En un nuevo capítulo de la novela turca por obtener cazas de quinta generación, medios locales estadounidenses y turcos se han hecho eco recientemente de una renovada propuesta por parte del gobierno de los Estados Unidos para que Turquía pueda volver al Programa de cazas furtivos F-35, a cambio de ceder el control de sus sistemas de defensa aérea S-400 de origen ruso. La propuesta, habría sido llevada a cabo por medios diplomáticos durante el pasado mes de julio, aunque hace surgir numerosas dudas respecto de su veracidad y factibilidad.
Cabe recordar que en el año 2018 Turquía perdió el acceso al Programa F-35 a pesar de haber participado con importantes inversiones (estimadas en los USD 1.250 millones) para llevarlo a buen puerto. El Congreso de los EE.UU., ante la decisión del país de adquirir los mencionados sistemas rusos S-400, prohibió de cuajo una operación que ya parecía al caer; considerando por ejemplo que ya se habían activado las redes de suministro locales para la fabricación de piezas según afirmaciones de Ankara (de las que se esperaban ingresos de hasta USD 9.000 millones). Demás está decir que ello derivó en un aumento de las tensiones entre ambos países, llegando a ser declarado por parte del entonces Ministro de Asuntos Exteriores turco, Mevlüt Çavuşoğlu, que “este es un enfoque equivocado; conducirá a una crisis“.
En ese sentido, una parte del arco político local ha estado traccionando en reiteradas ocasiones propuestas orientadas a que Turquía se desligue de sus sistemas S-400, a fines de normalizar las relaciones con sus aliados de la OTAN y así poder retornar a la posibilidad de adquirir cazas de quinta generación. Un ejemplo ilustrativo de ello se halla en las declaraciones del ex-Ministro de Estado, Cavit Caglar, quién manifestaba lo siguiente: “Si yo estuviera al mando, retiraría los S-400 de Turquía (…) Necesitamos encontrar una salida. Tenemos buenas relaciones con Rusia; la mejor manera de proceder es negociar y explicar que, como miembro de la OTAN, no podemos utilizar los S-400 contra la OTAN. Necesitamos abordar esta cuestión rápidamente.“
¿ Se abre una nueva posibilidad ?
La nueva propuesta de Washington, en caso de ser cierta, sería una gran bocanada de aire fresco para dichos esfuerzos. El plan de EE.UU., según se afirma en medios tales como The National Interest (estadounidense) y Ekathimerini (griego), consistiría en que Ankara comience a transferir sus sistemas S-400 para ser operados por las tropas de la 39.ª Ala de Base Aérea de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, misma que está apostada en la base de Incirlik.
Esto, al menos en principio, facilitaría que el gobierno de EE.UU. pueda retroceder con la imposición de sanciones a Turquía, las cuáles quedan reguladas por la Ley de Contrarrestar a los Adversarios de Estados Unidos a través de Sanciones (CAATSA). Sin que exista aún una determinación por parte del ejecutivo turco, ello podría abrir el camino a una vuelta al programa F-35, lo que permitiría relajar las relaciones entre países, y una actualización de capacidades de la Fuerza Aérea Turca más que considerable.
Declaraciones de ambas partes pueden ser recogidas en este punto. En el caso turco, fue el actual Ministro de Asuntos Exteriores, Hakan Fidan, el que manifestaba: “Estamos considerando fórmulas y soluciones creativas. En última instancia, la dirección final del presidente será decisiva, pero estamos siguiendo de cerca la dimensión política. Al menos ambas partes están de acuerdo en que este tema se ha convertido en un obstáculo en las relaciones bilaterales.”
Desde los EE.UU., Michael Rubin, miembro senior del American Enterprise Institute y ex funcionario del Pentágono, llegó a afirmar que: “Mis fuentes en la región dicen que durante su visita a Turquía del 1 al 2 de julio de 2024, Celeste Wallander, subsecretaria de Defensa para Asuntos de Seguridad Internacional, y Michael Carpenter, asesor especial del Presidente y director senior para Europa del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, discutieron recientemente con sus homólogos turcos la reactivación del acuerdo F-35. A cambio de volver a entrar en el programa F-35, exigieron que Turquía entregara los S-400 a Estados Unidos o los transfiriera al sector controlado por Estados Unidos en la base de Incirlik.”
Un camino plagado de obstáculos
Sin embargo, han de abordarse un amplio abanico de problemáticas que obstaculizarían la propuesta antes descrita, las cuáles estarían derivando en que la respuesta del país euroasiático sea negativa a día de hoy y hagan ver poco factible un cambio a corto plazo. Entre las más importantes, se pueden mencionar una respuesta de Moscú que no avale de ningún modo la transferencia de sus sistemas S-400 (y que ello afecte a otros ámbitos de la relación bilateral con Turquía), el actual desarrollo local del caza TAI KAAN y las problemáticas relaciones con Grecia; país que ya encargó sus F-35 como parte de su plan de renovación de capacidades.
Respecto de la primera cuestión, ha de mencionarse que Moscú ya ha hecho conocer al público a través de diversos medios su postura totalmente contraria a cualquier intento de transferencia de su material a las tropas de EE.UU., previendo que ello implicaría una mayor familiarización de su adversario con el que es uno de sus sistemas de defensa aérea más avanzados. El argumento presentado desde lo legal fue descrito por el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, en el marco de la actual Asamblea de la ONU: “Los contratos de armas contienen el párrafo del certificado de usuario final (…) Para poder hacer algo diferente con los productos que se entregan bajo ese certificado, en el que se menciona como usuario final el país que ha recibido estas armas, se necesita el consentimiento del país que vendió estas armas.”
En segundo lugar, es menester recordar que Turquía ya dispone de un programa propio para alcanzar las capacidades de quinta generación para su Fuerza Aérea, tratándose del mencionado programa KAAN. La cuestión plantea una bifurcación sin dudas difícil de resolver, en tanto cabe plantearse si el país estaría dispuesto a sacrificar sus buenas relaciones con Rusia a cambio de aeronaves F-35 mientras dispone de esta posibilidad, mientras que a la par se despiertan sospechas respecto de las verdaderas capacidades del complejo militar industrial turco para llevar a cabo tal empresa con éxito.
Por último, aunque no por ello menos importante, está la cuestión del escenario regional que Grecia y Turquía mantienen tensionado a pesar de ambos formar parte de la OTAN a causa de disputas territoriales. En ese sentido, cabe recordar que tras el retiro de Turquía del programa F-35, la Fuerza Aérea Helénica obtuvo una ventaja tecnológica por sobre su par turca, considerando la compra tanto de cazas F-35 como de las aeronaves Rafale de origen francés. Ello permitía pensar en un cierto grado de equilibrio, teniendo en cuenta la mayor cantidad de aeronaves a disposición de Turquía, aún limitada a la plataforma F-16. Quedará por verse como se lidiará con esta cuestión en caso de concretarse la propuesta de Washington.
*Imagenes empleadas a modo ilustrativo.
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