El Ejército Popular de Liberación de China (EPL) realizó maniobras militares que incluyeron el despliegue de aviones J-11, aeronaves de alerta temprana KJ-500 y drones armados, utilizando fuego real en las costas del suroeste de Taiwán. Estas operaciones, calificadas por Taipéi como una “provocación flagrante”, se llevaron a cabo en un contexto de crecientes tensiones en el Estrecho de Taiwán. El ejercicio militar tuvo lugar poco después de que un cable de comunicaciones submarino fuera cortado, un incidente que ha intensificado las disputas entre ambas partes.
Ejercicios militares sin aviso previo
El Ministerio de Defensa de Taiwán informó que el 26 de febrero detectó la presencia de 32 aeronaves militares chinas y varios buques de guerra operando en el estrecho de Taiwán. De estos, 22 aviones cruzaron la línea media del estrecho, un límite no oficial que separa ambas jurisdicciones y cuya violación aumenta las tensiones en la región. Además, China estableció unilateralmente una zona de ejercicios a solo 74 km de la costa taiwanesa sin aviso previo, una acción que incumple las prácticas internacionales en materia de seguridad marítima.
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El EPL justificó la realización de estos ejercicios como una “advertencia” ante cualquier intento de “separatismo” por parte de Taiwán, reiterando su compromiso con la “reunificación de la madre patria”. Esta postura fue reforzada por Wang Huning, un alto dirigente del Partido Comunista Chino, quien insistió en la necesidad de asumir con firmeza el control de las relaciones a través del estrecho y de avanzar en la “reunificación nacional”.
Implicaciones estratégicas y respuesta taiwanesa
Las maniobras chinas se producen en un momento de creciente preocupación por la seguridad en la región. La ciudad de Kaohsiung, ubicada en el suroeste de Taiwán, es un centro neurálgico que alberga bases navales y aéreas clave para la defensa de la isla. El Ministerio de Defensa de Taiwán denunció que la presencia militar china representa una amenaza directa a la seguridad del tráfico aéreo y marítimo en el Indo-Pacífico, calificando a China como “la mayor amenaza para la estabilidad regional”.
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Como respuesta, Taiwán desplegó fuerzas aéreas, navales y terrestres para monitorear la situación y tomar las medidas necesarias para garantizar su seguridad. Esta acción forma parte de una estrategia de defensa ante el aumento de la presión militar china en la zona.
El incidente del cable submarino y las acusaciones cruzadas
El contexto de tensión se ha visto agravado por la reciente ruptura de un cable de comunicaciones submarino cerca de las costas de Taiwán. Las autoridades taiwanesas detuvieron a un buque de carga con bandera de Togo, tripulado por ciudadanos chinos, sospechoso de haber causado el daño. Pekín rechazó cualquier implicación y acusó a Taiwán de “manipular” el incidente para justificar sus críticas hacia China.
Esta no es la primera vez que Taiwán reporta problemas con sus cables submarinos. En los últimos dos años, ha registrado al menos cinco incidentes similares, lo que ha generado preocupación sobre posibles sabotajes. En el ámbito internacional, algunos analistas han trazado paralelismos entre estos hechos y los daños sufridos por cables submarinos en el mar Báltico tras la invasión rusa a Ucrania.
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Imágenes utilizadas con fines ilustrativos.