanda con un aumento del 46%. Mientras que África Subsahariana podría ocupar el primer lugar con un aumento de la demanda en 163%. Sobre este escenario, UNICEF advierte que los niños expuestos a la escasez hídrica podrían aumentar a 988 millones en 2050.
Alianzas globales y regionales, iniciativas público-privadas, inversiones y financiación se mencionan como alternativas para renovar la acción global de la transición hacia la seguridad hídrica, sostenible e inclusiva.
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