El reciente accidente del cazabombardero Dassault Mirage 2000P de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) durante una misión de entrenamiento, ha puesto nuevamente sobre la mesa la impostergable necesidad de modernizar tecnológicamente al arma aérea de combate de este país sudamericano. Si bien las investigaciones sobre el lamentable suceso darán sus resultados en las próximas semanas, lo que queda claro es que está llegando el momento de tomar la decisión de reemplazar a este noble sistema de armas de origen francés, que ya tiene casi 40 años de servicios a la nación.
Sin ninguna pérdida en todo este tiempo, hasta este lamentable accidente del pasado jueves 11 de abril, lo que habla muy bien de las capacidades profesionales tanto de las tripulaciones como del personal de mantenimiento, el M-2000 ha tenido un desempeño excepcional y reconocido, habiendo participado activamente en el conflicto del Alto Cenepa de 1995. Y, como precisamente se recuerda en estos días, también fue protagonista de hechos tan impensables como una presentación histórica ocurrida en los cielos de Santiago de Chile, en el marco del FIDAE 1994, hoy la más importante feria aeronáutica sudamericana.
Igualmente, ha estado presente en los sucesivos ejercicios con la fuerza aérea de los Estados Unidos y la aviación naval de dicho país, donde realizó entrenamientos aéreos disimilares denominados “Halcón – Cóndor”, y los más próximos “Resolute Sentinel” con el concurso de varios países sudamericanos.
Esos tiempos de alta operatividad, lamentablemente, empezaron a decaer en años recientes, con las decisiones de austeridad dispuestas por los gobiernos de turno, al punto que al proceso de modernización integral prometido le cedió espacio una más modesta recuperación de capacidades, con una que otra innovación.
Hoy, con los RSK MiG-29 SMP reposando en sus hangares del norte mientras esperan su incierto destino, los únicos vectores de caza peruanos son, en realidad, este puñado de Mirage, de los que ahora solo quedan 11 unidades de las 12 recibidas a partir de 1985.
El panorama actual describe, entonces, a una FAP reducida en sus capacidades de combate, si consideramos la progresiva desactivación de varios sistemas, incluyendo los Suhkoi Su-22 Fitter, Aermacchi MB-326, Embraer EMB-312 Tucano T-27 y los Cessna A-37B Dragonfly.
Es verdad que gracias al esfuerzo del SEMAN Perú, la vida operativa de una decena de Su-25 se mantiene, a partir del proyecto de recuperación y modernización liderado por el Servicio de Mantenimiento (SEMAN Perú SAC), con la cooperación del fabricante, JSC Sukhoi Company.
Pero, sin los Fulcrum en capacidad de volar, con unos pocos M-2000 aún disponibles, y otros tantos Su-25 en pleno proceso de reincorporación al servicio activo, el panorama de la defensa aérea es, por lo menos, preocupante. El alto mando de la FAP tiene el enorme desafío de convencer al gobierno central para que libere los presupuestos necesarios que permitan financiar la recuperación de la que, en varios momentos de la historia, fue de las más poderosas fuerzas aéreas latinoamericanas.
*Fotografías empleadas a modo de ilustración.
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