El Ártico está tomando una importancia creciente debido al deshielo polar causado por el cambio climático, transformando la región y convirtiendo la Ruta del Norte en una alternativa viable a las vías de navegación tradicionales. Se prevé que para 2035, esta ruta podría ser utilizada para el transporte de mercancías, gracias al aumento de las temperaturas y la disminución de las capas de hielo. Al mismo tiempo, se están abriendo nuevas oportunidades de acceso a recursos hidrocarburíferos, como petróleo y gas, en la región del Mar Ártico.
Su ubicación septentrional ofrece la oportunidad de desarrollar una ruta marítima comercial privilegiada que reduciría las distancias entre el este y el oeste, evitando los estrechos que actualmente concentran la mayor parte del tráfico marítimo mundial. Esto implica que los buques que viajan entre China, Europa y América del Norte, o viceversa, podrían evitar puntos críticos de tráfico como Malaca, Suez o el Canal de Panamá. Al acortar las distancias, se reduce el consumo de combustible; por ejemplo, la ruta de San Francisco a Róterdam se reduce en un 40% en comparación con las rutas tradicionales. Además, al evitar áreas propensas a la piratería, como el Golfo de Adén y el Estrecho de Malaca, la ruta del Ártico ofrece mayor seguridad para las embarcaciones. En consecuencia, el Ártico se está convirtiendo en un área de interés estratégico creciente para las naciones que dependen del comercio marítimo y la seguridad energética.
En este marco, la adhesión de Suecia y Finlandia a la OTAN es un aspecto geopolítico de gran importancia, aunque muchas veces queda en segundo plano frente al enfoque en el conflicto en Ucrania. Su inclusión en la alianza fortalecerá la presencia y la fuerza de la OTAN en el Ártico. Antes de este paso, cinco países aliados de la OTAN ya compartían fronteras con Rusia a lo largo del Océano Ártico: Canadá, Dinamarca (a través de Groenlandia), Islandia, Noruega y Estados Unidos. El fortalecimiento de la capacidad militar rusa en el Ártico por parte del presidente Putin antes de la invasión de Ucrania fue notable, con un aumento en el despliegue de tropas, bases y barcos en la región. Sin embargo, las considerables pérdidas sufridas en Ucrania están llevando a una ralentización de estos esfuerzos, brindando a la OTAN una ventaja estratégica y una oportunidad para consolidar su presencia militar en la región.
Además de estos aspectos militares, el papel diplomático de la OTAN en el Ártico es fundamental. El Consejo Ártico, que incluye a los siete miembros de la OTAN, así como a Rusia y países observadores como China, proporciona un importante foro para la planificación del uso compartido de aguas internacionales y espacio aéreo, como también para la resolución de disputas. Esta expansión de la OTAN fortalecerá aún más la posición de la alianza en esta arena diplomática.
De esta forma, la integración de toda la región nórdico-báltica en la OTAN, especialmente en los nuevos planes de defensa integrados del bloque, aumentará la capacidad de la alianza para disuadir y defenderse contra una actividad rusa en el norte de Europa. Además, esta adhesión de Finlandia y Suecia completará la división geopolítica entre Occidente y Rusia en el norte de Europa, dejando a Rusia como el único miembro no perteneciente a la OTAN en el Consejo Ártico.
El reciente acceso de Suecia a la OTAN fue de gran importancia para la alianza, ya que su exclusión planteaba desafíos importantes en términos de planificación de la defensa, dada su posición geográfica central y su papel crucial en la movilidad militar y la seguridad del suministro en la región. El territorio sueco, actuando como un puente estratégico, conecta la costa atlántica noruega en el Ártico con el norte de Finlandia y se extiende hasta el sur del Mar Báltico. Gotland, en particular, ha sido un punto logístico estratégico históricamente importante y es esencial para los planes de defensa de la OTAN en la actualidad.
Según algunos Think Tanks estadounidenses, las capacidades de defensa en Gotland podrían contrarrestar los peligros de la “burbuja de negación de acceso/zona de negación de área” rusa alrededor de Kaliningrado y el corredor de Suwalki. Este corredor estratégico con aproximadamente 70 km de longitud actúa como un enlace entre Bielorrusia, principal aliado de Moscú, y Kaliningrado, el enclave ruso en Europa. El corredor se ha considerado un punto crítico, no sólo en términos militares, sino también logísticos, para el apoyo de la OTAN a Estonia, Letonia y Lituania. Si Rusia cerrara militarmente este corredor y estableciera un bloqueo naval en el Báltico, la OTAN enfrentaría serias dificultades para suministrar incluso materiales básicos, alimentos y combustible a los estados bálticos.
Sin embargo, con la inclusión de Finlandia en la OTAN, se abre una ruta directa hacia los estados bálticos que antes no estaba disponible. Además, la adhesión de Suecia fortalecería la capacidad defensiva de la región, haciendo que cualquier acción militar fuera fácilmente defendible. De esta manera, el corredor deja de ser una gran amenaza para el funcionamiento de la OTAN en la región.
Así, la cooperación nórdica fue un factor clave en la decisión de Suecia de buscar la membresía en la OTAN junto con Finlandia. Suecia no podía permitirse quedar fuera de la alianza, dado su papel estratégico en la región, que proporciona profundidad y rutas de suministro importantes desde el sur del Báltico y el Atlántico Norte. Además, Suecia ha obtenido beneficios al tener a Finlandia como buffer entre ella y Rusia.
Por su parte, la estrategia de Rusia para contrarrestar el ingreso de Finlandia y Suecia a la OTAN ha sido invitar a China como socio estratégico, un resultado directo de la guerra en Ucrania que ha fortalecido los lazos entre Moscú y Pekín. Este fortalecimiento de las relaciones tiene implicaciones importantes, especialmente en el Ártico, donde la creciente influencia china es un factor a considerar. China busca acceso a los recursos árticos y puede tener interés estratégico en la región por cuestiones logísticas y militares.
Aunque inicialmente Rusia se había opuesto a la participación china en el Consejo Ártico, la alianza cada vez más estrecha entre Beijing y Moscú ha llevado a Rusia a recibir con beneplácito la inversión y la cooperación tecnológica china en el Ártico. Esta dinámica ha llevado a Moscú a depender cada vez más de China y a considerarla su principal socio en diversos ámbitos, lo que probablemente impulse una mayor colaboración entre ambos en el Ártico.
Sin embargo, es poco probable que China establezca una presencia militar significativa en la región ártica debido a su rivalidad naval con Estados Unidos en el Indo-Pacífico, lo que mantiene la mayor parte de sus activos navales en Asia. Además, Rusia podría ver con escepticismo una presencia naval china en el norte, dada la proximidad de esta región a la Flota del Norte, la flota estratégica más importante de Rusia. A pesar de ello, un escenario de una Rusia debilitada que permita a China establecer una presencia militar en el Ártico podría generar mayor inestabilidad en la región. Esto ampliaría la rivalidad entre Estados Unidos y China hacia el Ártico, introduciendo una nueva fuente de tensión geopolítica en una región ya disputada.
En un futuro próximo, es probable que observemos un aumento en la competencia en el Ártico entre las potencias mundiales. Con Suecia y Finlandia fortaleciendo la seguridad regional en colaboración con la OTAN, y Rusia consolidando su asociación con China, es posible que surja otro escenario de rivalidades regionales. El desafío radicará en gestionar estas dinámicas de manera constructiva para asegurar la estabilidad y el desarrollo sostenible del Ártico.
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