En las últimas semanas, los rebeldes hutíes, han intensificado su campaña de ataques contra embarcaciones civiles y comerciales en el estratégico Mar Rojo. Las fuerzas estadounidenses han respondido derribando decenas de drones utilizados por los hutíes tanto en Yemen como en el Mar Rojo, en un intento de mitigar las amenazas que estos ataques representan para la estabilidad regional y la seguridad marítima.
Escalada de ataques a buques comerciales
Dos incidentes recientes destacan la peligrosidad de la situación. El buque cisterna MT Bentley I, con bandera panameña y propiedad israelí, y el petrolero MT Chios Lion, de bandera liberiana y propiedad de las Islas Marshall, fueron atacados por los hutíes en el Mar Rojo. A pesar de que no se reportaron heridos, estos ataques subrayan el peligro constante para las tripulaciones y las operaciones comerciales en la región.
El Comando Central de Estados Unidos (USCENTCOM) emitió un comunicado calificando estos actos como “comportamiento imprudente” y advirtiendo que tales acciones no solo ponen en riesgo la vida de marineros de terceros países, sino que también amenazan la estabilidad en una región ya convulsionada. Según USCENTCOM, los hutíes afirman actuar en nombre de los palestinos en Gaza, aunque sus acciones afectan a naciones que no están involucradas en el conflicto, exacerbando las tensiones en el Mar Rojo y el Golfo de Adén.
Impacto en el comercio marítimo y la economía global
La amenaza hutí ha tenido repercusiones significativas en la navegación comercial. Un informe de la Agencia de Inteligencia de Defensa de Estados Unidos reveló que el transporte marítimo de contenedores a través del Mar Rojo se redujo en un 90% entre diciembre y mediados de febrero, lo que obligó a las compañías navieras a optar por rutas alternativas alrededor de África. Estas rutas implican un costo adicional de un millón de dólares en combustible, además de prolongar los tiempos de tránsito, lo que afecta directamente la economía global.
Al menos 29 grandes empresas energéticas y navieras han modificado sus rutas para evitar el Mar Rojo, y se estima que los intereses de 65 países han sido afectados por los ataques hutíes. Este impacto económico resalta la gravedad de la situación y la necesidad de una respuesta coordinada por parte de la comunidad internacional.
Respuesta militar y despliegue estadounidense
La respuesta militar de Estados Unidos ha sido contundente. Durante julio, las fuerzas estadounidenses destruyeron 31 drones aéreos, 16 drones de superficie y cuatro sitios de radar hutíes en Yemen, según informes de USCENTCOM. Además, el portaaviones Dwight D. Eisenhower y su grupo de ataque, tras un despliegue histórico de 275 días en la región, desempeñaron un papel crucial en la neutralización de amenazas aéreas y misiles hutíes. Este grupo de ataque fue reemplazado por el portaaviones Theodore Roosevelt, que continuará con las operaciones en la región.
El secretario de prensa del Pentágono, el general de división de la Fuerza Aérea Pat Ryder, enfatizó que Estados Unidos se toma muy en serio cualquier amenaza de los hutíes y que continuará trabajando con sus aliados para degradar e interrumpir la capacidad de los hutíes para lanzar ataques en el Mar Rojo y en toda la región. Ryder aseguró que todas las medidas necesarias se tomarán para proteger a las fuerzas estadounidenses y garantizar la seguridad en esta zona crítica.
El Mar Rojo es una arteria vital para el comercio global, conectando el Océano Índico con el Mediterráneo a través del Canal de Suez. La inestabilidad en esta región no solo amenaza el comercio internacional, sino que también tiene el potencial de escalar en un conflicto de mayores proporciones, involucrando a múltiples actores regionales e internacionales. Los ataques hutíes, respaldados por Irán, se enmarcan en una lucha más amplia por el control y la influencia en Medio Oriente, en la que se entrelazan intereses políticos, religiosos y económicos.
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