Una vez más –y como ya se venía anticipando- la guerra en Medio Oriente alcanzó un nuevo nivel de violencia y se expande cada día más a lo largo y a lo ancho de la región. Una guerra que, desde su inicio allá por el 7 de octubre de 2023 y al día de la fecha, ha ido involucrando a diversos actores que han ido apareciendo –y ocultándose- en este escenario bélico que mantiene en vilo al mundo entero.
Hamás, la Yihad Islámica, Hezbollah y los hutíes de Yemen son algunas de las organizaciones terroristas que, en el transcurso de este tiempo, han lanzado múltiples ataques al Estado de Israel desde el comienzo de esta guerra tras los brutales ataques terroristas llevados a cabo por Hamás el pasado 7 de octubre.
No obstante, en la última semana, se produjo uno de los hechos más significativos de los últimos años si de terrorismo hablamos. Hacemos noción al asesinato de quien supo ser el líder de la organización terrorista libanesa Hezbollah, Hassan Nasrallah, quien murió en un bombardeo de la Fuerza Aérea Israelí en Beirut mientras se encontraba en el cuartel central de Hezbollah, ubicado en un bunker subterráneo. Dichos bombardeos serían seguidos de una invasión terrestre al Líbano, lo cual daría inicio a una nueva fase de la guerra en Medio Oriente.
Cae uno de los líderes del mal
Hassan Nasrallah, en su rol de líder de la organización terrorista Hezbollah, quien desde sus inicios supo vincular al terrorismo con la política, “es considerado responsable de dirigir y ejecutar ataques terroristas en todo el mundo, en los que fueron asesinados civiles de diversas nacionalidades. Nasrallah era el principal responsable de la toma de decisiones y el líder estratégico de la organización”, tal como lo señalaron las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel). Allí, bien encuadrarían los dos salvajes atentados terroristas llevados a cabo en suelo argentino en los años 1992 y 1994, respectivamente.
De esta manera, la muerte del líder de Hezbollah, podría suponer un vacío de poder en dicha organización que, desde 1992, tenía a Nasrallah como cabecilla. Siento éste, no solo un golpe duro para Hezbollah, sino también para la República Islámica de Irán, quien –recordemos- es el cerebro desde este enorme pulpo maligno que es el denominado “Eje de Resistencia”, el cual tiene como fin último la destrucción del Estado de Israel.
Sin embargo, tal como suele suceder en los distintos grupos de índole terrorista, el asesinato de un líder no supone un cese de las actividades ilícitas y macabras de tal o cual organización. Casos existen muchísimos. Entre ellos, podríamos citar algo recurrente en, quien es hoy en día, el grupo yihadista con más renombre. Hablamos del autodenominado “Estado Islámico” –mayormente conocido por sus siglas como ISIS-. Dicha organización terrorista ha sufrido, desde su creación allá por el año 2014, el asesinato de cuatro de sus “Califas”, empezando por su fundador Abu Bakr al-Baghdadi, y pasando por otros 3 líderes que han sido asesinados a lo largo de estos años, hasta llegar a su actual cabecilla –el quinto Califa-, Abu Hafs al Hashimi al-Qurashi.
Este fenómeno, por muy ajeno que parezca, constituye una de las tantas y claras demostraciones del poder que ISIS posee, ya que lo muestra como a un monstruo que, tras cortarle la cabeza, surge una nueva –o dos- y así sucesivamente. Algo no poco común en las tantas organizaciones terroristas existentes alrededor del mundo.
La historia continúa
Tal como sucedió –y sucede siempre- en el autodenominado “Estado Islámico” –ISIS-, Al Qaeda y otros grupos de índole terrorista, los rumores sobre el nuevo líder de Hezbollah no han tardado demasiado en circular. En este sentido, se comentaría que la organización terrorista libanesa designaría a Hashem Safieddine –primo del reciente asesinado Hassan Nasrallah- como su nuevo cabecilla. Safieddine, un clérigo chií con fuertes vínculos con la República Islámica de Irán, se encuentra en la lista de terroristas de Estados Unidos desde el año 2017 y ya ha pasado por varias posiciones claves dentro de Hezbollah. Ahora bien, será cuestión de tiempo para que se oficialice la noticia de que el primo de Nasrallah haya tomado las riendas de la organización.
Los ejemplos señalados a lo largo de esta columna, dejan en clara evidencia que el fenómeno del terrorismo y en lo que respecta a las organizaciones terroristas, la muerte o el asesinato de un cabecilla no es un problema que pareciera afectarlos demasiado, ya que siempre que “cortan” una cabeza surgen más en su lugar. Siendo una situación que se repite una y otra vez.
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