Según el último Índice de Democracia global publicado por The Economist, el año electoral más importante de la historia puso a prueba los sistemas democráticos de 167 países, y los resultados no son alentadores. Cerca de la mitad de la población mundial vivió elecciones en 2024, con unos 1.650 millones de votos emitidos en más de 70 naciones. En el caso de Argentina, se ha visto un mantenimiento de su tendencia histórica, siendo una de las democracias más fuertes de la región, aunque lejos de los puestos más altos, y con mucho camino por recorrer.
Sin embargo, el informe, que se basa en cinco criterios, proceso electoral y pluralismo, funcionamiento del gobierno, participación política, cultura política y libertades civiles, revela que la democracia global está en el peor estado de casi dos décadas, con un promedio mundial que ha caído a 5,17, por debajo del pico de 5,55 alcanzado en 2015.
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“Solo el 6,6% de la población mundial vive en una democracia plena, en comparación con el 12,5% hace una década”, se destaca en el estudio, mientras que dos de cada cinco personas viven bajo regímenes autoritarios. Entre los casos más llamativos, Noruega ha sido nombrada el país más democrático por decimosexto año consecutivo, con una puntuación de 9,81, mientras que Afganistán encabeza la lista de los sistemas más deficientes, con tan solo 0,25 puntos.
El análisis global también subraya una creciente insatisfacción con los sistemas democráticos tradicionales. Joan Hoey, directora del Índice de Democracia, señaló: “Las causas de esta prolongada recesión de la democracia son complejas. Durante las últimas dos décadas, el descontento popular con los sistemas políticos democráticos ha dado lugar al ascenso de insurgentes como Donald Trump, Nigel Farage, Javier Milei y Marine Le Pen. Si estos líderes no logran mejorar la gobernanza y generar cambios tangibles, el descontento y la polarización política seguirán creciendo”.
Argentina, calificada como una “democracia defectuosa”
En el caso de Argentina, el Índice de Democracia elaborado por The Economist ubicó al país en el puesto 54 de un ranking de 165 naciones en 2024, clasificándolo como una “democracia defectuosa”. Según el informe, el gobierno de Javier Milei se enfrenta a un escenario de profundización de las divisiones partidarias, exacerbadas por el auge de las redes sociales que tienden a reforzar sesgos y crear cámaras de eco que luego se replican en la confianza general de la población en el gobierno nacional.
El reporte destaca que, gracias a los excelentes resultados en el respeto a la propiedad privada y un nivel de confianza relativamente alto en el gobierno, la Argentina pudo remontar su situación inicial y obtener las siguientes calificaciones (siendo 0 el mínimo y 10 el máximo): 9,17 en proceso electoral y pluralismo; 5 en funcionamiento del gobierno; 6,11 en participación política; 3,75 en cultura política; y 8,53 en libertades civiles, lo que sitúa el promedio en 6,51.
“Si Milei logra fortalecer la posición de su gobierno en el Congreso durante las elecciones de medio término de octubre y mejorar los niveles de vida, la confianza pública podría aumentar, pero los riesgos son numerosos”, señala el informe, reflejando la incertidumbre sobre la estabilidad democrática en el país en medio de un año electoral, que se espera que exacerbe la polarización ideológica.
Este panorama global, en el que la democracia representativa está siendo cuestionada y la brecha entre los regímenes democráticos y autoritarios se amplía, se subraya el desafío que enfrentan los Estados para responder a las necesidades de la gente. En el caso argentino, el reto de fortalecer y revitalizar la democracia se presenta como una tarea crucial para garantizar una gobernanza efectiva en los años venideros, más aún si el gobierno busca recuperar su presencia y reputación a nivel internacional.
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