La preocupación de Estados Unidos por el avance nuclear y misilístico de China hacia Irán y Corea del Norte

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En un contexto global cada vez más tenso y con nuevas amenazas emergentes, el gobierno de los Estados Unidos ha vuelto a encender las alarmas sobre el papel de China en la proliferación de tecnologías nucleares y misilísticas. Un informe del Servicio de Investigación del Congreso de EE.UU., publicado el 3 de octubre de 2024, subraya las inquietudes persistentes sobre la continua exportación de bienes estratégicos por parte de empresas y ciudadanos chinos hacia países como Irán y Corea del Norte. Si bien el gobierno chino ha declarado haber cesado su implicación directa en estas transferencias, los informes sugieren que entidades privadas siguen impulsando estas actividades con repercusiones en la estabilidad regional e internacional.

Un problema de larga data

El historial de China en la transferencia de tecnología nuclear y de misiles no es reciente. Durante las décadas de 1980 y 1990, el gobierno chino colaboró activamente con varios países, incluidos Pakistán e Irán, en la expansión de sus capacidades nucleares y balísticas. Pekín llegó a suministrar misiles a Pakistán, Arabia Saudita e Irán, contribuyendo a la carrera armamentística en Medio Oriente y el sur de Asia.

Sin embargo, bajo presión internacional, China redujo su participación directa en estas actividades hacia finales de los años 90, comprometiéndose a mejorar los controles sobre sus exportaciones. Según el Departamento de Estado de EE.UU., desde 1996 China ha adoptado políticas más estrictas sobre la no proliferación y ha ajustado su normativa interna para cumplir con las salvaguardias internacionales, como las del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

No obstante, a pesar de estos avances, el informe destaca que empresas y ciudadanos chinos han continuado operando en mercados sensibles, suministrando tecnología que puede ser utilizada para el desarrollo de armas de destrucción masiva (ADM). Esto incluye material vinculado a programas balísticos en Corea del Norte, Siria e Irán, lo que genera preocupación no solo en Washington, sino también entre sus aliados en Asia y Europa.

Sanciones y presión internacional

En respuesta a estas actividades, el gobierno estadounidense ha implementado una serie de sanciones dirigidas a empresas y personas chinas implicadas en la proliferación de tecnología nuclear y misilística. En septiembre de 2024, el Departamento de Estado anunció sanciones contra una entidad china por ayudar al programa de misiles balísticos de Pakistán mediante el suministro de equipo especializado para pruebas de motores de cohetes. Adicionalmente, otras tres entidades y un ciudadano chino fueron sancionados por actividades relacionadas con la proliferación de misiles balísticos.

A lo largo de 2023 y 2024, varias entidades chinas también fueron sancionadas por su colaboración en el desarrollo de programas balísticos en Irán y Corea del Norte. Estas acciones, junto con las sanciones impuestas anteriormente en 2021 y 2022, reflejan la determinación de EE.UU. para frenar la expansión de armas estratégicas en zonas de tensión.

Colaboración nuclear China-EE.UU.

A pesar de las tensiones en torno a la proliferación, China y Estados Unidos han mantenido una cooperación nuclear civil bajo un acuerdo que fue renovado en 2015. Este acuerdo regula las exportaciones de tecnología nuclear entre ambos países con fines pacíficos. No obstante, la creciente desconfianza hacia el control de las exportaciones chinas ha puesto en duda la viabilidad de seguir con este tipo de colaboración a largo plazo.

Por su parte, Pekín insiste en que cumple con los acuerdos internacionales de no proliferación, y se ha adherido al Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) desde 1992. Sin embargo, informes recientes del gobierno estadounidense sugieren que el control de las exportaciones sigue siendo insuficiente, y que las autoridades chinas no han asignado suficientes recursos para evitar la participación de actores privados en la proliferación.

La mirada de Estados Unidos

Estados Unidos ha expresado en reiteradas ocasiones su preocupación por la falta de compromiso de China para detener las actividades de proliferación. Vann Van Diepen, exsubsecretario de Estado adjunto, afirmó en 2017 que China “no ha dedicado la prioridad, el esfuerzo o los recursos necesarios para frustrar” las exportaciones ilegales de tecnología sensible. Según Van Diepen, tras más de dos décadas de advertencias y sanciones, esta actitud podría interpretarse como una decisión deliberada del gobierno chino.

Además de la transferencia de tecnología militar, otro aspecto alarmante es el blanqueo de dinero y la financiación ilícita relacionada con estas actividades. Un informe del Departamento del Tesoro de EE.UU. de 2018 reveló que entidades y personas en China han estado involucradas en operaciones de financiación de la proliferación, facilitando el desarrollo de armas de destrucción masiva en países como Irán y Corea del Norte.

A medida que el escenario geopolítico se torna más complejo, la cuestión de la proliferación nuclear y misilística china sigue siendo un desafío importante para la seguridad internacional. La creciente tensión entre China y EE.UU., junto con la posibilidad de una nueva carrera armamentística en Asia y Medio Oriente, plantea interrogantes sobre la capacidad de la comunidad internacional para frenar la expansión de armas de destrucción masiva.

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Equipo de redacción de El Estratégico

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