El real brasileño alcanzó mínimos históricos ante la desconfianza de los inversores por el plan fiscal del gobierno de Lula, con el que busca reducir el gasto en 12.000 millones de dólares.
La acelerada devaluación del real brasileño
La moneda cayó hasta un 1,1% al inicio de la jornada del jueves, situándose en 5,99 por dólar, por debajo del anterior mínimo intradiario de 5,97 por dólar registrado en mayo de 2020 durante la pandemia de Covid-19. En lo que va del año, el real brasileño acumula una caída del 19%, posicionándose como el peor desempeño entre las divisas de mercados emergentes.
Entre las medidas anunciadas por el ministro de Economía, Fernando Haddad, se incluyen restricciones al aumento del salario mínimo, límites a las remuneraciones altas de empleados públicos y mayores impuestos para quienes perciban ingresos superiores a 50.000 reales mensuales. Adicionalmente, el gobierno decidió eximir del impuesto sobre la renta a los salarios inferiores a 5.000 reales mensuales, lo que generó mayor pesimismo entre los operadores, quienes consideran que esta medida podría diluir el impacto fiscal del paquete.
En una conferencia de prensa, Haddad afirmó que elevar el umbral de exención para quienes ganan hasta 5.000 reales mensuales tendría un impacto fiscal estimado en 35.000 millones de reales (5.890 millones de dólares), pero que dicho impacto sería completamente compensado mediante medidas adicionales.
El creciente pesimismo en torno al déficit fiscal del gobierno de Lula
Según la propuesta gubernamental, aproximadamente la mitad de la compensación provendría de una mayor carga tributaria para los sectores de mayores ingresos. Aquellos con ganancias superiores a 600.000 reales anuales enfrentarían un incremento en su tasa impositiva efectiva, alcanzando hasta un 10% para quienes ganen más de 1 millón de reales al año. Actualmente, la tasa impositiva efectiva es del 4,2% para el 1% más rico y del 1,75% para el 0,01% más acaudalado, según datos oficiales.
El creciente pesimismo en torno al déficit fiscal de Brasil ha golpeado los activos del país. Desde que asumió la presidencia en 2023, Luiz Inácio Lula da Silva ha incrementado el gasto público con el objetivo de cumplir su promesa de mejorar las condiciones de vida de los sectores más vulnerables.
Además, las finanzas públicas han enfrentado una presión adicional debido a desastres como inundaciones sin precedentes, incendios forestales extendidos y una sequía histórica.
La creciente desconfianza en el compromiso fiscal del gobierno también ha repercutido en las expectativas de inflación, obligando al banco central a aumentar las tasas de interés justo cuando la Reserva Federal estadounidense comienza a flexibilizar su política monetaria. Las tasas de swaps han subido, lo que sugiere que las autoridades deberán seguir ajustando las tasas para contener el deterioro de las perspectivas económicas.
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