Un reciente informe del Servicio Agrícola Exterior (FAS, por sus siglas en inglés) del Departamento de Agricultura de EE.UU. afirma que Argentina tendrá altibajos en su producción de oleaginosas, afectando a la soja, su principal producto de exportación. Según el documento, “se prevé que la superficie plantada de soja en Argentina se reduzca en un millón de hectáreas en la campaña comercial 2025-26”.

En consonancia, el informe expresa que el girasol mantendrá su “área estable”, aunque el maní “sufrirá una caída significativa debido a la baja rentabilidad”. En conjunto, estos cultivos son los principales productos de exportación dentro del sector agrario argentino, participando ampliamente en la creación de divisas.
Algunos números
Por un lado, el FAS prevé que la superficie plantada de soja descienda de 17,5 millones de hectáreas a 16,5 millones, además de que continúen aumentando sus costos de producción. “Los márgenes, especialmente en las tierras alquiladas, serán muy reducidos o incluso negativos en 2025-26″, señaló el organismo, que destaca que más del 75% de la producción de soja de Argentina se realiza en tierras alquiladas.

Por el otro, y en términos positivos, el FAS considera que la producción de este cultivo se mantenga estable en torno a los 49,5 millones de toneladas “debido a un ligero aumento del rendimiento”. En paralelo, destaca que las exportaciones podrían aumentar en un 17% durante este período, alcanzando las 5/6 millones de toneladas.
Y si bien la soja es el principal motor de este sector, el resto de los cultivos mantiene un panorama alentador. Según el FAS, la superficie sembrada de girasol se mantiene estable “gracias a los buenos rendimientos y al aumento de la superficie en zonas marginales”. Un escenario más desafiante podría enfrentar el maní, donde se espera una reducción de la producción por la caída de precios y de rentabilidad.
Desafíos y perspectivas
A grandes rasgos, el sector agrícola (enfocado principalmente en oleaginosas) estará marcado por desafíos internos. El principal de ellos recae en las condiciones climáticas y el rendimiento del país. Las lluvias recientes, por ejemplo, mejoraron las condiciones de los cultivos, aunque algunas regiones todavía luchan contra la sequía.
“Las lluvias aliviaron los efectos de las condiciones climáticas adversas durante una etapa crítica del desarrollo del cultivo. Una prolongada sequía unida a las altas temperaturas registradas a finales de diciembre de 2024 y enero de 2025 afectó significativamente a los rendimientos. Las regiones septentrionales de producción se vieron especialmente afectadas por el estrés térmico y los déficits de humedad del suelo”, reza el informe.
El panorama positivo se encuentra en la molienda de estos granos y su capacidad de exportación. El FAS destaca que Argentina seguirá siendo el mayor exportador mundial de harina y aceite de soja, aumentando la molienda en 500.000 toneladas. “Se espera que el sector argentino de trituración funcione por encima del 60% de su capacidad operativa en la campaña 2025/26, lo que supone una recuperación moderada respecto a años anteriores”, subraya.
En paralelo, el informe estadounidense destaca dos problemas centrales. Considerándolos desafíos estructurales, puntualiza en “los elevados costes de la energía y la mano de obra, así como las ineficiencias del transporte nacional”. No obstante, afirma que las “inversiones en modernización de plantas y capacidad de producción de biodiésel” serán el refuerzo que el sector necesita para impulsar su posición competitiva.
Por último, y si bien la industria de oleaginosas tendrá múltiples ajustes y cambios, el FAS puntualiza en que la respuesta del mercado y las políticas gubernamentales “serán clave para determinar el impacto a largo plazo en la matriz productiva del país”. Puntualmente en materia de exportaciones, Argentina mantendrá sus principales mercados, como China, Estados Unidos y Chile.
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