La expansión global china y su creciente presencia en el espacio ha dejado de ser una promesa futura para convertirse en una realidad palpable. Con inversiones multimillonarias y una estrategia diplomática agresiva, Beijing busca consolidarse como la principal potencia espacial del mundo para 2045.
Su infraestructura espacial se expande rápidamente en Asia, África y Oriente Medio, posicionándose como un rival cada vez más serio para Estados Unidos en la nueva carrera espacial mundial.
China y su red espacial global
Según Stephen Whiting, director del Comando Espacial de EE. UU., el Pentágono sigue de cerca los avances de China en tecnología satelital, exploración lunar y sistemas de armas espaciales.
Beijing está desplegando satélites de comunicación en órbita baja para competir con Starlink de SpaceX, mientras que la Corporación China de Ciencia y Tecnología Aeroespacial (CASC), un contratista militar y espacial estatal, lidera un ambicioso programa de desarrollo de transbordadores espaciales de energía nuclear y misiones tripuladas a la Luna para 2030.
China no solo avanza en infraestructura espacial, sino que también estableció acuerdos estratégicos con países en desarrollo, principalmente en África.
Su diplomacia espacial permitió el establecimiento de estaciones terrestres y centros de ensamblaje satelital en diversas naciones, consolidando alianzas que desafían la hegemonía espacial de EE. UU.
En respuesta, la estrategia de Washington parece diferir. La administración de Trump no parece estar dispuesto a forjar relaciones espaciales bilaterales en el ámbito espacial.
De hecho, es más probable que Trump priorice reforzar la capacidad militar de Estados Unidos en el espacio y avance en una carrera hacia la Luna y Marte.
Los errores de Estados Unidos en África
En la actualidad, alrededor de 90 países cuentan con programas espaciales propios. Al ayudar a las naciones en desarrollo a construir sus propias industrias espaciales, China fomenta alianzas estratégicas que refuerzan su influencia global.
En este sentido, el Consejo Nacional del Espacio de EE. UU. describió a China como un actor con intereses puramente propios, cuyo objetivo es consolidarse como el centro del poder en el espacio.
Liu Pengyu, portavoz de la Embajada China, respondió a estas acusaciones afirmando que “los países africanos y su gente tienen la sabiduría y la capacidad de elegir socios que se alineen con sus propios intereses”.
Algunos gobiernos africanos han expresado su frustración ante las advertencias de seguridad de Washington sobre China y, en cambio, priorizan saber qué nación ofrece financiamiento y tecnología espacial.
Según Temidayo Oniosun, director general de Space in Africa, “Norteamérica tuvo décadas para ayudar a África a desarrollar sus programas espaciales, pero nunca lo hizo. Estos países están comprendiendo que Estados Unidos no tiene en mente lo que es mejor para ellos”.
Egipto y Space City: El nuevo centro espacial chino en África
Uno de los casos más emblemáticos de esta expansión es la asociación de China con Egipto.
En 2017, Egipto firmó un acuerdo con China para construir una instalación satelital en El Cairo. Esta colaboración coincidió con la creación de la Agencia Espacial Egipcia (EgSA) y el inicio de la construcción de “Space City“, un ambicioso complejo espacial.
Desde entonces, decenas de obreros e ingenieros de CASC se han trasladado al sitio de Space City, algunos de los cuales nunca han abandonado el lugar.
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Sin embargo, la instalación satelital egipcia aún no representa un programa espacial independiente, ya que depende de China en la mayoría de los aspectos técnicos. De los tres satélites desarrollados bajo esta asociación, dos fueron construidos en China, mientras que el tercero fue ensamblado en Egipto con componentes chinos. Los tres fueron lanzados desde China.
El primero, Horus 1, puesto en órbita a principios de 2023, es un satélite de observación terrestre diseñado para ayudar a Egipto a monitorear la productividad agrícola, predecir desastres naturales y detectar actividades delictivas, como el cultivo de narcóticos.
El segundo, Horus 2, lanzado pocas semanas después, es un satélite de vigilancia de grado militar desarrollado para Egipto.
El tercer satélite, MisrSat-2, lanzado a finales de 2023, fue el primero ensamblado en la planta de El Cairo. Su función principal es apoyar a Egipto en la lucha contra el cambio climático, optimizar la producción agrícola y mejorar la planificación urbana.
Sherif Sedky, CEO de EgSA, enfatizó que Egipto no toma partido en la carrera espacial al colaborar con China. Desde la década de 1970, El Cairo ha recibido más de US$ 80.000 millones en asistencia militar y económica de EE. UU.
“Somos neutrales, tratamos con todos”, afirmó Sedky. “Si recibimos una oferta, la aceptamos”.
Estados Unidos responde a la expansión global china con el programa Artemisa
A pesar del liderazgo histórico de EE. UU. en la exploración espacial, Washington ha tenido dificultades para contrarrestar la diplomacia espacial china, especialmente en África. La NASA recién comenzó la construcción de su primera estación terrestre en Sudáfrica en 2023. Mientras tanto, China ya opera múltiples instalaciones en el continente.
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El programa Artemisa busca revitalizar la presencia estadounidense en la exploración lunar, con la meta de enviar astronautas a la Luna para 2028 y construir la estación espacial Lunar Gateway en colaboración con Canadá, Japón, la Agencia Espacial Europea y los Emiratos Árabes Unidos. Sin embargo, este esfuerzo no ha sido suficiente para frenar la expansión de China.
Actualmente, EE. UU. ha sumado a 50 países a los Acuerdos Artemisa, un conjunto de reglas para la exploración y uso de la Luna y Marte. El gigante asiático, por su parte, ha asegurado el respaldo de Rusia, Egipto y una decena de naciones para su Estación Internacional de Investigación Lunar.
Si bien el futuro de la carrera espacial es incierto, este nuevo juego de tronos por la supremacía del cosmos dependerá de la capacidad de ambas potencias para atraer aliados y consolidar sus proyectos.
Mientras tanto, la Luna, Marte y la infraestructura satelital global se han convertido en el nuevo campo de batalla tecnológico, donde China y Estados Unidos disputan no solo el liderazgo en el espacio, sino también la influencia geopolítica en la Tierra.
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