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Para todo el pueblo colombiano fue una sorpresa la renuncia irrevocable de Iván Velásquez a sus obligaciones como Ministro de Defensa de la República de Colombia. Queda, sin embargo, un análisis sobre su labor, enfocándose en su capacidad para la modernización y actualización de las fuerzas militares durante el gobierno de Petro y sus actuaciones frente a las distintas emergencias, situaciones de orden público y el manejo de un cargo tan importante para la nación.
Cabe recordar que, después de la Presidencia de la República y la Alcaldía de Bogotá, el cargo de Ministro de Defensa es tal vez el tercero más importante, por las implicaciones que han tenido para la ciudadanía colombiana la inmersión dentro de una violencia causada por grupos irregulares de izquierda y grupos narcotraficantes que han llevado zozobra al pueblo.
Así, en este artículo de opinión buscaremos dar una crítica a las actuaciones y realizaciones de Iván Velásquez a cargo de la cartera y cómo su acción o inactividad han generado cambios o estancamientos en el Ejército Nacional. Para ello, empezaremos por ver cómo ha actuado el exministro frente a la modernización y actualización de esta fuerza y sus armas.
Ejército Nacional de Colombia
En este apartado analizaremos cómo han sido las actuaciones del ministro de Defensa dentro de cada una de las armas del EJC.
INFANTERÍA
En cuanto a la infantería y su adquisición de material y modernización, solo queda el contrato para la adquisición de vehículos 8×8, que finalmente fue entregado a la empresa General Dynamics Land Systems, donde se adquirieron 55 LAV III por una suma de 305 millones de dólares. Este contrato fue ideado en el gobierno anterior, pero firmado cuando Velásquez ya se encontraba encargado y ha sido denunciado en muchas ocasiones por sobrecostos relacionados con transporte, seguros y mantenimiento. Incluso generó amenazas contra periodistas y el despido de un viceministro, aunque, a la fecha, no se han tenido noticias sobre el avance de las investigaciones.
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Sin importar las actuaciones administrativas que haya realizado el ministro dentro del contrato antes mencionado, se debe reconocer que su falta de cuidado en la revisión de compras de mayor cuantía generó una serie de dudas sobre la adquisición de estos blindados. En este caso, el exministro brilló por su inactividad al desconocer la técnica militar y las múltiples posibilidades que pudieron haber dado a la infantería colombiana medios blindados de gran alcance para la realización de sus misiones a un menor costo.
CABALLERÍA
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Es importante destacar que el Ministerio de Defensa se preocupó por la adquisición de vehículos blindados M1117, logrando la consecución de 55 unidades más, gracias al trabajo de los comandantes de caballería y del ministerio. Sin embargo, su llegada depende de las relaciones entre ambos gobiernos, lo cual está sujeto al tacto con el que el Estado colombiano maneje las relaciones internacionales con Estados Unidos.
Del mismo modo, también se evidenciaron falencias en la capacidad del ministerio para el mantenimiento de las plataformas 6×6 Urutu y Cascavel. En el primer caso, dejarán de servir a pesar de la imprescindible necesidad de blindados en el Ejército de Colombia, y en el segundo, han dejado sus labores de defensa por falta de mantenimiento y por el desconocimiento de la importancia de este tipo de armamento para la defensa nacional. Esto resulta aún más preocupante si se considera que dicho mantenimiento es realizado por los mismos talleres con los que cuenta la fuerza blindada y que han generado desarrollos tecnológicos que pudieron haberles dado nueva vida para la defensa del pueblo colombiano. Esto se demuestra en el hecho de que estos vehículos aún son la fuerza principal de muchos ejércitos latinoamericanos, que los mantienen operativos a pesar de sus años de servicio.
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Hoy es natural que se juzguen estas plataformas por su longevidad, pero muchos países en Latinoamérica han logrado mantenerlas en funcionamiento para garantizar la seguridad territorial y la protección de comunidades frente a la insurgencia y los carteles criminales.
Además de lo anterior, se debe acotar la falta de apoyo a la construcción nacional de blindados, donde vehículos como el Titán o el Hunter han sido adquiridos en cantidades mínimas por parte del Ministerio de Defensa, cuando podrían ser pilares fundamentales para el desarrollo de la caballería colombiana y medios de transporte confiables para la infantería.
ARTILLERÍA
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Para la comunidad militar en Colombia, fue muy importante el contrato en el cual se adquirieron, por primera vez para el país, vehículos de artillería autopropulsada de la empresa israelí Elbit Systems ATMOS de 155 mm, siendo una de las mejores adquisiciones que podría haber hecho el Ejército. Sin embargo, las declaraciones y la diplomacia inadecuada llevada a cabo a través de redes sociales han generado desconfianza sobre la llegada de estos medios, sin que el ministro haya aclarado la situación específica de dicho contrato, al menos para dar certeza a los soldados sobre la posibilidad de un apoyo real en el campo de combate.
Aún peor es el desconocimiento por parte del exministro y sus asesores sobre los desarrollos de la guerra moderna y cómo la artillería ha demostrado su eficacia en conflictos como el ruso-ucraniano. Esto ha implicado que no se hayan modernizado ni actualizado las piezas en funcionamiento dentro del Ejército, y mucho menos se haya propuesto la adquisición de lanzamisiles o drones de artillería.
AVIACIÓN DEL EJÉRCITO
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Tal vez la peor gestión del exministro de Defensa fue en la aviación del Ejército colombiano. En primer lugar, los Mi-17, pilar fundamental del transporte de nuestras tropas, han dejado de funcionar por falta de mantenimiento; los UH-60 Black Hawk parecen quedar en tierra entre las restricciones de Trump y la falta de mantenimiento; y aún peor, los UH-1 ya se consideran jubilados por el interés de algunos sectores en cambiar de plataforma a lo ofrecido por Eurocopter, sin considerar que, debido a las capacidades de Colombia, las mejores opciones se encuentran en Bell Helicopters, plataformas que ya son operadas por la Policía, la Armada, la Fuerza Aérea y el Ejército.
Lo anterior se ha evidenciado en las emergencias por inundaciones e incendios que ha sufrido Colombia en los últimos años, así como en la falta de transporte para enfrentar a fuerzas irregulares en el Catatumbo y otras zonas del país.
Así, y sin tomar en cuenta muchos otros factores sobre el desarrollo del Ejército Nacional durante la gestión del exministro Iván Velásquez, podemos dejar unas conclusiones para que nuestros lectores analicen y realicen sus propios razonamientos sobre el estado actual y el desempeño de nuestro último Ministro de Defensa.
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