Adentrados ya en el mes de diciembre, nos encontramos cerrando el primer año de la nueva gestión del gobierno liderado por Javier Milei y su ministro de defensa Luis Petri, un momento oportuno para realizar un repaso por aquellas luces y sombras que han moldeado el desarrollo de la Fuerza Aérea Argentina en el período.
Se trató sin dudas de un año cargado de expectativa, en el que efectivamente se lograron importantes hitos que por falta de oportunidad y voluntad eran arrastrados en detrimento de la institución, destacándose en ese sentido el paso dado con la compra de cazas supersónicos, pero que no por ello han de desdibujar el denso bosque que aún hay que cruzar en materia del tan necesario fortalecimiento de sus capacidades.
Avances en el sendero correcto
Cómo ha de inferirse por las palabras previas, el año 2024 marcará para la Fuerza Aérea Argentina el hito de finalmente poder concretar la selección del caza F-16 Fighting Falcon estadounidense como aquel destinado a reemplazar a los ya retirados Mirage III EA/DA – IAI Finger -M-V Mara, un proceso de selección largo y plagado de obstáculos; que sólo pudo ser terminado gracias al impulso que representó la renovada voluntad política de la que antes se carecía. Hablamos de la compra de un lote de 24 aeronaves, mismas que llegarán para cubrir el lugar que hoy ocupan con dificultades los A-4AR Fightinghawk de la V Brigada Aérea y en los IA-63 Pampa II/III que fueren apostados en la VI Brigada Aérea de Tandil.
En directa relación con la adquisición de este lote de aviones F-16A/B MLU, la cartera de defensa ha logrado este mismo mes cerrar la firma de la Carta de Oferta y Aceptación correspondiente para avanzar en una limitada adquisición de armamento para los mismos, operación que se concretaría con los mismos Estados Unidos que ya han emitido su autorización para dicho paquete en el mes de octubre.
Además, la institución fue capaz de avanzar en una licitación para llevar a cabo la construcción de un nuevo Centro de Instrucción en Tandil para los que se convertirán en pilotos de la plataforma, esto de cara a la llegada de un vigesimoquinto caza de la variante F-16B MLU Block 10 que será empleado para la formación del personal; manteniendo bajo secreto militar aquellas obras para adaptar las instalaciones para la llegada del remanente de cazas.
Incertidumbres de cara a la densidad del bosque
Superando el enamoramiento inicial, resulta necesario adentrarse en aquellas plataformas y procesos que aún carecen de certezas de cara al futuro, incluso tras un reciente informe deslucido dado a conocer por la Jefatura de Gabinete a los legisladores.
Tal es el caso de la necesaria, pero poco atendida, incorporación de nuevos aviones de reabastecimiento que complementen la labor de los F-16 anteriormente mencionados. A fechas actuales, la Fuerza Aérea cuenta con dos aeronaves KC-130H Hércules para desempeñarse en maniobras de repostaje aéreo, sistemas que fueron modernizados anteriormente en la Fábrica Argentina de Aviones Brigadier San Martín (FAdeA). No obstante, se trata de plataformas que no disponen del mecanismo apropiado para ajustarse a los que presenta el F-16 para dicho fin, a saber: sistemas de pértiga.
Sin que existan mayores detalles al respecto, una de las pocas opciones viables sería recurrir a la adquisición del sistema Boeing KC-135 Stratotanker estadounidense, mismos que en el futuro comenzarán a ser retirados por la Fuerza Aérea de dicho país para dar lugar a los modernos aviones KC-46A Pegasus; camino similar siguió la Fuerza Aérea de Chile con la adquisición de este tipo de ejemplares a los Países Bajos. Una potencial alternativa se hallaría en la conversión de los Airbus A330 al estándar MRTT (Multi Role Tanker Transport), pero al no desconocer el lector las limitaciones presupuestarias del país, lejos estará de ilusionarse con ellas por el momento.
En suma, se ha mantenido la falta de mayores novedades respecto de la incorporación de nuevos ejemplares Boeing 737 que fortalezcan las capacidades de trasnporte semiestratégico de la Fuerza Aérea Argentina, sin perder de vista que a día de hoy se cuenta con tan sólo una unidad disponible; operando en la I Brigada Aérea de El Palomar. La licitación de la que se hacía gala a finales del pasado año se derrumbó a inicios de este, siendo argumentado desde el Poder Ejecutivo que la oferta de la empresa GECI Española Aerospace aprobada originalmente había sido modificada al punto de no adecuarse a los requisitos de la licitación.
