Líderes mundiales están trabajando para evitar un conflicto de gran magnitud entre Israel y Hezbolá. Sin embargo, también deben actuar rápidamente para prevenir otra guerra regional, esta vez en África, cuya escalada podría traer inimaginables consecuencias para la estabilidad en un continente ya golpeado por múltiples crisis políticas.
Esta situación recuerda a la guerra que estalló entre la República Democrática del Congo (RDC), Ruanda y Uganda entre 1998 y 2003. Durante ese conflicto, nueve países africanos y 20 grupos rebeldes estuvieron involucrados, resultando en al menos 5,4 millones de muertes debido a combates, enfermedades y desnutrición, además de siete millones de desplazados. Conocida como la Guerra Mundial de África, fue el conflicto más mortal desde la Segunda Guerra Mundial.
Hoy, el conflicto entre los líderes congoleños y ruandeses se ha intensificado peligrosamente. Las iniciativas de paz han fracasado, hay una carrera armamentista en marcha y enfrentamientos mortales son frecuentes. Los indicadores de una repetición de la guerra de 1998-2003 están encendidos. Durante años, las tensiones han sido latentes, con informes de enfrentamientos graves en las provincias orientales de la RDC. Estas tensiones se han intensificado en los últimos siete meses, especialmente en el contexto de las elecciones en la RDC en diciembre de 2023.
Un informe de la ONU del 9 de julio confirmó que Uganda y Ruanda están apoyando al grupo rebelde M23 en el este de la RDC, advirtiendo sobre el riesgo de un conflicto regional más amplio. Ruanda respondió diciendo que se defendería ante cualquier amenaza.
Las razones detrás de este potencial conflicto bélico
El trasfondo del conflicto es complejo y tiene raíces históricas, pero en gran medida gira en torno al control de los ricos recursos minerales de la RDC. Tras el genocidio en Ruanda en 1994, las milicias responsables huyeron hacia el este de la RDC, y el ejército ruandés los persiguió, lo que desencadenó la gran guerra de 1998. Desde entonces, la RDC ha sido ocupada por grupos armados que se benefician de la minería ilegal.
Un nuevo conflicto podría atraer a más países. Además de la RDC, Ruanda, Uganda y Burundi, ya hay numerosos grupos armados en la región. La misión de paz de la ONU en la RDC, que debía retirarse a finales de año, ha sido solicitada para permanecer indefinidamente. Países como Sudáfrica, Malawi y Tanzania ya tienen tropas en la RDC como parte de misiones de paz, y otros países vecinos podrían verse involucrados.
Actualmente, hay al menos 120 milicias activas en la región, y grupos mercenarios como el Grupo Wagner de Rusia han sido contratados por diversos actores. El gasto militar de la RDC aumentó significativamente en 2023, lo que indica una creciente militarización.
El conflicto de 1998-2003 terminó gracias a la intervención de líderes africanos fuertes que promovieron el diálogo. Sin embargo, en el contexto político actual, caracterizado por una “epidemia” de golpes de Estado, la intervención es más difícil. Además, la Unión Africana, debilitada por retrocesos democráticos en varios países, no ha abordado la crisis en los Grandes Lagos.
Intentos recientes de alcanzar un nuevo acuerdo de paz han fracasado. La tregua humanitaria observada en el último mes ha sido violada en varias ocasiones, pero podría ser una oportunidad para que los líderes internacionales promuevan el diálogo entre los presidentes de la RDC y Ruanda. Es crucial que líderes regionales, junto con el apoyo de potencias extranjeras con intereses en la región, tomen un papel activo en prevenir una escalada.
Con 7,2 millones de desplazados en la región, una nueva escalada sería catastrófica para el continente.
Te puede interesar: El rol de África en el conflicto entre Rusia y Ucrania
Fuente: Bloomberg News
Si te gustó este artículo, seguinos con un click en y suscribite a nuestros videos en YouTube .