En una reciente entrevista con The Economist, el presidente de Argentina, Javier Milei, reafirmó su admiración por la libertad económica y su disposición a comerciar con potencias como China, siempre que no interfieran en los asuntos internos de su país. En lo que parece ser un giro pragmático de postura hacia el gigante asiático, analistas sugieren que su gestión está siendo considerada un “experimento” que podría ofrecer lecciones globales, desde Estados Unidos hasta Europa.
En este sentido, la filosofía de Milei, caracterizada por un rechazo radical al intervencionismo estatal y un enfoque en mercados abiertos, lo distingue de otros líderes populistas. Según The Economist, a diferencia de figuras como Donald Trump o Viktor Orbán, Milei no utiliza el proteccionismo como herramienta política. En cambio, promueve la disciplina fiscal y el comercio con actores como China, resaltando su pragmatismo a pesar de su postura ideológica.
En este punto es que entra la idea de que el pragmatismo comercial empujo al presidente argentino a cambiar su postura respecto a una de las principales económicas del mundo. Pese a que durante su campaña electoral, e inclusive en sus primeros meses como mandatario, Milei tuvo destratos con el gigante asiático, en la reciente entrevista con The Economist destacó las relaciones comerciales entre Argentina y China, calificándolas como “excelentes” y resaltando que Beijing no impone condiciones en su cooperación.
En este giro discursivo, el líder de la Libertad Avanza explicó que el fortalecimiento de los lazos comerciales con China responde a la complementariedad entre ambas economías, y afirmó que su prioridad es el bienestar de los argentinos, lo que requiere profundizar estos vínculos. “Ellos no piden nada. Es fabuloso”, subrayó, defendiendo la autonomía de las relaciones comerciales en un contexto de pragmatismo económico.
Milei tendrá el desafío de sortear el eje Estados Unidos vs. China
Por otra parte, al ser consultado sobre el régimen político de China (algo que en el pasado calificó de manera negativa), Milei restó importancia al carácter del gobierno chino y enfatizó que el comercio no es una función exclusiva del Estado, sino de los individuos en el mercado. Sin embargo, reafirmó que su alineación política se mantiene firmemente con Estados Unidos e Israel, desestimando cualquier especulación sobre un cambio de postura ideológica a pesar de su pragmatismo comercial.
A pesar de los elogios, el “experimento Milei” todavía enfrenta varios desafíos por delante, principalmente a la hora de equilibrar su alineación política con Estados Unidos y su relación comercial con China, en pos del bienestar de los argentinos. A nivel doméstico, la eliminación de controles de capital y la transición a un tipo de cambio flexible podrían desestabilizar el mercado y reavivar la inflación. Además, las tensiones políticas internas podrían complicar su capacidad para implementar reformas adicionales.
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