Investigadores de China aseguran haber desarrollado nuevos misiles de última generación que podrían cambiar el futuro de la guerra, al ser capaces de modificar su velocidad en pleno vuelo y eludir sistemas de detección temprana.
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La investigación de los científicos chinos
Se informa que este avance se inspiró en problemas experimentados por la nave espacial de Boeing que “dejó varados” a dos astronautas de la NASA en la Estación Espacial Internacional (ISS) el año pasado, según el South China Morning Post. “En un giro irónico de resolución de problemas cósmicos, los investigadores chinos han transformado un dolor de cabeza persistente de la NASA en un avance revolucionario en la propulsión que podría redefinir la guerra moderna y los viajes espaciales”, señaló el medio.
En junio de 2024, los astronautas Butch Wilmore y Suni Williams quedaron atrapados en la ISS después de que la cápsula Boeing Starliner en la que viajaron presentara múltiples fallas y posteriormente retornara a la Tierra sin tripulantes. Lo que inicialmente estaba previsto como una misión de aproximadamente una semana se convirtió en una estadía de 10 meses en el espacio, con el regreso de los astronautas programado para mediados de marzo.
El principal inconveniente de la cápsula Starliner fue una pérdida de gas helio en varios puntos. Este gas es fundamental para la presurización de los cohetes de combustible líquido, ya que empuja el combustible hacia la cámara de combustión. Dado que debe almacenarse por separado y liberarse a través de válvulas cuando es necesario, su manipulación implica un alto riesgo de fugas. En el pasado, este problema también afectó a otras naves espaciales, como la Chandrayaan-2 de la India y el Ariane 5 de la Agencia Espacial Europea, según Reuters.
Los nuevos misiles desarrollados por China
Un estudio publicado el 10 de febrero en la revista china Acta Aeronautica et Astronautica Sinica describe el desarrollo de un motor de cohete que introduce directamente gas helio junto con el combustible dentro de la cámara de combustión mediante inyección a través de poros microscópicos. Este proceso no solo presuriza el combustible y optimiza la reacción, sino que también disminuye la probabilidad de fugas. Además, a diferencia de los cohetes que emplean propulsores líquidos como el Starliner, esta tecnología permitiría el uso de una combinación de combustible sólido y gaseoso, lo que reduciría los costos y mejoraría la fiabilidad del sistema.
Los investigadores sostienen que, con una proporción adecuada de helio y combustible, el motor podría producir un empuje más de tres veces superior al generado por el combustible convencional. Asimismo, la posibilidad de ajustar de manera remota la cantidad de helio introducido en el motor permitiría modificar la velocidad del cohete en pleno vuelo, dificultando su rastreo e intercepción.
Otro beneficio teórico de este motor es la reducción del calor excesivo. Según los científicos, su columna de escape podría ser hasta 2.880 grados Fahrenheit (1.600 grados Celsius) más fría que la de un cohete convencional. En caso de aplicarse a misiles, esto los haría prácticamente indetectables para los sistemas de alerta temprana actuales, como los satélites Starshield de SpaceX, que identifican y siguen misiles a partir de sus firmas infrarrojas, según Interesting Engineering. Además, dado que los cohetes de combustible sólido son más económicos que los de combustible líquido, esta innovación podría reducir considerablemente los costos de lanzamiento espacial, un factor clave en un contexto de creciente actividad en este ámbito a nivel global.
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