Por otra parte, el programa IA-63 Pampa también enfrenta serias dudas respecto de su continuidad, a pesar incluso de estar parte de ellos actualmente en proceso de ser actualizados por FAdeA al Bloque II. En ese sentido, resultará útil recordar que el citado informe de gabinete presentado por el ministro Guillermo Francos, se detalla que la empresa está limitada por sus desequilibrios financieros y con pocas posibilidades concretas de revertir la situación para aquellos proyectos que no están prácticamente terminados.
Cerrando esta sección, no puede dejar de mencionarse una novedad reciente y por demás alentadora en caso de que finalmente se opte por continuar su desarrollo con seriedad y constancia en el tiempo: la familia Dardo de bombas guiadas. Tal y como dimos a conocer desde Zona Militar en noviembre, uno de los IA-63 Pampa III de la Fuerza Aérea Argentina realizó un vuelo de pruebas con una de estas bombas de 250 kilogramos inerte bajo sus alas, mismas que brindarían al Pampa un complemento ideal para su rol de ataque ligero. A la espera se está por ver si es tan sólo una mera expresión de deseo.
La casa de la bruja en las profundidades
Al adentrarse aún más en este recorrido por el bosque, eventualmente se arriba a los escondrijos más oscuros del mismo, donde se encuentran los escollos más difíciles de solventar para la Fuerza Aérea Argentina. Al humilde entender de quién escribe, estos serían la baja disponibilidad de la flota de Hércules que opera y el desafortunado año que han tenido sus aeronaves A-4AR Fightinghawk; dando señales que parecen deslizar un retiro cercano.
En el primero de los casos, es el gran desgaste que presentan las plataformas tras tres décadas de servicio aquello que causa dicha problemática, especialmente en lo que refiere al estado de sus sistemas de propulsión. Cabe recordar, que para garantizar su operatividad acorde a los requisitos estipulados, la flota de Hércules ha hecho uso de motores de unidades en mantenimiento a falta de la incorporación de nuevo material. Demorar una solución en este ámbito resultaría sumamente perjudicial para la labor de la institución, considerando que es la plataforma más importante que desempeña la labor de transporte y reabastecimiento.
A modo de apéndice, podría afirmarse que para las tareas de transporte la Fuerza Aérea Argentina incorporó sus primeros Embraer ERJ-140LR durante los primeros compases del año, pero estos no cuentan realmente con las capacidades que si presentan los mencionados aviones de la familia Hércules; se los considera “de pasaje”. Por este motivo, no resultan suficientes para tomarlos como un reemplazo directo ni mucho menos.
Para los A-4AR, lo que a inicios de año se parecía encaminar como una continuidad en el proceso de modernización de sus capacidades, terminó en una triste parada de todo tipo de sus operaciones tras el accidente fatal que sufrió el capitán Mauro Testa La Rosa al tratar de despegar uno de ellos para participar en una misión de entrenamiento. La trágica pérdida del que hoy ha pasado a la memoria de todo argentino de bien como un valiente piloto digno de sus honores, encendió las alertas en la Fuerza Aérea respecto del verdadero estado de la flota, decidiendo finalmente suspender y pasar a evaluación a todos sus ejemplares. De cara al futuro, resulta difícil pensar en una pronta vuelta al servicio de estas aeronaves adquiridas en la década del 90’, de las cuáles quedan cerca de dos decenas de unidades; menos aún con la llegada de los F-16.
Comentario final
Como se ha buscado expresar en el título, el F-16 Fighting Falcon que arribará próximamente a manos de la Fuerza Aérea Argentina ha atraído a todos los grandes focos del sector, merecidamente claro. Sin embargo, como también se ha buscado expresar a lo largo de esta breve nota, a sabiendas de que podrían agregarse un sinfín de cuestiones importantes a considerar, ello no puede tapar el gran trecho que aún hace falta recorrer en los años restantes de la administración.
La defensa nacional excede a una compra que requería solamente el golpe de nocaut, demanda la atención a un amplio abanico de cuestiones como las antes mencionadas, demanda también la máxima responsabilidad para quiénes están a cargo de llevarla a cabo; incluso cuando no usan su uniforme ceremonial. La esperanza de la ciudadanía y de aquellos admirables miembros de las Fuerzas Armadas dispuestos a sacrificarlo todo, no merecen nada menos.
*Imagenes empleadas a modo ilustrativo
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