En un contexto de tensiones geopolíticas latentes en distintos focos del mundo, la Armada de Rusia ha aumentado su capacidad de vigilancia y control sobre la OTAN a través de sus flotas y submarinos, intensificando la preocupación en las naciones occidentales. Con capacidades de defensa que han sido modernizadas y expandidas en las últimas décadas, Rusia mantiene una presencia significativa en aguas estratégicas, planteando sin dudas desafíos de seguridad en la región europea y para la alianza colectiva en su totalidad.
Con el pasar de los años, Rusia ha modernizado significativamente su fuerza de submarinos, aumentando a 64 el número total de su flota. Para muchos, las capacidades rusas plantean amenazas potenciales, más aún si se tiene en cuenta el actual conflicto con Ucrania o los temores sobre una posible utilización contra infraestructuras vitales en el Atlántico Norte.
La Armada de Rusia no solo dispone de una de las mayores flotas de submarinos del mundo, sino que también mantiene una presencia activa en la vigilancia de la OTAN. Asimismo, el país cuenta con una industria submarina completamente amplia, gracias a la mejora de las perspectivas económicas en la década de 2000, consolidando más de 60 astilleros, instalaciones de reparación y oficinas de diseño bajo el control estatal. Se destacan las instalaciones de la Oficina Central de Diseño de Ingeniería Marina Rubin; la Oficina Central de Diseño de Ingeniería Marina Malakhit; la Empresa de Construcción de Maquinaria del Norte (Sevmash) y la Empresa Estatal de Construcción de Maquinaria Zvezdochka.
El detalle de los submarinos en la flota rusa
Actualmente, Rusia cuenta con 64 submarinos, de los cuales 16 son submarinos de misiles balísticos (SSBN), 23 son diésel-eléctricos (SSK), 14 son de propulsión nuclear (SSN) y 11 son submarinos de misiles crucero de propulsión nuclear (SSGN). De esta manera, Moscú no sólo busca aumentar su capacidad ofensiva, sino que también está llevando a cabo misiones de patrullaje y vigilancia, enviando claras señales de advertencia a sus adversarios de la alianza primordialmente europea.
La capacidad de disuasión, por ejemplo, se ha visto complementada con el uso de submarinos como el Novorossiysk, que puede lanzar misiles de crucero Kalibr, capaces de alcanzar objetivos a miles de kilómetros de distancia (y que, a su vez, ha sido escoltado por múltiples países en su paso por Europa).
La capacidad submarina de Rusia no es solo notable, sino también ampliamente diversa. Cuenta con varios tipos de submarinos que cumplen funciones específicas, como por ejemplo:
- Submarinos de misiles balísticos (SSBN), particularmente la clase Borei, lanzada en 1996. Estos son fundamentales para la disuasión nuclear de Rusia, con capacidad para transportar hasta 16 misiles Bulava. Los más antiguos son los de la clase Delta, que siguen en servicio como parte del arsenal estratégico.
- Submarinos de ataque de propulsión nuclear (SSN): La clase Yasen, que incluye el Severodvinsk y el Kazan, representa un avance significativo en la capacidad de ataque submarina, equipados con misiles crucero y torpedos avanzados.
- Submarinos diésel-eléctricos (SSK), reconocidos por sigilo y efectividad. Se destaca la clase Kilo, modernizada para incluir misiles de crucero de ataque terrestre.
- Submarinos de misiles crucero (SSGN), destacándose la clase Antey y la clase Shchuka, que combinan capacidad de ataque y sigilo para proyectar su fuerza en aguas profundas.
La modernización y ubicación de las capacidades submarinas actuales
Desde la caída de la Unión Soviética, Rusia ha tratado fehacientemente de mejorar su flota de submarinos. Este objetivo comenzó en 1993 con la construcción de un submarino de la clase Yasen, el Severodvisnk (K-885), que entró en servicio recién en 2014. Adelantándonos en tiempo y espacio, para 2017 botó su segundo submarino de la clase Yasen: el Kazan, que entró en servicio en la Flota del Norte en 2021. Hacia junio de 2019, Rusia firmó un contrato con la empresa de construcción naval Sevmash para la construcción de dos submarinos de ataque de propulsión nuclear de la clase Yasen del Proyecto 885-M, solo por citar algunos ejemplos.
Entre idas y vueltas de reparaciones, compras e inversión, Rusia comenzó a poner en servicio distintas clases de submarinos y desplegarlas en diversas partes del mundo. Los clase Akula y Yasen, por ejemplo, han estado activos en el Mar del Norte y el Ártico, entre otras áreas estratégicas, bajo una misión crucial: llevar a cabo operaciones de vigilancia cerca de las fuerzas de la OTAN.
Esta situación ha crecido en los últimos años, considerando el aumento en la presencia de submarinos rusos en aguas cercanas a Europa y el Atlántico (hecho que, sin dudas, llevó a la OTAN a intensificar sus propias operaciones de monitoreo). Entre las áreas categorizadas como estratégicas para Rusia, se destacan el Mar del Norte, el Ártico, el Mar Negro, y el Mediterráneo, entre otras.
Con respecto al Mar del Norte, se destaca como una de las regiones más importantes para la flota rusa. Es habitual el despliegue de capacidades submarinas realizando patrullas y ejercicios en respuesta a la presencia de la OTAN. Más aún con el ingreso de Suecia y Finlandia a la alianza colectiva de defensa.
Por otro lado, Moscú considera al Ártico como una de las regiones más importantes para su política exterior. Pese a estar prohibida su militarización, el deshielo y la apertura de nuevas rutas marítimas han propiciado que Rusia duplique sus actividades en el área y hasta “invite” a nuevos países a merodear por allí, como ocurre con China.
En consonancia, se destaca la Flota del Pacífico de la Armada Rusa dada su incorporación de dos nuevos submarinos provenientes de la Flota del Mar del Norter: el Krasnoyarsk y el Emperador Alejandro III, siendo este último un submarino de propulsión nuclear de misiles balísticos de la clase Borei-A, botado en diciembre de 2022.
En general, los submarinos de Rusia no solo se destacan por sus amplias capacidades de ataque, sino también desempeñan un rol crucial en la recolección de información y disuasión hacia Europa, enviando un claro mensaje: Moscú está dispuesta a defender sus intereses sin importar la región.
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