La Armada del Ejército Popular de Liberación de China ahora cuenta con varias clases de buques de guerra, cazas de quinta generación y una fuerza submarina en crecimiento. Estos recursos, junto con lo que el almirante Samuel Paparo del Comando Indo-Pacífico de Estados Unidos describe como actividades ilegales, coercitivas, agresivas y engañosas en la zona gris marítima, parecen sugerir que los objetivos estratégicos de China son evidentes por sí mismos.
No obstante, al analizar más detenidamente, los estrategas cuestionan si Estados Unidos, y en general Occidente, comprenden cuánto valora China el poder marítimo como un elemento clave de su gran estrategia. ¿Estamos reflejando nuestras expectativas razonables y racionales en Beijing?
El problema del mirroring es que genera políticas que buscan provocar ciertos comportamientos bajo el supuesto de que ambos actores piensan igual. Esta duplicación puede ser producto de la institucionalización o la falta de imaginación, algo que los analistas navales occidentales tardaron décadas en discernir durante la Guerra Fría. Incluso referirse a China como el “desafío de ritmo” estratégico de Estados Unidos implica un reflejo al compararlos.
Por lo tanto, los formuladores de políticas deberían plantearse tres preguntas para entender la visión de China sobre el poder marítimo y así formular una estrategia naval sólida y optimizar los recursos futuros.
Las incógnitas que se hace Occidente sobre China y su poder naval
Primero, ¿por qué China no emplea su fuerza naval como lo hace Estados Unidos?
Aunque China está construyendo portaaviones, construir no es lo mismo que operar. Hay amplia evidencia de que China utilizará sus barcos de manera distinta a las armadas de Estados Unidos o Reino Unido.
Por ejemplo, los portaaviones chinos navegan casi exclusivamente en los mares cercanos y rara vez se aventuran más allá de la primera cadena de islas, desde las islas japonesas del Mar de China Oriental hasta Filipinas. Esto es curioso considerando que estas aguas están mayormente rodeadas por las zonas armamentísticas de los vecinos de China.
Además, mientras que las armadas occidentales utilizan portaaviones para proyectar poder, China parece usarlos para proteger otras fuerzas navales. El crucero clase Renhai de China, equipado con misiles antibuque de largo alcance, podría ser la pieza central de un grupo de trabajo en lugar de un portaaviones.
Algunos consideran que el programa de portaaviones de China es una “obra maestra de propaganda”. Tal vez el fortalecimiento naval de China tenga que ver con la paridad numérica o con la imitación, o tal vez vea los portaaviones como un símbolo de estatus de superpotencia. Independientemente de la razón, asumimos erróneamente que barcos similares bajo diferentes banderas se emplearán de la misma manera.
Segundo, ¿Por qué China no busca asociaciones marítimas como lo hace Estados Unidos?
La Marina de EE. UU. valora las asociaciones marítimas multilaterales en la región del Indo-Pacífico, fortaleciéndolas mediante intercambios, ejercicios y cooperación industrial. China no ha seguido el mismo enfoque.
Más recientemente, China evitó participar en la Operación Guardián de la Prosperidad en el Mar Rojo, subrayando su enfoque unilateral y escéptico hacia el multilateralismo, posiblemente por temor a perder prestigio en un espacio marítimo congestionado o por considerar que las asociaciones son desventajas.
Al asumir que la creación de asociaciones es esencial para todas las estrategias navales regionales, las armadas occidentales proyectan expectativas diplomáticas y militares en China.
Tercero, ¿Por qué China no utiliza sus instalaciones navales en el extranjero como lo hace Estados Unidos?
Una marina global de aguas azules se caracteriza por una red de bases y acuerdos de acceso a puertos en países aliados. Las flotas occidentales utilizan puertos extranjeros para extender su resistencia operativa y mantener una presencia avanzada. Aunque se ha hablado mucho sobre los elementos marítimos de la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, hay una diferencia entre puertos y bases; Long Beach no es San Diego.
China ha preferido la inversión comercial directa a la construcción de instalaciones militares, resultando en una influencia marítima limitada en el Océano Índico. Los buques de guerra chinos repostan en Sri Lanka, pero las reparaciones y el rearme se realizan en casa. La duplicación ocurre cuando esperamos que China use sus instalaciones en el extranjero como una extensión de su poder naval. Estos supuestos pueden influir en las decisiones políticas de Estados Unidos, que asignan tiempo y recursos limitados.
Para ser justos, es fácil caer en la falacia del reflejo. A un ojo inexperto, los buques de guerra, aviones, armas e incluso uniformes de China parecen similares a los de Occidente. Y su beligerancia hace que sea fácil suponer lo peor.
Sin embargo, nuestras opiniones sobre el poder marítimo pueden diferir fundamentalmente. Basta con observar el uso de China de una milicia “paranaval” para imponer políticas marítimas, una táctica contraria a las concepciones occidentales del Estado de derecho en el mar.
El análisis debe ser claro dado lo que está en juego con dos potencias nucleares. A medida que Estados Unidos y sus aliados posicionan sus políticas y plataformas para el futuro, sería prudente reconocer si estamos reflejando nuestras percepciones en los competidores y cuándo. Solo entonces podremos apreciar que la percepción del poder marítimo puede variar según quien lo contemple.
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Fuente: Defense News
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