Funcionarios de inteligencia estadounidenses han revelado que Rusia ha comenzado a desviar un número significativo de tropas desde los territorios ocupados en Ucrania hacia la región de Kursk. Este movimiento, que responde a una ofensiva ucraniana en territorio ruso, podría implicar un debilitamiento de las posiciones de Moscú en el conflicto en Ucrania, según informaron dos altos funcionarios a CNN. La reubicación de fuerzas rusas en esta región estratégica podría tener un impacto considerable en el equilibrio de poder en el campo de batalla.
Despliegue de tropas y su impacto en el conflicto
Las fuentes indicaron que varios elementos militares, cada uno del tamaño de una brigada (aproximadamente 1.000 soldados por unidad), han sido movilizados hacia Kursk, donde Ucrania ha lanzado una operación que ha sorprendido tanto a Rusia como a sus aliados occidentales. Este reposicionamiento de tropas podría reflejar una necesidad urgente de Moscú para contrarrestar los avances ucranianos dentro de sus propias fronteras, lo cual podría afectar la capacidad de Rusia para mantener sus ofensivas en otras áreas clave de Ucrania.
El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, John Kirby, señaló que “Putin y el ejército ruso están desviando algunos recursos, algunas unidades, hacia la región de Kursk para contrarrestar ostensiblemente lo que están haciendo los ucranianos”. No obstante, Kirby subrayó que esto no significa que Rusia haya abandonado sus operaciones militares en otras áreas de Ucrania, como el noreste o el sur, donde todavía hay combates activos.
Consecuencias estratégicas y dilemas para Rusia
El desvío de tropas rusas hacia Kursk plantea la posibilidad de que la ofensiva ucraniana, inicialmente percibida como un intento audaz de humillar al presidente ruso Vladimir Putin, pueda tener repercusiones estratégicas más amplias en la guerra. La capacidad de Ucrania para mantener el territorio capturado en Kursk podría obligar a Rusia a reevaluar la distribución de sus recursos militares, creando lo que algunos analistas han denominado “dilemas estratégicos” para Putin.
Las fuentes indicaron que, aunque este movimiento podría reducir la presión sobre ciertas líneas de frente ucranianas, también representa un riesgo, ya que Rusia tiene la capacidad de movilizar un gran número de tropas. Sin embargo, hasta el momento, Rusia no ha desplazado sus unidades más grandes y entrenadas hacia Kursk. Según informes, el refuerzo de esta región ha consistido principalmente en reclutas no entrenados provenientes de otras partes de Rusia.
Incertidumbre y riesgos a largo plazo
Aunque la operación ucraniana en Kursk ha impresionado a las autoridades estadounidenses por su capacidad para mantener en secreto los detalles y lograr avances iniciales, hay escepticismo sobre la sostenibilidad de estos logros. Varios funcionarios estadounidenses y europeos han expresado dudas sobre la capacidad de Ucrania para mantener el territorio ruso capturado a largo plazo, advirtiendo que es demasiado pronto para evaluar el impacto final de esta operación en el desenlace del conflicto.
Además, la decisión de Estados Unidos de no permitir que Ucrania utilice armas de largo alcance suministradas por EE.UU. en Kursk refleja una cautela estratégica. Este enfoque responde, no solo al temor de una escalada del conflicto, sino también a la limitada disponibilidad de misiles de largo alcance, conocidos como ATACMS, que Estados Unidos prefiere reservar para ataques en Crimea, ocupada por Rusia.
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