La creciente tensión entre Rusia y la OTAN ha transformado al mar Báltico en un nuevo punto de conflicto estratégico. Incidentes recientes, como el enfrentamiento entre una corbeta rusa y un helicóptero de la marina alemana, han puesto de relieve la escalada de maniobras militares y actos de sabotaje que marcan esta confrontación en Europa, una situación no vista desde la Guerra Fría.
Incidente en el Báltico: el choque entre fuerzas navales
El 26 de noviembre, la corbeta rusa Merkuriy, escoltando un petrolero, fue seguida de cerca por la fragata alemana F223 cerca de la isla danesa de Bornholm. Ante la aproximación de un helicóptero Sea Lynx alemán, la corbeta respondió lanzando bengalas que obligaron a la aeronave a retirarse. Aunque el incidente no causó daños, subrayó la creciente hostilidad en el área. Según funcionarios alemanes, el Sea Lynx estaba equipado con tecnología avanzada de vigilancia y diseñado para operaciones antisubmarinas, lo que podría haber intensificado las tensiones con Moscú.
Amenazas híbridas y sabotajes estratégicos
Más allá de las maniobras militares, Rusia ha intensificado una campaña de sabotaje y subterfugio. Desde ataques a infraestructuras críticas, como cables submarinos de datos y gasoductos, hasta operaciones clandestinas utilizando buques comerciales, las acciones rusas buscan desestabilizar la región y enviar un mensaje claro a la OTAN.
Un ejemplo reciente es el uso de Lituania como base para operaciones terroristas. Agentes vinculados a Rusia habrían transportado dispositivos incendiarios en vuelos comerciales, según informes de inteligencia occidental. En otros casos, ataques como el incendio de una propiedad ucraniana en Londres y un centro comercial en Polonia se sospecha que fueron orquestados por el Kremlin, con el objetivo de sembrar el caos y erosionar el apoyo político a Ucrania.
Un desafío directo para la OTAN
La proliferación de estas tácticas híbridas plantea riesgos significativos para los miembros de la OTAN y podría activar el artículo 5 del tratado de la alianza, según advirtió Bruno Kahl, director del Servicio Federal de Inteligencia de Alemania. Kahl enfatizó que estas amenazas están diseñadas para quedarse justo por debajo del umbral de una confrontación militar directa, pero son lo suficientemente peligrosas como para afectar la estabilidad de Europa.
Durante su mandato como secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg destacó cómo Rusia amplió su arsenal de tácticas, incluyendo sabotajes, ciberataques e injerencias electorales. Stoltenberg, ahora presidente de la Conferencia de Seguridad de Múnich, advirtió que estos actos forman parte de una estrategia más amplia para debilitar el apoyo a Ucrania y desestabilizar a los aliados occidentales.
Reacción aliada y militarización del Báltico
En respuesta, la OTAN ha reforzado el intercambio de inteligencia y la vigilancia de infraestructuras submarinas críticas. Además, el ingreso de Suecia y Finlandia a la alianza ha convertido al Báltico prácticamente en un “lago de la OTAN”, una afirmación celebrada por los líderes occidentales. Sin embargo, Rusia ha respondido incrementando su presencia militar en la región, incluyendo despliegues navales y aéreos más agresivos.
El ministro de Defensa de Alemania, Boris Pistorius, confirmó la creciente hostilidad en la región y anunció un aumento en la presencia naval de la OTAN en el Báltico para contrarrestar las acciones rusas. Esto se debe en parte a las restricciones que Turquía ha impuesto al paso de buques de guerra rusos por el Bósforo, dejando al Báltico como una de las pocas salidas estratégicas restantes para la flota rusa en Europa.
Te puede interesar: El ministro de Defensa de Alemania denuncia la creciente presencia de Rusia en el Mar Báltico
Si te gustó este artículo, seguinos con un click en y suscribite a nuestros videos en YouTube .