El Departamento de Defensa de Estados Unidos presentó su nueva estrategia para el Ártico, que coloca a China como el principal desafío para los intereses de seguridad nacional en la región. Marcando un giro significativo en su postura hacia esta área estratégica, es la primera vez que el Pentágono sitúa al gigante asiático en el centro del enfoque, contrastando con estrategias anteriores en las que apenas figuraba.
En este contexto, el Pentágono justifica su posición afirmando que, aunque China no es una nación ártica, busca expandir su influencia en la región. Según el Departamento de Defensa, esta ambición de Pekín se traduce en intentos de declarar el Ártico como un “bien común global” y fomentar su desarrollo económico mediante inversiones en infraestructura. Sin embargo, Estados Unidos enfatiza que la influencia de China en el Ártico es limitada, sobre todo frente a la posición predominante de Rusia, cuyo papel como potencia ártica eclipsa la capacidad de Pekín para ejercer un poder real en la región.
Analistas de Foreign Policy sostienen que la amenaza que representa China en el Ártico fue amplificada en el discurso oficial estadounidense. Aunque Pekín se proyecta como una “gran potencia polar”, su poder económico, militar y político en el Ártico sigue siendo mínimo en comparación con otras regiones. La Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CNUDM) establece las bases jurídicas que permiten a los Estados ribereños, incluidos Estados Unidos y Rusia, reclamar derechos soberanos en el Ártico. Esto, según varios expertos, limita el espacio de maniobra de China en el marco de las relaciones internacionales y la diplomacia ártica.
Por su parte, China trató de incrementar su influencia en la región mediante una diplomacia ártica activa. Sin embargo, países como Noruega, Islandia y Groenlandia han mostrado un creciente escepticismo frente a las inversiones chinas. El ministro de Justicia y Seguridad Pública de Noruega, Enger Mehl, subrayó que su país no permitirá inversiones chinas en el puerto ártico de Kirkenes si estas afectan los intereses de seguridad nacional. De forma similar, Islandia y Groenlandia también optaron por una postura cautelosa frente a Pekín.
Crece la presencia de China en el Ártico
Desde el punto de vista militar, la presencia del gigante asiático en el Ártico sigue siendo simbólica. Aunque China realiza ocasionales investigaciones científicas en el Ártico, su capacidad militar en la región es casi nula. En octubre, buques guardacostas chinos realizaron una patrulla conjunta con unidades rusas en el océano Ártico, un acto que si bien muestra la cooperación ruso-china en la región, está lejos de representar una amenaza militar directa, según expertos militares.
Las operaciones recientes de China en áreas cercanas a Alaska, como el mar de Bering, suscitaron preocupación en Washington. En julio, cuatro buques de guerra chinos fueron avistados en esta área, y ese mismo mes, Pekín y Moscú realizaron una patrulla conjunta de bombarderos sobre el Pacífico Norte. Aunque algunos observadores sostienen que estas acciones tienen un propósito intimidatorio hacia Estados Unidos, el Pentágono considera que no representan una amenaza militar directa en el Ártico, sino que son parte de las maniobras estratégicas de China en Asia Oriental.
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