La supremacía marítima de China está generando una creciente preocupación en Estados Unidos, donde funcionarios y legisladores buscan revitalizar el sector naval comercial como un componente crucial de la seguridad nacional. En medio de tensiones internacionales, Washington está reexaminando su legado como potencia marítima y tomando medidas para revertir décadas de declive en su flota comercial y en la industria de construcción naval.
La situación es crítica: China no solo domina el transporte marítimo global, sino que también subsidia masivamente su construcción naval, lo que le permite fortalecer tanto su flota comercial como militar. Actualmente, Beijing cuenta con más de 5.500 buques mercantes oceánicos en el comercio internacional, mientras que Estados Unidos apenas tiene 80. Este desequilibrio es visto como una amenaza estratégica, especialmente en caso de conflicto, ya que podría comprometer la economía estadounidense y su capacidad de proyección militar en el extranjero.
Una estrategia para la reconstrucción
El secretario de la Marina, Carlos Del Toro, ha liderado esfuerzos para vincular la seguridad nacional con una industria marítima robusta, destacando la necesidad de fortalecer tanto la construcción naval como la Marina Mercante. Este cuerpo, que podría apoyar a la Armada en tiempos de guerra, ha perdido más del 80% de su fuerza laboral desde 1960.
El ascenso de China como potencia marítima global está motivando a Estados Unidos a redoblar sus esfuerzos para recuperar su posición en los mares. Sin embargo, el éxito de estas iniciativas dependerá de un compromiso sostenido del gobierno, el sector privado y aliados estratégicos, en un contexto global donde el control de los océanos es cada vez más vital para la seguridad y la economía.
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Fuente: Tovima
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