A medida que las tensiones en Medio Oriente continúan escalando, el programa de misiles de Irán, tradicionalmente visto como una de las principales herramientas del país para ejercer poder en la región, enfrenta crecientes críticas respecto a su eficacia. Este cuestionamiento surge en un contexto de amenazas mutuas entre Irán e Israel, desencadenadas por el asesinato de un líder de Hamás en Teherán. Sin embargo, las recientes operaciones militares han revelado debilidades en el arsenal iraní, lo que pone en duda su capacidad para llevar a cabo ataques precisos y efectivos.
En abril de este año, Irán lanzó un ataque sin precedentes utilizando drones y misiles contra Israel, en lo que fue el primer ataque de este tipo desde la guerra del Golfo en 1991, cuando Sadam Huseín atacó a Israel con misiles Scud. Aunque esta operación fue vista como un intento de Irán de demostrar su capacidad militar, los resultados fueron menos impresionantes de lo esperado. Muchos de los proyectiles no alcanzaron sus objetivos, y una parte significativa fue interceptada por una coalición liderada por Estados Unidos, mientras que otros fallaron en pleno vuelo o se estrellaron antes de impactar.
Un informe reciente, elaborado por el Centro James Martin de Estudios sobre la No Proliferación y compartido exclusivamente con The Associated Press, sugiere que uno de los misiles más avanzados de Irán, el Emad, es considerablemente menos preciso de lo que se pensaba. Sam Lair, investigador asociado del centro, señaló que, aunque el ataque de abril demostró cierta capacidad para alcanzar Israel, los resultados fueron decepcionantes.
El ataque iraní de abril, que incluyó el lanzamiento de 170 drones, 30 misiles de crucero y 120 misiles balísticos, pretendía ser una demostración de fuerza. Sin embargo, los resultados indican que solo una pequeña parte de los proyectiles alcanzó sus objetivos, y la mayoría fueron interceptados o fallaron en el lanzamiento. Incluso los misiles que lograron impactar en Israel lo hicieron con poca precisión. Un análisis específico de la base aérea de Nevatim, en Israel, que fue uno de los objetivos principales, reveló que los misiles Emad utilizados no lograron alcanzar los hangares de aviones F-35I, su supuesto objetivo, fallando por un promedio de 1,2 kilómetros, mucho más que el margen de error estimado inicialmente.
Esta falta de precisión puede atribuirse a una combinación de factores, como medidas de guerra electrónica implementadas por Israel, posibles defectos de diseño en los misiles iraníes y las largas distancias desde las que se realizaron los lanzamientos. Además, estas deficiencias subrayan las limitaciones de Irán en el desarrollo de tecnología militar avanzada, a pesar de sus esfuerzos por modernizar su arsenal.
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