Tal y como es de público conocimiento, los cazabombarderos Super Étendard (SUE) y su variante Modernisé (SEM), adquiridos por la Armada Argentina durante la presidencia de Mauricio Macri, que continúan acumulando horas de descanso mas que horas de vuelo, dado que se ven imposibilitados a la operatividad plena. Dicha imposibilidad, se debe a la falta de apoyo político y financiero para conseguir un proveedor extranjero para los juegos de cartuchos pirotécnicos del sistema de eyección de los SEM, los cuales son originalmente fabricados por la empresa Safran Martin Baker, pero que debido al veto británico (según autoridades pasadas) no son accesibles para la Argentina.
Si bien se creía que la compañía Task Aerospace Inc de los Estados Unidos podría ser uno de los candidatos definitivos para la puesta a punto de los sistemas, la falta de decisión y determinación política llevó al Comando de Aviación Naval a esperar nuevamente de un milagro que otorgue una solución a la Armada Argentina. Y es que, cabe destacar, que la política invirtió aún más en recuperación y vuelta al servicio de aviones antiguos como el Fokker F-27, en lugar de utilizar la misma voluntad para definir el destino de aviones caza con capacidades de ataque naval. No es necesario mencionar que es más sencillo demonizar una adquisición por parte de una gestión política contraria, en lugar de poner todo de parte del poder político para solucionar la problemática de raíz -más allá de las opiniones personales que pueda tener cada uno-.
Es preciso destacar que la falta de decisión política no es solo una simple percepción de quien les escribe. Basta con rememorar ciertas publicaciones donde detallamos declaraciones del Ministerio de Defensa poniendo fin a la novela dado que no se asignarían fondos para la puesta a punto, pero sí se utilizarían montos similares para otros proyectos de modernización. Debido a la negativa general ante los anuncios, el propio ex Ministro de Defensa, Jorge Taiana, argumentó además que “el Ministro de Defensa (de Francia) me dijo que no se pueden recuperar, por dos razones: por los asientos, que los británicos no cedían, y por una serie de piezas del Super Étendard Modernisé que están desprogramadas”.
Si bien es cierto que no fue la compra mejor planeada, existe además otra cuestión a solucionar más allá de los recursos materiales y el apoyo político/financiero: los pilotos. La Armada Argentina se encontraría planificando el entrenamiento preparatorio de los pilotos de la Aviación Naval para cuando eventualmente lleguen las aeronaves P-3C Orion, recientemente adquiridos pero no pagadas a la Real Fuerza Aérea de Noruega, las cuales cumplirán tareas de patrullado y vigilancia marítima. No sólo se necesita de los pilotos navales para los futuros P-3 Orion, sino que además, también para la futura puesta a punto de los S-2T Turbo Tracker, que deberían prestar apoyo a operaciones en el Mar Argentino, aunque la falta presupuestaria continúa siendo un impedimento para esto último.
Entonces, ¿qué sucederá con los SUE/SEM de la Armada Argentina? Si bien podemos concentrarnos en la problemática del proveedor de los juegos de cartuchos pirotécnicos de los asientos eyectables de los mismos, o en la falta de voluntad política; cada vez que podemos enfocarnos en solucionar uno de los problemas, surge uno nuevo. ¿Se formaran pilotos al manejo del Sistema de Armas Super Étendard Modernisé? ¿Se asignarán los fondos necesarios para finalizar de una vez por todas el trajín del material pirotécnico? ¿Se cumplimentaran las firmas necesarias para que esta adquisición pase de haber sido una erogación innecesaria a una solución para darle vuelo a una institución que jamás debería haber dejado en tierra esta capacidad? La decisión esta ahora en manos del actual Ministerio de Defensa mientras el reloj sigue corriendo.
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