Según se supo recientemente, la empresa Northrop Grumman recibió un segundo contrato a finales del 2024 por parte de la Fuerza Aérea de EE. UU. (USAF) en el marco de la producción inicial del nuevo bombardero furtivo B-21 Raider a bajo ritmo, no obstante, también se reveló que entre las partes estarían conversando sobre la iniciativa de acelerar la producción.
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Como parte del proyecto surgido del Programa Long Range Strike Bomber (LRS-B) para desarrollar el nuevo bombardero B-21 Raider para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF), Northrop Grumman fue elegida a principios del 2024 para comenzar la producción inicial de las unidades. En esa instancia, el medio Air and Space Forces explicaba que el contrato implicaba una producción inicial a “bajo ritmo” de pocas unidades. Cabe recalcar que esto se dió luego de que se realizaran las pertinentes pruebas en tierra y vuelo que arrojaron resultados satisfactorios.
El proyecto del futuro bombardero no solo tiene en vistas el refuerzo de las capacidades de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y convertirse en la columna vertebral de la Fuerza de Bombarderos Estratégicos estadounidenses , sino que también tiene por objetivo el remplazo de los B-1 Lancer y B-2 Spirit para “proporcionar una disuasión estratégica”, explicó el vocero de la subsecretaría en ese entonces. En esa misma línea, otros habían expresado que la aeronave está destinada principalmente a la realización de misiones de ataque profundo y penetrantes contra enemigos estratégicos. Por último, el vocero expresó que se espera que entre en servicio para el año 2025 con un objetivo de producción de 100 aviones mínimo.
Volviendo al presente, el medio Air and Space Forces describió que desde la adjudicación del primer contrato, Northrop ha estado cumpliendo con los hitos del programa de misiles balísticos intercontinentales Sentinel y sugirieron que la empresa podría competir por el programa Next-Generation Air Dominance si se reabre.
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Cabe recalcar que ya en mayo del 2024, el jefe de adquisiciones de la Fuerza Aérea Andrew P. Hunter, afirmó frente a un grupo de legisladores que el proceso de modernización nuclear de la Fuerza Aérea de los EE. UU. en su rama aérea (frente a los retrasos en el componente terrestre) estaba avanzando considerablemente. Lo cual implicó que dos de sus componentes más relevantes, a saber los nuevos bombarderos B-21 y los misiles nucleares AGM-181 LRSO, estaban sido evaluados de forma exitosa para garantizar su integración.
Si bien los detalles de los resultados y unidades que están siendo fabricadas sigue siendo secreto, la USAF reconoció que hay al menos seis B-21 en alguna fase de producción, y al menos uno ha estado en pruebas de vuelo desde noviembre de 2023. En ese contexto, también se incluye el ritmo de producción, aunque funcionarios de la Fuerza Aérea y el Pentágono han sugerido que es de unos siete al año.
En el marco de la intención de acelerar la producción, no quedo del todo claro cuantas unidades entrarían en la iniciativa de aceleramiento, no obstante sí se adelantó que están analizando todos los datos posibles para discutir el precio correcto. Esto se suma a las declaraciones de la Fuerza Aérea expresadas por el General David W. Allvin, Jefe del Estado Mayor, quien dijo que “para cuando el programa B-21 alcance el total previsto de 100 aviones -a mediados de la década de 2030- es probable que haya nuevas tecnologías que el servicio quiera utilizar en su lugar”.
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Por otro lado, el ex Secretario de la Fuerza Aérea, Frank Kendall, declaró a la revista Air & Space Forces Magazine a principios de enero que estaba conversado el hecho de aumentar el ritmo de producción, pero que los contratos para los lotes iniciales de aviones ,que tienen un componente de precio fijo, significan que “no hay mucho que podamos hace” para acelerar el programa en los próximos cinco años aproximadamente.
Más allá de esto, las últimas noticias reveladoras que dió este programa se dieron en el mes de mayo del pasado año, cuando se develaron las primeras imágenes oficiales en vuelo del nuevo bombardero luego de seis meses del primero vuelo de pruebas, lo que permitió observar con más detalle las características de la aeronave. Por ejemplo, los ángulos de ataque más pronunciados en comparación con los del B-2 Spirit a fin de reducir la observabilidad del avión. También se apreció con mejor detalle las nuevas ventanas laterales de la cabina las cuales poseen una distintiva forma trapezoidal.
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