Por Marcelo Seghini. Asesor en el Congreso de la Nación (2018-2021) y Eduardo Estevez. Asesor en el Congreso de la Nación (1994-1999).
El presupuesto destinado a la Función Inteligencia para el año 2024 ha experimentado un incremento notable, superando significativamente las cifras del ejercicio anterior y generando inquietud en torno a la transparencia y el control de los recursos asignados. El Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) 594/2024, publicado en julio, estableció un presupuesto de $17.385.993.350 para la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).
Este incremento en los fondos reservados contrasta con el presupuesto de 2023, cuando se destinaron $37.629.470.088 a la Función Inteligencia, de los cuales $744.080.037 fueron asignados a gastos reservados, representando solo el 1,98% del total. La tendencia a aumentar los fondos de uso discrecional ha encendido alarmas entre expertos y organizaciones de la sociedad civil, quienes advierten sobre los riesgos de manejar sumas tan elevadas sin una supervisión adecuada.
Sin embargo, lo más preocupante es la asignación adicional de 100 mil millones de pesos a la Secretaría de Inteligencia de Estado (SIDE), dispuesta en el Decreto DNU 656/2024. Esta suma, destinada al “fortalecimiento del Sistema de Inteligencia Nacional”, eleva el presupuesto total de la SIDE a $117.385.993.350. De este monto total, $101.700.000.000 están etiquetados como gastos reservados, lo que equivale al 86,6% del total asignado a la SIDE.
Según información proveniente del eSidif (presupuesto abierto), al 18 de agosto de este año, se habrían devengado y pagados 80.893 mil millones de pesos correspondientes a los gastos reservados otorgados por el citado DNU 656/2024.
Este aumento se suma a una transformación estructural del Sistema de Inteligencia, impulsada por el gobierno y establecida en el Decreto 614/2024, que supuestamente busca coordinar mejor los organismos de inteligencia en la protección de la soberanía nacional y los intereses estratégicos. Bajo el gobierno del presidente Milei, los gastos reservados de la SIDE han experimentado un crecimiento alarmante del 391%, totalizando $3.194 millones. Asimismo, el presupuesto total del organismo pasó de $36.741 millones a $136.741 millones con la nueva asignación, lo que representa un aumento del 675%. Estos fondos reservados, están generando inquietud debido a su posible uso en operaciones políticas. Trascendidos periodísticos indican que podrían destinarse a la compra de un canal de televisión, la contratación de una empresa de la India para manejar trolls en las redes sociales, y la relación con periodistas e influencers libertarios.
Estas maniobras sugieren un uso de los recursos de inteligencia más allá de los objetivos de seguridad nacional, lo que refuerza las preocupaciones sobre la falta de control y transparencia en su manejo.
La magnitud de esta asignación, y el hecho de que más del 86% del presupuesto total de la SIDE se considere reservado, plantea serias dudas sobre cómo se fiscalizan estos fondos. La Ley de Inteligencia Nacional permite la reserva de fondos solo si su publicidad pudiera afectar el desarrollo de las operaciones, pero el volumen y destino de estos recursos resaltan la necesidad de un mayor escrutinio público y parlamentario. En la práctica por parte de la Comisión Bicameral de Inteligencia del Congreso Nacional, que hace un día ha sido constituida pasados 8 meses de las últimas elecciones, y la Auditoría General de la Nación que reviste años de atraso en sus análisis, trabajando actualmente sobre lo actuado en el gobierno anterior.
El gobierno ha defendido estas asignaciones, argumentando “la necesidad de fortalecer la capacidad operativa del sistema de inteligencia en un contexto global cada vez más desafiante”. Teniendo en cuenta las promesas electorales del actual oficialismo de limpiar los sótanos de la democracia y espacios de “casta” en el Estado, el sideral aumento en gastos reservados de inteligencia resulta preocupante.
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