El conflicto entre Rusia y Ucrania, que ahora entra en su tercer año, ha dejado profundas consecuencias en ambas naciones. Lo que comenzó como una disputa territorial se ha convertido en una catástrofe humanitaria, con más de un millón de muertos y heridos, según un informe de The Wall Street Journal. Este elevado número de víctimas afecta a dos países que ya enfrentaban una reducción de su población antes del conflicto, lo que augura graves consecuencias a largo plazo.
El informe señaló que contabilizar con precisión las bajas ha sido complicado, ya que tanto Rusia como Ucrania se han mostrado reacias a divulgar cifras oficiales, y cuando lo hacen, suelen ser recibidas con escepticismo. Según una estimación confidencial ucraniana de principios de este año, 80,000 soldados ucranianos habrían muerto y 400,000 estarían heridos. Mientras tanto, estimaciones de inteligencia occidental sugieren que las pérdidas rusas oscilan entre 200,000 muertos y 400,000 heridos.
Ambos países han mantenido en secreto sus cifras de bajas. En febrero, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski indicó que alrededor de 31,000 soldados ucranianos habían muerto, aunque exfuncionarios creen que esta cifra subestima la magnitud de las pérdidas para mantener la moral pública y el reclutamiento. Aunque se desconoce el número de civiles muertos, algunas tragedias específicas han salido a la luz, como la captura rusa de Mariúpol en 2022, que, según Human Rights Watch, habría causado más de 8,000 muertes.
A pesar de los problemas de Rusia con la falta de entrenamiento de sus soldados en el este de Ucrania, las dificultades de Ucrania son aún mayores. Con una población cuatro veces menor que la de Rusia, las pérdidas para Ucrania son mucho más devastadoras a largo plazo. El país ya enfrentaba una caída demográfica debido a la inestabilidad económica antes de la guerra, y la situación ha empeorado con millones de ciudadanos desplazados o bajo control ruso. Expertos creen que la estrategia de anexar territorios ucranianos por parte de Rusia es parte del plan de Vladimir Putin para reforzar la demografía rusa.
Desde la anexión de Crimea en 2014, que añadió unos 2.4 millones de personas a la población rusa, el Kremlin ha implementado políticas para “rusificar” los territorios ocupados, lo que incluye la presión a los ucranianos para obtener la ciudadanía rusa y la adopción masiva de niños.
Además de las bajas militares, la tasa de natalidad en Ucrania ha caído a niveles récord. En la primera mitad de este año, las muertes superaron a los nacimientos por un margen de tres a uno, con aproximadamente 250,000 muertes frente a poco más de 87,000 nacimientos, lo que representa una caída del 9 % en comparación con el año anterior. El panorama demográfico para Ucrania sigue siendo sombrío mientras la guerra continúa.
La estrategia rusa también incluye hacer la vida en Ucrania más difícil. Los ataques con misiles y drones han dañado gravemente la infraestructura energética, lo que podría provocar que más ucranianos abandonen el país durante el invierno si persisten los problemas de electricidad y calefacción.
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Fuente: The Wall Street Journal
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