Los expertos advierten que el avance letal del gripo rebelde M23 respaldado por Ruanda en el este del Congo podría escalar hasta convertirse en un conflicto regional que involucre a más países. Dos naciones vecinas, con una fuerte presencia en la zona rica en minerales, podrían desempeñar un papel clave en la contención de la violencia.
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Rebeldes del grupo M23 desatan violencia en el Congo
La toma de Goma por el M23 el mes pasado y su ofensiva hacia otra capital provincial han generado inquietud entre los países del este y el sur de África. Sin embargo, una reunión de líderes de ambas regiones, celebrada el fin de semana, no presentó soluciones concretas para detener los enfrentamientos, más allá de instar al diálogo y a un cese inmediato de las hostilidades.
Al finalizar la cumbre, el gobierno congoleño emitió un comunicado en el que destacó la creación de “cimientos para un enfoque colectivo” en favor de la paz. No obstante, existe el temor de que las alianzas cambiantes en la región puedan desembocar en un colapso generalizado.
Desde el resurgimiento del M23 a finales de 2021, el presidente Félix Tshisekedi ha buscado apoyo tanto en la región como a nivel internacional.
Las crecientes tensiones entre el Congo y Ruanda
Burundi, que mantiene una relación tensa con Ruanda, envió tropas para combatir junto al ejército congoleño. Tanzania, que organizó la cumbre del fin de semana, desplegó fuerzas en el Congo bajo el mandato de un bloque regional. Uganda, cuyas relaciones con Ruanda son conflictivas, ya había enviado cientos de soldados para enfrentar a otro grupo rebelde en el este del país.
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Para Tshisekedi, la situación ha requerido un complejo equilibrio estratégico similar a “hacer malabarismos con un matrimonio polígamo”, según Murithi Mutiga, director para África del International Crisis Group. “Ruanda se sintió excluida mientras que Burundi y Uganda fueron bienvenidos” en el este del Congo, afirmó Mutiga. “Ruanda decidió afirmarse”.
El gobierno congoleño sostiene que el M23 actúa como un ejército proxy de Ruanda con el objetivo de explotar de manera ilegal los cuantiosos recursos minerales del este del país, cuyo valor asciende a billones de dólares. Según pruebas recopiladas por expertos de la ONU, los rebeldes cuentan con el respaldo de aproximadamente 4.000 soldados ruandeses.
¿Cómo inició el conflicto entre el Congo y el grupo rebelde M23?
El conflicto con el M23 tiene su origen en las preocupaciones históricas de Ruanda respecto a la presencia de grupos rebeldes hutus en el este del Congo. Estos grupos, opositores al gobierno ruandés y acusados de haber participado en el genocidio de 1994, operan en áreas fuera del control estatal.
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El presidente ruandés, Paul Kagame, acusa a Tshisekedi de ignorar las inquietudes de la comunidad tutsi congoleña, especialmente tras el asesinato de cientos de miles de tutsis durante el genocidio. El próximo gran objetivo del M23 es Bukavu, capital de Kivu del Sur, y han declarado su intención de avanzar hasta Kinshasa, situada a unos 1.600 kilómetros de distancia.
En las últimas décadas, el este del Congo ha sido el epicentro de un conflicto con la mayor cifra de víctimas desde la Segunda Guerra Mundial. El último gran estallido regional tuvo lugar en 1998, cuando el entonces presidente congoleño, Laurent Kabila, solicitó apoyo militar a países como Zimbabue y Angola para repeler a los rebeldes respaldados por Ruanda que intentaban derrocarlo. Uganda y Ruanda, que habían ayudado a Kabila a tomar el poder en 1997, se volvieron en su contra y combatieron en el mismo bando.
El riesgo de una escalada hacia el conflicto regional
El riesgo de una nueva escalada regional es “alto”, advirtió Godber Tumushabe, analista del Great Lakes Institute for Strategic Studies en Kampala. Según el experto, Kagame y el presidente ugandés, Yoweri Museveni, siguen buscando aumentar su influencia en el este del Congo.
Ambos líderes son actores clave en cualquier intento de pacificación, sostuvo Tumushabe: “No permitirán un acuerdo” que no atienda sus intereses en la región. Sin embargo, su relación es tensa, ya que Ruanda sospecha que Uganda respalda a otro grupo rebelde contrario a Kagame.
Burundi también juega un papel determinante. Hace un año, cerró sus pasos fronterizos con Ruanda y rompió relaciones diplomáticas, acusando a Kigali de apoyar a los rebeldes que luchan contra el gobierno del presidente burundés, Evariste Ndayishimiye. Para entonces, tropas burundesas ya estaban combatiendo junto al ejército congoleño.
¿Podrá llegarse a un acuerdo en el Congo?
Ndayishimiye ha señalado a Kagame por su “belicismo imprudente”. En una reunión con diplomáticos en Bujumbura el mes pasado, advirtió que “si Ruanda continúa conquistando el territorio de otro país, sé bien que incluso llegará a Burundi”. También alertó que la guerra podría adquirir una “dimensión regional”.
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Con Ruanda y el Congo “trazando cada uno su línea en la arena”, la diplomacia enfrenta un reto considerable, afirmó Mutiga del International Crisis Group. Hasta ahora, los esfuerzos de pacificación han fracasado, pese a la presencia prolongada de una misión de paz de la ONU en el este del Congo, que ha sido objeto de crecientes críticas por parte del gobierno congoleño.
En el terreno, otros actores también están involucrados en el conflicto. Entre ellos se encuentran mercenarios de diversas nacionalidades, incluidos numerosos rumanos, así como tropas de un bloque regional del sur de África. Kagame ha alegado —sin presentar pruebas— que estas fuerzas no son pacificadoras, sino aliadas del ejército congoleño.
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