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A tres años de la guerra entre Rusia y Ucrania – Implicancias y medidas en el sector energético europeo

Exactamente tres años atrás comenzaba la guerra entre Rusia y Ucrania, sin saber que traería múltiples transformaciones e implicancias en el sector energético a nivel mundial, pero principalmente en la Unión Europea (UE). El uso del suministro de gas como arma por parte de Rusia provocó una crisis energética y llevó a un aumento exponencial de los precios de la energía, obligando a Europa a buscar alternativas para reducir su dependencia energética de Moscú. 

Antes de la guerra, Rusia suministraba aproximadamente el 45% del gas que importaba Europa, y en septiembre del 2022 se redujo al 14%. La UE inevitablemente tuvo que implementar diversas medidas para mitigar la volatilidad del mercado, proteger a sus empresas y priorizar la estabilidad de sus ciudadanos, incluyendo la aceleración de la transición hacia energías renovables. 

Las cifras del sector energético

El mercado europeo siempre ha sido para Rusia una gran ventaja. Desde su llegada al poder, Putin implementó la denominada “diplomacia de la energía”, instalándose en su gobierno y convirtiéndose en uno de los faros de la política exterior rusa. 

Entre el 2011 y el 2021, las ventas de energía suponían entre el 62% y el 77% de las facturas energéticas europeas, según datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE).  En 2021, las compras energéticas procedentes de Moscú rebasaron los 108.000 millones de euros. Hacia el mismo año, Rusia se convertía en el quinto mayor socio del sector exterior de Europa y el tercer mayor suministrador de su mercado interior, según Cesce. 

El punto de quiebre fue la guerra entre Rusia y Ucrania que comenzó el 24 de febrero del 2022, obligando a Europa a respaldar a su aliado y, por ende, imponer sanciones internacionales contra el enemigo. No obstante, impactó fuertemente en su sector energético, obligándose a reducir su dependencia de los recursos rusos. 

Precios máximos del gas natural. Fuente: Investing.com Autor: Gonçalo Aguiar

Sin embargo, la ruptura con la energía rusa para priorizar los lazos diplomáticos tuvo su costo. Según un informe de la Comisión Europea de mayo del 2022, se necesitarían inversiones por 210 mil millones de euros hasta el 2027 para hacer frente a esta decisión. Emprender el camino hacia la autonomía estratégica implicaría movilizar un presupuesto mucho mayor e impensado para ese entonces. 

El comienzo de este período de incertidumbre y volatilidad en torno al sector energético implicó, inevitablemente, la subida de los precios. Las dificultades en las cadenas de suministro producto de la pandemia de Covid.19, sumado a la reducción del suministro de gas ruso (siendo éste el principal recurso importado) dispararon los precios significativamente. Para dar un ejemplo, los precios superaban los 300 euros por megavatio hora (MWh) a finales de agosto de 2022, unas 15 veces más que la media de 2018 y 2019, según el especialista Gonçalo Aguiar.

La situación mejoró durante el 2023, pero los precios siguen siendo hoy entre dos y tres veces más altos que antes de la guerra en curso. Estos efectos sacudieron la economía europea y promovieron también la inflación en el continente porque, a su pesar, la energía era mucho más barata antes del conflicto. En 2023, el director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol, advirtió a los eurodiputados que el sistema energético europeo entraría en “modo supervivencia” por el “enorme error estratégico” de cortar las compras a Rusia.

Los movimientos europeos para reducir la dependencia

Frente a este contexto, Europa tuvo que implementar medidas para hacer frente a la crisis energética que impactaba al continente. Los Estados miembros buscaron crear herramientas en apoyo al consumidor para evitar que los hogares europeos se vieran más infringidos. A finales del 2022, por ejemplo, la Comisión Europea propuso un mecanismo de corrección del mercado: un instrumento temporal para intervenir automáticamente en los mercados del gas en caso de subidas extremas de los precios del gas. 

Asimismo, se adoptó el Plan REPowerEU como una iniciativa en respuesta a la guerra, buscando reducir la dependencia de la UE de los combustibles rusos. Implicaba medidas de ahorro de energía, mejora de eficiencia energética, aumento de la producción de energías renovables, entre otras. 

Créditos: arabcenter

En paralelo, la Unión buscó establecer obligaciones sobre los niveles mínimos de almacenamiento de gas y de reducción de la demanda, utilizando por ejemplo el excedente de energía para orientar a los ciudadanos. Se firmaron también diversos memorandos de entendimiento, como el signado con Egipto e Israel para la exportación de gas natural a Europa, o con Azerbaiyán en torno a una Asociación Estratégica en el Ámbito de la Energía.

Con estas implementaciones, el continente logró que las importaciones de gas ruso cayeran drásticamente (del 45% en 2021 al 19% en 2024, según el comisario europeo de Energía, Dan Jorgensen). No obstante, aquellas por vía marítima crecieron más de un 35% en 2024 en comparación con la media anual de 2018 a 2021.

La transición inevitable hacia nuevas energías

A grandes rasgos, la Unión Europea debió hacer frente a su decisión de abandonar la dependencia de los recursos rusos de diversas maneras. La situación generó también que se priorizaran otro tipo de transformaciones, como la creación de incentivos para promover las energías renovables. La energía eólica y la solar fueron las más utilizadas, superando a los combustibles fósiles en la generación de electricidad. 

La “ruptura” con el gas ruso marcó la aceleración del reconocido Pacto Verde europeo, desempeñando un papel crucial en la reducción de la dependencia energética con el exterior. El papel de la energía nuclear fue otro de los puntos de debate, ya que muchos Estados se mostraron interesados en abandonar esta opción mientras que otros comenzaron a promoverla. 

Créditos: Montel

Diversificar sus fuentes de suministro energético llevaron a Europa a acelerar la transición hacia una economía más verde, pero también a replantear su estrategia sobre el sector. Principalmente porque “el camino verde” en materia de energía también genera retos. Para los expertos, Europa tiene un problema esencial: generar que las inversiones “verdes” tengan un argumento comercial viable para los Estados miembros. 

Y si bien la decisión de volcarse al mercado de las energías renovables hizo que los objetivos climáticos de la UE se combinaran con los intereses geopolíticos del continente, también trajo un nuevo panorama a la mesa: alcanzar la autonomía energética verde sin depender de otros países pioneros en el mercado. En palabras de Adina Revol, es crucial que Europa, en su camino de abandonar la dependencia de los combustibles fósiles rusos, no cree una nueva dependencia con China, líder y vanguardista de las energías sostenibles. 

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