El gobierno interino de Siria anunció el fin de la operación militar en la ciudad costera de Sharaa, tras cuatro días de enfrentamientos que dejaron más de 1.000 civiles muertos. El conflicto, que marcó uno de los episodios más sangrientos desde el derrocamiento de Bashar al Assad en diciembre, expuso la persistente inestabilidad del país y el riesgo de una nueva guerra civil.
Un balance trágico y acusaciones cruzadas
Las hostilidades en Sharaa enfrentaron a los grupos islamistas que tomaron el poder con insurgentes leales a Assad, quienes habrían atacado servicios públicos y fuerzas de seguridad. Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, con sede en el Reino Unido, al menos 1.500 personas fallecieron, de las cuales 1.125 eran civiles.
El líder interino de Siria, Ahmed Sharaa, se comprometió a juzgar a los responsables de la violencia, señalando que tanto insurgentes pro-Assad como potencias extranjeras intentaron desestabilizar el país. En un discurso televisado, denunció que estos sectores buscan dividir Siria y destruir su estabilidad. Además, anunció la creación de un comité independiente para investigar los crímenes perpetrados por ambas partes.

Repercusiones internacionales y tensión en la ONU
La escalada de violencia ha generado preocupación en la comunidad internacional. Estados Unidos y Rusia solicitaron una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU para abordar la situación en Siria. Mientras tanto, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Turk, instó a las nuevas autoridades sirias a llevar a los responsables ante la justicia.
Por otro lado, fuentes de seguridad indicaron que las fuerzas sirias han intensificado la búsqueda de insurgentes pro-Assad en las montañas cercanas a las ciudades de Latakia, Yabla y Baniyas. Se estima que alrededor de 5.000 combatientes continúan atrincherados en la región.
Creciente insurgencia y conflicto sectario
Tras la caída de Assad, Siria experimentó un periodo de relativa calma, pero la violencia se reactivó recientemente con ataques coordinados de insurgentes alauitas contra poblaciones suníes. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos informó que la ofensiva islamista dejó un saldo de 1.500 muertos en pocos días, incluyendo 148 combatientes leales a Assad y 125 miembros de las fuerzas de seguridad.
Turquía ha sido señalada como responsable de respaldar a las facciones islamistas que participaron en los enfrentamientos, aunque no ha emitido una respuesta oficial ante las acusaciones. A su vez, fuerzas kurdas denunciaron que estos grupos fueron responsables de ejecuciones sumarias contra poblaciones alauitas.

Hallazgos y presiones internacionales
La agencia estatal siria SANA informó sobre el hallazgo de una fosa común en Qardaha, ciudad natal de Assad, con cuerpos de miembros de las fuerzas de seguridad recientemente ejecutados. Este descubrimiento avivó los temores de represalias sectarias, recordando los episodios de la guerra civil en los que los alauitas, minoría religiosa a la que pertenece Assad, fueron responsabilizados de atrocidades contra la mayoría suní.
El líder kurdo Mazloum Abdi responsabilizó a las facciones respaldadas por Turquía de la violencia y exigió que el gobierno interino sirio tomara medidas contra los responsables. Mientras tanto, Israel ha intensificado ataques contra instalaciones militares sirias y ha instado a Estados Unidos a mantener la debilidad del país.
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