En el marco del establecimiento del nuevo gobierno en Siria, posterior al derrocamiento de Bashar al-Assad, el portavoz pidió a Rusia que evalúe su presencia militar en el país, ahora que su aliado ya no se encuentra al poder. Cabe recordar que Rusia opera dos bases militares en Siria: una aérea en Khmeimim y otra naval en Tartus.
En un contexto de normalización política, Rusia ha comenzado a retirar lentamente sus buques de Tartus. Para Obeida Arnaout, portavoz del nuevo gobierno de transición de Siria nombrado por el grupo rebelde Hayat Tahrir al-Sham (HTS), estos movimientos son ambiguos ya que no queda claro si Moscú está efectivamente retirándose.
“Creo que Rusia debería reconsiderar su presencia en territorio sirio, así como sus intereses que estaban vinculados al régimen criminal de Assad. Pueden reconsiderar y tomar las iniciativas para llegar a la nueva administración para demostrar que no tienen animosidad con el pueblo sirio, y que la era del régimen de Assad finalmente ha terminado”, declaró Arnaout.
Por lo pronto, el nuevo gobierno sirio se ha mostrado abierto a entablar nuevas relaciones con otros países en pos de “pavimentar” su futuro. En ocasiones recientes, el gobierno enfatizó en que Siria ha entrado en una “nueva fase” que busca “reparar décadas de división interna”.
Para múltiples analistas internacionales, Rusia podría estar retirándose de Siria en su totalidad. Sin embargo, sus establecimientos militares son altamente estratégicos para el Kremlin. Tartus, por ejemplo, es el único acceso directo al mar Mediterráneo de Rusia y le permite realizar ejercicios navales y albergar buques o submarinos. Y es que la proyección de poder hacia Medio Oriente que Rusia posee en Siria difícilmente desaparezca repentinamente.
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