Las Fuerzas Armadas del Reino Unido atraviesan un periodo de debilitamiento sin precedentes, lo que pone en duda su capacidad para afrontar un conflicto con Rusia. Diversos informes y expertos han alertado sobre el deterioro de las capacidades militares británicas, marcadas por recortes presupuestarios, reducción de personal y una flota de blindados en condiciones críticas.
El primer ministro británico, Keir Starmer, ha manifestado su intención de enviar tropas y tanques a Ucrania como parte de una fuerza de paz, siguiendo una línea similar a la planteada recientemente por el presidente francés Emmanuel Macron. Sin embargo, detrás de este plan surgen interrogantes sobre la viabilidad de un despliegue efectivo sin el respaldo directo de Estados Unidos, que ha manifestado su reticencia a involucrarse más allá de la asistencia material y financiera.

Capacidades militares británicas en declive
Desde el fin de la Guerra Fría, tal como expone National Interest, el Reino Unido ha experimentado una disminución sostenida en sus fuerzas armadas. Informes recientes indican que el Ejército británico se ha reducido a su menor tamaño desde las Guerras Napoleónicas, con apenas 73.000 soldados en servicio activo. Esta cifra contrasta drásticamente con los 1.3 millones de efectivos con los que cuenta el Ejército ruso, lo que genera serias dudas sobre la capacidad de Londres para sostener una operación militar de gran escala.
Uno de los puntos más críticos es el estado de vehículos blindados. En 2023, se informó que el Reino Unido disponía de aproximadamente 200 tanques de batalla principales (MBT) Challenger 2. Sin embargo, solo el 20% de ellos —alrededor de 40 unidades— se encontraban en condiciones operativas. Esta escasez se atribuye a los recortes presupuestarios de las últimas décadas y a la falta de inversión en la modernización de la flota blindada.

Riesgos de una escalada y árticulo 5 de la OTAN
El plan de Starmer para desplegar tropas británicas en Ucrania ha generado preocupación sobre los riesgos de una escalada con Rusia. En caso de que fuerzas británicas o francesas sean atacadas, se podría activar el Artículo 5 de la OTAN, lo que obligaría a los Estados Unidos y otros miembros de la alianza a intervenir directamente en el conflicto. Esta posibilidad podría derivar en una guerra a gran escala en Europa, un escenario que el presidente estadounidense Donald Trump ha tratado de evitar.
Además, la capacidad real del Reino Unido para disuadir a Rusia es cuestionable. La pérdida de tanques Challenger 2 enviados previamente a Ucrania en combate con las fuerzas rusas ha evidenciado la fragilidad del equipamiento británico ante un enemigo con mayor capacidad industrial y logística.

El rol de Estados Unidos y la posición europea
Desde Washington, la administración Trump ha dejado claro que no respaldará automáticamente cualquier iniciativa militar británica o europea en Ucrania. Esta postura refleja una estrategia de desvinculación parcial de los conflictos europeos, incentivando a los países del continente a asumir una mayor responsabilidad en su propia defensa.
Por su parte, Francia también ha mostrado intención de enviar tropas a Ucrania, pero hasta el momento no hay un consenso dentro de la Unión Europea sobre cómo proceder. La falta de coordinación y la debilidad de sus capacidades militares han hecho que las promesas de apoyo a Ucrania sean, en muchos casos, más retóricas que prácticas.
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