Tras años de neutralidad, Suecia ha tomado la decisión histórica de ingresar a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), una decisión que no solo tiene implicaciones geopolíticas significativas, sino que también aporta una serie de capacidades militares de vanguardia a la alianza en su enfrentamiento con Rusia.
La incorporación de Suecia a la OTAN supone un impulso estratégico sin precedentes. Con su adhesión, los miembros de la Alianza ahora rodean el mar Báltico, a excepción de la estrecha entrada a San Petersburgo y el exclave ruso de Kaliningrado. Esta nueva configuración geográfica no solo dificulta las operaciones de la Flota rusa del Báltico, sino que también brinda a la OTAN la capacidad de vigilar oleoductos y cables críticos bajo la superficie del mar.
Más allá de las implicaciones geopolíticas, Suecia aporta una serie de capacidades militares de vanguardia que reforzarán significativamente el poder de disuasión y defensa de la OTAN. A pesar de su pequeño tamaño poblacional y un gasto en defensa relativamente modesto en comparación con otros miembros de la Alianza, Suecia ha construido a lo largo de los siglos un formidable complejo militar-industrial de categoría mundial.
Este complejo industrial abarca desde la fabricación de cazas supersónicos monomotores Saab JAS 39 Gripen hasta fusiles sin retroceso Carl Gustav, armas antitanque AT4 disparadas desde el hombro, submarinos de la clase Gotland y misiles antibuque RBS15. Además, Suecia coopera con otros productores militares, siendo un ejemplo destacado el Stridsvagn 122, la versión sueca del tanque alemán Leopard 2.
Según Neil Melvin, del think tank londinense Royal United Services Institute, “Suecia aporta notablemente a la OTAN un ejército bien equipado, más de cien cazas avanzados, una marina moderna, así como una base industrial de defensa tecnológicamente avanzada”.
En términos de equipamiento, Suecia dispone de suministros variados orientados hacia la defensa territorial. El país ha estado comprando artillería y vehículos blindados de combate, modernizando sus tanques e integrando cada vez más su fuerza aérea con los países vecinos. Según estimaciones del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), en noviembre de 2023, Suecia contaba con 1017 vehículos de transporte blindados, 266 piezas de artillería, 110 carros de combate principales, 99 aviones de combate y 4 submarinos de ataque de propulsión convencional.
Cuando se comparan las existencias de material seleccionado entre los países de la OTAN, las cifras de suministros de Suecia tienden a situarla en la parte media superior del pelotón. En algunos casos, el país está muy por encima de sus posibilidades, como en el caso de ser el quinto país de la OTAN con más personal acorazado.
Sin embargo, las contribuciones de Suecia a la OTAN van más allá de las capacidades militares tangibles. La decisión de ingresar a la alianza “invierte una posición de neutralidad y no alineamiento militar que se remonta al periodo napoleónico”, según Melvin. El ingreso de Suecia, junto con Finlandia, desencadenado por la decisión de Moscú de invadir Ucrania, forma parte de la transformación del norte de Europa en un bastión de la OTAN.
En previsión de su ingreso en la OTAN, Suecia anunció el año pasado inversiones en defensa militar. El gobierno estima que este aumento del gasto, combinado con partidas presupuestarias adicionales que entran dentro de la definición de gasto de defensa de la OTAN, garantizará que Suecia cumpla el objetivo del 2% del PIB en gasto de defensa en 2024.
Fenella McGerty, experta en economía de defensa del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos del Reino Unido, desglosó el destino de este dinero. Según McGerty, “el aumento propuesto del 31 por ciento en el gasto de defensa este año hasta 126.000 millones de coronas (11.200 millones de euros) significa que Suecia gastará el doble en defensa este año en comparación con los niveles de 2019”. Además, destacó que “la parte de inversión del presupuesto de defensa ha crecido del 28 por ciento en 2019 al 44 por ciento este año”.
La incorporación de Suecia a la OTAN no solo tiene implicaciones geopolíticas significativas, sino que también aporta una serie de capacidades militares de vanguardia y un sólido complejo militar-industrial a la alianza. Esta nueva configuración refuerza el frente báltico y el poder de disuasión de la OTAN frente a las amenazas emergentes, al tiempo que demuestra el compromiso de Suecia con la seguridad colectiva y la defensa de los valores democráticos en el escenario internacional.
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Fuente: Político
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