Los primeros días de la administración Trump parecen tener una hoja de ruta clara: la reactivación económica, creación de nuevos empleos en el interior estadounidense, imponer aranceles y controlar puntos geográficos estratégicos como Groenlandia y el Canal de Panamá. Durante su inauguration day, Trump dejó entrever varios puntos importantes.
El ahora presidente, Donald Trump, ha propuesto un esquema arancelario global que contempla un impuesto del 10% para todas las naciones, con tarifas diferenciadas: 25% para México y Canadá, y 60% para China. El objetivo es establecer una buena posición negociadora frente al resto de los países, con el fin de revisar aquellos acuerdos que beneficien más a la contraparte que a los propios EE UU. Fuentes cercanas al mandatario revelaron a CNN que se está considerando declarar una emergencia económica nacional, lo que otorgaría al gobierno el respaldo legal necesario para imponer aranceles de manera amplia, tanto a aliados como a rivales comerciales.
De acuerdo con el informe, la emergencia nacional permitiría utilizar la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional (IEEPA), que faculta al presidente para intervenir en la regulación de importaciones cuando el país atraviesa una situación de emergencia. Karoline Leavitt, quien asumirá el cargo de Secretaria de Prensa, aseguró que estas acciones se implementarán de forma inmediata al iniciar el mandato. Asimismo, anunció que se acelerarán los trámites para autorizar nuevas perforaciones y proyectos de fracturación hidráulica en todo el país, con la intención de reducir rápidamente el costo de vida de los ciudadanos. Dentro de estas medidas, también se evalúa flexibilizar las sanciones económicas impuestas a Venezuela como un posible complemento estratégico.
Trump también presentó durante la campaña propuestas fiscales orientadas a beneficiar a sectores clave de la población. Entre las medidas destacan la eliminación de impuestos sobre las propinas de trabajadores del sector servicios, las horas extras y ciertos beneficios de la Seguridad Social. Además, propone deducir los intereses generados por préstamos de automóviles y restablecer la deducibilidad total de impuestos estatales y locales. Por otro lado, busca eximir de impuestos a los ciudadanos estadounidenses que residan fuera del país.
La política de mejorar la oferta busca reducir el impacto en la inflación. Como punta de lanza, durante la campaña Trump prometió bajar el impuesto a las sociedades del 21 al 15%, principalmente en aquellas que decidan producir en los EE UU, estableciendo una política orientada al re-shoring. Estamos hablando de una mejora en la capacidad de consumo, pero a la vez se busca aumentar la disposición de productos a menor costo. El objetivo de promover una mayor capacidad de producción energética Made in USA va en ese sentido.
Otro eje central de su plan económico se centra en fortalecer la posición de Estados Unidos como líder energético global. Aunque la producción actual de hidrocarburos ya se encuentra en niveles históricos, Trump pretende acelerar la aprobación de permisos para nuevas exploraciones y desarrollos. Esta estrategia busca presionar a la baja los costos energéticos, y que se traslade en la reducción de los precios de bienes y servicios. El presidente electo ha dejado claro que está dispuesto a aceptar posibles repercusiones ambientales para garantizar los beneficios económicos derivados de estas políticas.
Las políticas expansivas de Trump, como el recorte de las tasas de interés y la mejora en los ingresos, impactarán en la suba de la inflación y podría generar (otro) desencuentro con la Fed. La estrategia de tasas para 2025 y 2026 es reducirlas de manera paulatina desde el punto de vista de la Fed, y que increíblemente coincide con el Trump electoral. Pero el nuevo escenario puede replantear la estrategia de la Reserva. En ese sentido, si la expectativa sobre la inflación es alcista, implicaría que las tasas de los bonos a 10 años suban. Y en ese caso, iría contra las preferencias de Trump pudiendo ocasionar nuevos desencuentros institucionales.
Respecto a ese punto, podría jugar en contra a nuestro país, ya que el costo de endeudarse es más caro. Y es justamente lo que necesita este año el gobierno argentino: aumentar su músculo financiero con mayores reservas, ya sea a través del FMI o bien en el mercado. Para nuestro país, ante un EE UU que si bien se presenta como aislacionista y pacífico a nivel global, en las Américas busca marcar fuertes líneas rojas, donde la política exterior argentina podría ser beneficiosa para evitar costos mayores. Las amenazas respecto al control del Canal de Panamá, o el uso de aranceles como medida retaliatorias serán los instrumentos predilectos para la nueva administración estadounidense.
Como balance del Trump electoral del 2024 y el Trump presidente de 2025, se observa una moderación en cuanto a su “acelerador”. Para este lunes se esperaban una batería de Órdenes Ejecutivas (similares a los Decretos de Necesidad y Urgencia argentinos), pero lo cierto es que Trump aplazó varias de esas medidas, muchas de ellas relacionadas al establecimiento de aranceles. Posiblemente, volvamos a ver un Trump con una retórica.
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