La relación entre China y América Latina fueron evolucionando y reconfigurando durante las últimas décadas, convirtiéndose en un eje clave de la política y economía regional. La reciente inauguración del puerto de Chancay, en Perú, por la presidenta Dina Boluarte y el presidente chino Xi Jinping, es un claro ejemplo de la expansión china en la región. Además, este megaproyecto, liderado por la estatal china COSCO Shipping Ports, simboliza el creciente interés de Beijing en fortalecer la conectividad con Sudamérica y proyectar su influencia en el comercio mundial.
Desde una perspectiva comercial, China se posicionó como el segundo socio comercial más importante de América Latina, superado solo por Estados Unidos. Según el Banco Mundial, para 2022, el gigante asiático concentraba el 12,98% de las exportaciones latinoamericanas y el 20,97% de sus importaciones. Los productos agrícolas de Brasil y Argentina, los minerales de Chile y Perú, y las manufacturas chinas fueron los factores que definieron esta relación.
Por otra parte, las inversiones chinas también desempeñaron un rol estratégico importante en la región. Proyectos como el mencionado puerto de Chancay, las operaciones mineras de Shougang en Perú o las petroleras CNPC en Venezuela fueron consolidando la presencia de Beijing en sectores estratégicos. Estas inversiones forman parte de la iniciativa de la Franja y la Ruta, una estrategia global china para expandir su influencia mediante infraestructura y comercio.
Alcance hacia áreas tecnológicas y científicas, preocupación en Estados Unidos
Más allá del comercio y la inversión, China también extendió su alcance hacia áreas tecnológicas y científicas, como es el caso de la Estación Espacial en Neuquén, Argentina. Aunque oficialmente destinada a la investigación civil, esta instalación despertó las alarmas de Estados Unidos y otros países debido a su posible uso militar. La entonces jefa del Comando Sur de EE.UU., general Laura Richardson, expresó preocupaciones sobre su capacidad para apoyar operaciones de monitoreo y seguimiento estratégicos.
Lo cierto es que esta creciente influencia de China provocó reacciones de otros actores internacionales, particularmente de Estados Unidos. Históricamente considerado como el principal socio político y económico de América Latina, Washington percibe la expansión china como un desafío a su influencia en la región. Esta dinámica de rivalidad global termina por colocar a los países latinoamericanos no solo en una posición estratégica, sino que también los enfrenta al reto de equilibrar sus relaciones con ambas potencias.
El modelo de China en América Latina enfrenta también incertidumbres y críticas
A pesar del evidente impacto económico positivo, el modelo chino enfrenta cuestionamientos debido a la ralentización estructural de su economía. Según el Banco Mundial, el crecimiento chino podría disminuir en los próximos años debido a factores como el envejecimiento poblacional y un modelo económico dependiente de la inversión. Este contexto podría limitar las oportunidades de expansión en América Latina y reducir la intensidad de las relaciones comerciales e inversiones futuras.
Asimismo, algunos expertos como Rafael Ioris y Marco Cepik, en su análisis sobre las relaciones sino-latinoamericanas, también advierten sobre el hecho de que el comercio bilateral con China impulsó la reprimarización de las economías latinoamericanas, centradas en la exportación de materias primas. Mientras que con las inversiones, se temen sobre riesgos para la soberanía de los países receptores y el endeudamiento asociado a estos proyectos.
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