La República Popular China ha confirmado la interrupción de las conversaciones sobre control de armas nucleares con Estados Unidos. Esta decisión, anunciada a principios de esta semana, se presenta como una represalia directa por la continua venta de armas estadounidenses a Taiwán, intensificando aún más las ya tensas relaciones entre las dos superpotencias.
Este movimiento de Pekín no es un hecho aislado, sino que se inscribe en un patrón de conducta más amplio, según explican expertos en la materia. Brian Hart, miembro del Proyecto de Poder de China en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, señala que “una parte de su objetivo es vincular la cuestión de Taiwán a otros asuntos que Washington considera importantes”. En otras palabras, el gobierno chino está enviando un mensaje claro: no se puede avanzar en cuestiones de importancia estratégica o nacional sin abordar el tema de Taiwán
La situación actual evoca recuerdos de agosto de 2022, cuando la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, a Taiwán desencadenó una respuesta similar por parte de China. En aquella ocasión, Pekín cortó una serie de canales de diálogo y compromiso, incluyendo áreas clave de interacción militar. Hart recuerda que “fue necesario un gran esfuerzo para reconstruir algunas de esas áreas de diálogo”.
Es importante destacar que China ha mantenido históricamente una postura reticente hacia las conversaciones sobre armamento nuclear con Estados Unidos y Rusia. A pesar de que Rusia suspendió las negociaciones con EE.UU. el año pasado, Washington ha persistido en su búsqueda de un compromiso bilateral con China para prevenir malentendidos potencialmente catastróficos. En los últimos meses, se había logrado cierto progreso, con ambas naciones entablando consultas semioficiales. Sin embargo, este avance se encuentra ahora en un punto muerto.
Daniel Rice, experto en estrategia militar y política de China del Centro Krulak de Innovación y Guerra Futura, ofrece una perspectiva adicional sobre la renuencia de China a participar en estas negociaciones. Según Rice, Pekín percibe estas conversaciones como una potencial limitación para alcanzar un nivel de paridad con otras grandes potencias nucleares como Estados Unidos y Rusia. “Les proporciona simplemente más flexibilidad en la forma en que enfocan su modernización militar”, explica Rice. “En términos de desarrollo nuclear, China quiere tener su propia autonomía en la toma de decisiones. La firma de un acuerdo formal, si alguna vez se llegara a ese punto, limitaría fundamentalmente las opciones de Pekín”.
China sigue engrosando y modernizando su arsenal nuclear
El rápido avance de China en materia de energía nuclear ha sido motivo de creciente preocupación para Estados Unidos y sus aliados. Según estimaciones del Pentágono, China podría poseer más de 1.000 cabezas nucleares operativas para 2030, muchas de las cuales estarían desplegadas en altos niveles de preparación. Esta expansión y diversificación del arsenal nuclear chino fue objeto de una advertencia explícita por parte de la OTAN en su reciente cumbre, donde se instó a China a entablar conversaciones para reducir los riesgos estratégicos.
Aunque el número actual de armas nucleares chinas (estimado en unas 400) no se acerca a las 3.700 que posee Estados Unidos, la importante inversión de Pekín en este campo sugiere una clara aspiración a alcanzar “un mayor nivel de paridad con Washington y Moscú”, según Hart. Esta búsqueda de igualdad estratégica tiene implicaciones significativas para el equilibrio de poder global y, en particular, para la situación en el estrecho de Taiwán.
La negativa tanto de China como de Rusia a negociar medidas para frenar la carrera armamentística nuclear ha encendido las alarmas entre los expertos. Jennifer Reeves, Senior Fellow del Mitchell Institute for Aerospace Studies, subraya la importancia de la modernización de la tríada nuclear de Washington en este contexto. “La forma en que contrarrestamos estas amenazas es mediante la disuasión, y debe estar respaldada por una fuerza creíble”, afirma Reeves. “Este país debe recapitalizar su empresa nuclear, y hacerlo de la forma más rápida, ágil y competente posible”.
El Pentágono está llevando a cabo un ambicioso programa de modernización que incluye la adquisición de 100 bombarderos B-21 para reemplazar a los antiguos B-1 y B-2 en la década de 2030, así como el desarrollo del misil balístico intercontinental Sentinel para sustituir al obsoleto Minuteman III. A pesar de los sobrecostos, el proyecto Sentinel recibió recientemente luz verde para continuar, lo que Reeves describe como “nuestra única opción en este momento”.
Frente a la decisión de China de interrumpir las conversaciones, el Departamento de Estado de EE.UU. ha expresado su preocupación, señalando que el enfoque de la República Popular China “socava la estabilidad estratégica y aumenta el riesgo de una dinámica de carrera armamentística”. No obstante, Washington mantiene su disposición a “desarrollar y aplicar medidas concretas de reducción de riesgos con China”, según declaró el portavoz Matthew Miller.
Por su parte, un funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores chino ha indicado que China está dispuesta a mantener conversaciones con Washington sobre el control internacional de armamento, pero exige que Estados Unidos “respete” los intereses de China en Taiwán.
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