Por primera vez en más de tres décadas, las prioridades estratégicas de la política comercial argentina parecen orientarse hacia un horizonte distinto al del Mercosur. La propuesta del presidente Javier Milei de negociar un tratado de libre comercio con Estados Unidos plantea interrogantes sobre la viabilidad de este cambio, dada la normativa del bloque regional, que restringe a sus miembros de avanzar en acuerdos bilaterales sin consulta previa con sus socios.
Sin embargo, la idea de un tratado con Estados Unidos no es solo compleja por los requisitos internos del Mercosur, sino también por las posibles tensiones que podría generar en el comercio intra-bloque. La normativa de la unión aduanera implica que productos estadounidenses con arancel preferencial ingresados a Argentina podrían luego circular libremente hacia Brasil, lo que resultaría en un conflicto con el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, particularmente reticente a flexibilizar las reglas del Mercosur.
El estancamiento del Mercosur y las oportunidades perdidas
El Mercosur enfrenta hoy un escenario de cuestionamiento interno y estancamiento en su agenda comercial externa. A pesar de haber alcanzado en 2019 un entendimiento técnico con la Unión Europea para un acuerdo de libre comercio, las tensiones internas en Europa y los reclamos proteccionistas de sectores como la agricultura francesa han impedido que se concrete su ratificación. Por otro lado, iniciativas como el acuerdo con Singapur, cerrado en 2023, son la excepción en un bloque que aún depende de una estructura rígida como unión aduanera imperfecta.
Esta idea, promovida en su momento por Uruguay y Paraguay, ha sido rechazada por Brasil, que busca preservar los principios de integración colectiva del bloque. Mientras tanto, países como China aprovechan el contexto para avanzar en acuerdos estratégicos con Brasil, desplazando a Estados Unidos como proveedor de productos como el sorgo.
La postura de la Cancillería Argentina con respecto al Mercosur
En una entrevista en Todo Noticias, el flamante canciller argentino, Gerardo Werthein, enfatizó que las intenciones del presidente se basan principalmente en la búsqueda de un camino donde puedan proliferar la concreción de acuerdos de libre comercio. A su vez, destacó que dentro del poder legislativo de los Estados Unidos se está discutiendo un proyecto de ley bi-partisano denominado “Americas Act”, el cual tiene como objetivo la apertura del tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC, anteriormente NAFTA), permitiendo así la entrada de nuevos miembros mientras estos logren cumplir con ciertos requisitos.
Aun así, dentro de la República Argentina sí sería necesario el uso del aparato legislativo para poder aprobar la adhesión de nuestro país a un tratado internacional, junto con la manera de sobrepasar las barreras impuestas por el Mercosur.
Actualmente, el gobierno de Javier Milei se encuentra analizando las ventajas y desventajas de pertenecer al bloque económico regional, donde buscará sentarse con los otros miembros del bloque (Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia) para así discutir la apertura del bloque o la flexibilización en términos de negociación, donde no constituya un “corset” que limite el crecimiento de los países y particularmente la balanza exportadora argentina, que, según el canciller, representa un limitante al crecimiento económico argentino.
La geopolítica global y los desafíos argentinos
En un escenario global marcado por tensiones comerciales y transformaciones tecnológicas, Argentina debe enfrentar sus propios desafíos estructurales para mejorar su competitividad internacional. Analistas como Marcelo Elizondo destacan que el 70% del comercio mundial ocurre sin aranceles, mientras que Argentina sigue limitada por costos logísticos, demoras en la devolución del IVA y barreras fiscales como las retenciones a las exportaciones.
Más allá de las coincidencias ideológicas entre Milei y Trump, los intereses materiales serán el factor determinante en cualquier negociación. Según analistas, Estados Unidos podría optar por apoyar financieramente a Argentina a través del FMI o el BID, una estrategia menos costosa políticamente y más acorde con sus prioridades internas. Sin embargo, cualquier intento argentino de avanzar en acuerdos comerciales significativos requerirá no solo superar las restricciones del Mercosur, sino también garantizar una agenda de reformas estructurales que respalde su posición en un mercado internacional cada vez más competitivo.
¿Hacia un nuevo modelo de integración?
La posibilidad de un tratado de libre comercio con Estados Unidos, aunque aún lejana, abre el debate sobre la necesidad de repensar el modelo de integración económica de Argentina. Voces como las de Dante Sica proponen un “volantazo de 180°” en la relación con el Mercosur, adaptando el bloque a los desafíos de una economía global dinámica. En este sentido, acuerdos bilaterales estratégicos en sectores como el gas natural, el litio y la industria alimentaria podrían ofrecer una alternativa viable para diversificar los mercados argentinos sin abandonar completamente la estructura regional.
El futuro de la política comercial argentina dependerá de su capacidad para equilibrar la necesidad de modernización con el mantenimiento de relaciones clave, como la que tiene con Brasil. Aunque el camino hacia acuerdos bilaterales con grandes economías presenta múltiples desafíos, la discusión ya instalada marca el inicio de una nueva etapa en la estrategia internacional del país.
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