El Departamento de Estado de los Estados Unidos ha acusado a Rusia de llevar a cabo operaciones encubiertas con el objetivo de desestabilizar al gobierno de Argentina y aumentar las tensiones en la región sudamericana. Según el informe publicado por la entidad estadounidense, estas operaciones serían ejecutadas a través de medios controlados por el Kremlin, como el canal de televisión RT y sus filiales, utilizando estrategias encubiertas para influir en la política y el entorno social del país. Estas afirmaciones fueron rápidamente recogidas por diversos medios argentinos, generando una ola de reacciones tanto a nivel local como internacional.
El comunicado del Departamento de Estado afirma que Rusia estaría utilizando tácticas no convencionales para influir en la región, con RT como uno de los principales vehículos de desinformación. Según la acusación, la cadena estatal rusa ha estado involucrada en la contratación encubierta de personalidades de las redes sociales para difundir narrativas afines a los intereses del Kremlin. Este tipo de acciones también habría sido implementado en otras regiones del mundo, como África y Europa, utilizando plataformas como African Stream y Red, esta última con sede en Berlín.
Reacción de la Embajada Rusa en Argentina
Frente a estas acusaciones, el embajador de Rusia en Argentina, Dmitry Feoktistov, emitió un comunicado rechazando categóricamente los señalamientos de Estados Unidos. Feoktistov calificó las acusaciones como “infundadas y carentes de pruebas, subrayando que Rusia mantiene con Argentina una relación de amistad y entendimiento mutuo que se ha consolidado a lo largo de casi 140 años”. En su declaración, el diplomático ruso argumentó que estas acusaciones responden a un “intento malicioso por parte de Washington de generar una brecha en las relaciones bilaterales entre ambos países”.
El embajador también criticó lo que describió como una postura neocolonial por parte de Estados Unidos, vinculando estas acusaciones con la histórica “Doctrina Monroe”, que considera a América Latina como una esfera de influencia exclusiva de Washington. Feoktistov sostuvo que las acusaciones de desestabilización forman parte de un esfuerzo más amplio por monopolizar el espacio informativo global y evitar la propagación de puntos de vista alternativos, especialmente aquellos que desafían la hegemonía estadounidense.
Según Feoktistov, las afirmaciones del Departamento de Estado son un reflejo del “deseo de Estados Unidos de mantener su control sobre América Latina y de contrarrestar los esfuerzos de Rusia para promover un mundo multipolar basado en la igualdad soberana de los Estados”. El diplomático concluyó su declaración asegurando que estos intentos de interferir en las relaciones entre Rusia y Argentina están destinados al fracaso.
Las acusaciones de Estados Unidos y la respuesta de Rusia se enmarcan en un contexto más amplio de tensiones geopolíticas entre ambas potencias. En los últimos años, Washington ha intensificado sus esfuerzos para contrarrestar la influencia rusa en América Latina, una región que históricamente ha estado bajo la influencia de la política exterior estadounidense. A su vez, Rusia ha buscado fortalecer sus vínculos con varios países de la región, incluida Argentina, como parte de su estrategia global para ampliar su presencia en regiones clave.
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