La eliminación de Sinwar y la lucha por la existencia entre Israel y Hamás

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Después de un año y 13 días desde el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) anunciaron la eliminación de Yahya Sinwar, uno de los líderes más importantes de Hamás, mediante una operación militar en la Franja de Gaza. La operación, ejecutada en las últimas semanas por la Brigada Najal y la Brigada 828 (Bislaj), bajo el mando de la División de Gaza, fue coordinada junto con la Agencia de Seguridad Israelí (ASI) en Rafah, al sur de Gaza.

En una serie de operaciones específicas basadas en inteligencia, las FDI, junto con la ASI, llevaron a cabo incursiones en Tel al-Sultan, Rafah, donde identificaron a terroristas en la zona. Tras enfrentamientos con disparos y granadas, las fuerzas israelíes utilizaron tanques para destruir los edificios en los que se escondían los combatientes. Al día siguiente, las tropas confirmaron la muerte de Yahya Sinwar, líder de Hamás, marcando un punto clave en la campaña de eliminación del liderazgo de la organización.

Esta operación forma parte de un esfuerzo mayor iniciado meses atrás, que incluyó la destrucción de infraestructura clave de Hamás y ataques selectivos contra líderes. El golpe contra Sinwar sigue a un conjunto de operaciones terrestres y aéreas dirigidas a Hezbollah en el sur del Líbano, donde también se han eliminado líderes clave como Hassan Nasrallah.

Este hecho no solo representa una victoria táctica para Israel, sino que también modifica considerablemente el panorama político y militar en Gaza y en toda la región, abriendo interrogantes sobre las próximas fases del conflicto.

Yahya Sinwar: la mente detrás del ataque del 7 de octubre y su rol en Hamás

Yahya Sinwar ha sido una de las figuras más influyentes y temidas dentro de Hamás en las últimas décadas. Este líder, obsesivo y disciplinado, fue clave en el ataque del 7 de octubre de 2023, donde alrededor de 1.200 personas fueron asesinadas y otras 250 secuestradas. Nacido en el campo de refugiados de Khan Younis, Sinwar emergió en la década de los ochenta como uno de los primeros miembros de Hamás, tras ser influenciado por el liderazgo carismático de Sheikh Ahmed Yassin, fundador del grupo. Su carrera dentro de la organización se cimentó en su brutalidad, ganándose el apodo de “El carnicero de Khan Younis”, y su enfoque estratégico lo colocó en una posición dominante dentro del grupo.

A lo largo de sus 22 años en prisiones israelíes, Sinwar no solo aprendió hebreo, sino que también estudió profundamente la sociedad y el aparato militar de su enemigo. Este conocimiento lo llevó a organizar el ataque sorpresa del 7 de octubre, el cual fue planeado casi en su totalidad por él, con la colaboración de Mohammed Deif, líder de la rama armada de Hamás, y una mínima participación de otros dentro del grupo. El ataque, conocido como Operación Al-Aqsa Flood, fue devastador, no solo por la cantidad de muertos y secuestrados, sino porque dejó en evidencia la vulnerabilidad del sistema de seguridad israelí, considerado hasta entonces casi impenetrable.

La influencia de Sinwar en Hamás no solo se limitaba a las operaciones militares. Desde su regreso a Gaza tras su liberación en 2011, en un intercambio de prisioneros, asumió un papel clave en la consolidación de la relación entre el ala militar y la civil de la organización. Asimismo, trabajó en acercar a Hamás a actores regionales como Irán y Hezbollah, fortaleciendo los lazos con estos aliados estratégicos para el grupo. Bajo su liderazgo, Hamás no solo incrementó su poder militar, sino que también consolidó su influencia política en Gaza, donde Sinwar mantuvo un control férreo, reprimiendo cualquier tipo de disidencia interna.

El ataque del 7 de octubre fue el punto culminante de su visión estratégica. Con él, Sinwar no solo buscaba golpear a Israel, sino que también esperaba generar un levantamiento más amplio en la región. 

