Kamala Harris y el futuro de la política exterior de Estados Unidos: ¿un cambio de rumbo?

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Luego de la salida de Biden de la carrera por la reelección presidencial, y con la posibilidad de que Kamala Harris se convierta en la próxima presidente de Estados Unidos, hay un creciente interés en saber cómo sería su política exterior. Harris, conocida por su poco conocimiento en materia de asuntos internacionales, genera tanto incertidumbre como esperanza en los votantes estadounidenses. Su enfoque global, debido a sus raíces inmigrantes y su pertenencia al sector progresista de los demócratas (aunque no es una socialista), promete traer una perspectiva novedosa, fresca y (pos)moderna al escenario global. Pero ¿cómo se traduciría esto en acciones concretas?, ¿cuánto de cambio respecto de la administración Biden traería al escenario internacional?

Una perspectiva globalizada y ¿pragmática?

Aunque es conocido que la actual candidata a la presidencia de EEUU no posee un conocimiento extenso en asuntos internacionales, también es cierto que no es una novata en la arena global. Desde su tiempo en el Senado hasta su papel como vicepresidente, ha acumulado una considerable experiencia en política exterior, y su enfoque general parece ser pragmático y adaptativo, basado en escuchar, actuar y ajustar tácticas según sea necesario.  Este estilo se hizo evidente en su trabajo en América Central y el Caribe, donde buscó abordar las causas fundamentales de la migración mediante la colaboración con socios locales y un entendimiento de los problemas regionales. Sin embargo, los resultados de su diplomacia en este asunto han sido cuestionados y frecuentemente señalados como un fracaso por el candidato republicano a la presidencia, Donald Trump.

Al mismo tiempo, Harris representa un cambio generacional y una adopción firme de la agenda progresista. Su elección como candidata a la presidencia busca solidificar el apoyo de los sectores progresistas, vitales en las elecciones de 2020, que se habían distanciado debido al respaldo de Biden a Israel en la guerra de Gaza. Mantener el apoyo de los jóvenes comprometidos con temas de diversidad, cambio climático y derechos humanos es esencial para la base demócrata actual, por lo que su política exterior probablemente reflejará estas prioridades contemporáneas.

Reforzando lazos en Europa

En cuanto a Europa, es probable que Harris mantenga el compromiso de Biden con la OTAN y las alianzas transatlánticas. No obstante, su enfoque podría ser más pragmático y menos emocional, similar a la política exterior de Barack Obama, quien fue precursor del pivote hacia Asia. En este contexto, en términos de seguridad, podríamos observar una estrategia de “offshore balancing” que se situaría en un punto intermedio entre las propuestas de Trump y Biden. Esto sugiere que Harris seguirá fortaleciendo estos lazos mediante una diplomacia multilateral y colaborativa, al tiempo que abogará por una mayor autonomía de Europa en cuestiones de seguridad. Además, es probable que Harris ponga énfasis en la cooperación con la UE en áreas clave como el cambio climático, la seguridad cibernética y la promoción de los derechos humanos.

Un enfoque equilibrado en el Indo-Pacífico

El Indo-Pacífico es la región mas importante para Washington y Harris en su papel de vicepresidente ya ha dejado su huella. Ha viajado varias veces al sudeste asiático, en busca de apoyo y construcciones de afianzamiento de relaciones, prometiendo su compromiso con la estabilidad y la prosperidad regionales a cambio de un aislamiento de China. En este sentido, su enfoque hacia China ha sido marcado por la agenda del presidente Biden, buscando un equilibrio entre competencia y cooperación.

Como se acaba de mencionar, Harris ha enfatizado la importancia de fortalecer las alianzas de Estados Unidos en la región. Durante sus visitas a países como Japón, Corea del Sur, Indonesia, Tailandia y Filipinas, ha demostrado un compromiso claro con la agenda de seguridad y económica de Biden. Sin embargo, su oposición a acuerdos de libre comercio tradicionales, como el TPP, y su voto contra el USMCA indican una inclinación hacia una política comercial que priorice los derechos de los trabajadores y las preocupaciones ambientales.

Un cambio de perspectiva en el Medio Oriente

El enfoque de Harris hacia el Medio Oriente podría diferir en parte del de Biden, especialmente en relación con Israel y Gaza. La candidata ha mostrado una mayor disposición a criticar las acciones del Primer Ministro Netanyahu y a reconocer los costos humanos del conflicto para los palestinos. Esta postura, que le ha ganado el apoyo de los votantes jóvenes y podría atraer a la comunidad árabe en estados electorales clave como Michigan, podría volverse en contra cuando se trate de gestionar la política en una de las regiones más convulsionadas del mundo. De esta manera, Harris ha adoptado una posición más crítica hacia Israel en comparación con Biden, enfatizando el sufrimiento palestino en Gaza y presionando por un alto el fuego que garantice la liberación de rehenes y la llegada de ayuda humanitaria.

¿Cambio de rumbo o continuidad?

Aunque es probable que la política exterior de Kamala Harris mantenga muchas de las continuidades de la administración Biden, especialmente en su apoyo a Ucrania y su compromiso con la OTAN, también podría marcar diferencias relevantes, en especial con relación a Medio Oriente. Harris podría adoptar una perspectiva más pragmática en lo relacionado con Europa, pero más idealista y más rígida en lo relacionado con Gaza, priorizando una gama más amplia de valores progresistas. Aunque su política hacia China, India y el Indo-Pacífico podría seguir en gran medida la línea de Biden, su posible enfoque más pronunciado en derechos humanos y democracia podría diferenciarla. 

De esta manera, la posibilidad de una presidencia de Kamala Harris ofrece una perspectiva interesante para la política exterior de Estados Unidos. El impacto de su liderazgo dependerá de cómo maneje las complejidades de las relaciones internacionales del siglo XXI y los conflictos que heredará. En un mundo cada vez más interconectado y enfrentado a problemas complejos, su liderazgo será observado de cerca y evaluado por su capacidad para equilibrar intereses estratégicos y valores éticos.

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