Sinwar, a pesar de ser respetado entre muchos palestinos por su firmeza frente a Israel, también era profundamente temido dentro de Gaza por su autoritarismo. En contraste con otros líderes de Hamás que viven en el exilio, Sinwar se mantuvo en Gaza, viviendo entre su gente, pero imponiendo un régimen de control severo y sin tolerancia a la oposición. El 7 de octubre, el mundo vio hasta dónde estaba dispuesto a llegar este para avanzar en sus objetivos.

El futuro de la guerra en Medio Oriente tras la eliminación de Sinwar  

La eliminación de Yahya Sinwar representa un golpe significativo para Hamás, tanto en el ámbito militar como en el político. Su muerte, sumada a la creciente presión sobre el liderazgo de Hezbollah en el Líbano, podría generar un debilitamiento temporal de la capacidad operativa de estas organizaciones. Sin embargo, la historia del conflicto entre Israel y los grupos armados palestinos ha demostrado que la desaparición de líderes clave no necesariamente pone fin a las hostilidades. De hecho, en muchos casos, esto puede abrir la puerta a una nueva escalada de violencia.

La estructura de Hamás ha demostrado ser resiliente, lo que sugiere que es probable que ya haya surgido un sucesor de Sinwar. El conflicto en Gaza está profundamente arraigado en problemas políticos, sociales y territoriales no resueltos; por lo tanto, las operaciones militares, aunque efectivas tácticamente, no ofrecen una solución a largo plazo. La población de Gaza, atrapada entre las políticas de Hamás y las represalias de Israel, continúa pagando un alto costo en vidas y recursos.

Además, la relación entre Hamás, Irán y Hezbollah seguirá siendo un factor clave en la dinámica regional. A pesar de los éxitos de Israel en sus operaciones contra líderes importantes, estos actores externos continúan apoyando a las facciones armadas palestinas, lo que sugiere que el conflicto en Medio Oriente está lejos de resolverse. En este sentido, la eliminación de Sinwar podría ser vista más como un ajuste temporal en la balanza de poder que como un avance definitivo hacia la paz.

El análisis del impacto de la muerte de Sinwar debe enmarcarse dentro de un contexto histórico más amplio. A lo largo de las décadas, la historia ha demostrado que la eliminación física de líderes, por más emblemáticos que sean, no garantiza el fin de un movimiento de resistencia. La historia demostró que los intentos de erradicar un movimiento a través de la fuerza a menudo llevan a un aumento de la violencia. En lugar de desmantelar a sus adversarios, la eliminación de líderes puede desatar una rabia renovada que, en ocasiones, resulta en un recrudecimiento del conflicto.

La historia también nos ofrece ejemplos de cómo, las organizaciones no solo sobrevivieron, sino que en muchos casos se fortalecieron, adaptándose a un nuevo contexto. Esto plantea la pregunta: ¿por qué la muerte de Sinwar debería ser diferente?

Como bien se ha argumentado, la muerte de líderes en contextos de resistencia a menudo alimenta la narrativa de la victimización y puede actuar como un catalizador para la radicalización. En este sentido, Hamás podría encontrar su impulso la muerte de Sinwar, generando no solo un nuevo líder, sino también una revitalización de la ideología que lo sustentaba.

La eliminación de Sinwar debe ser vista con cautela. Si bien su muerte podría dar la impresión de un avance en la lucha contra Hamás, también subraya la naturaleza cíclica de la violencia en la región. Esto es especialmente relevante en un contexto donde el conflicto está profundamente arraigado en las estructuras sociales, económicas y políticas de la región.

La realidad de un futuro incierto se hace evidente al considerar que la resistencia no es simplemente un fenómeno de lucha armada; es, en esencia, una cuestión de identidad y de existencia. Sinwar, con su legado, se convierte en un símbolo que trasciende su propia persona. El terrorismo se nutre de esta simbología, y es poco probable que se disuelva con la muerte de un solo líder.

Si bien la muerte de Sinwar representa un triunfo momentáneo para Israel, es de prever que la guerra entre las identidades y la existencia se mantenga. Desde un punto de vista compartido por otros analistas, lo que se vive en Medio Oriente no es simplemente un conflicto territorial o político, sino una guerra por la existencia misma. Este aspecto debe ser el punto final de la reflexión, ya que las raíces profundas de este enfrentamiento trascienden las victorias efímeras y apuntan a una lucha más amplia y duradera.

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