En medio de los intentos de la Fuerza Aérea de EE.UU. (USAF) para reducir los costes de su programa NGAD, la Armada estadounidense estaría decidida a proceder de forma independiente con su propio caza de sexta generación, a saber: el hasta ahora denominado F/A-XX. De esta manera, se rompe la dinámica anunciada en diversas ocasiones por autoridades de la USAF, en la que se afirmaba que ambos desarrollos estaban profundamente interconectados.
La novedad fue dada a conocer por el contralmirante Michael Donnelly de la Armada de EE.UU., quién se desempeña como director de la división de guerra aérea de la Oficina del Jefe de Operaciones Navales, durante una entrevista concretada con el medio especializado Aviation Week. Durante dicha ocasión, también fue indicado que el programa actualmente se encuentra evaluando las propuestas de tres fabricantes para su caza de sexta generación, siendo compuesta la lista por Boeing, Lockheed Martin y Northrop Grumman.
Cabe recordar en este punto, que la Armada de EE.UU. pretende que su futuro F/A-XX pueda establecerse como el reemplazo de sus actuales aeronaves F/A-18E/F y EA-18G (su variante de guerra electrónica), funcionando con el complemento que serían los cazas de quinta generación F-35C que aún están siendo incorporados. Si bien no se conoce aún que estructura tomará el diseño independiente de la US Navy, si han sido afirmadas algunas cuestiones que permiten pensar en los cambios mas importantes del mismo en relación a lo que sabíamos hasta el momento.
En ese sentido, el contralmirante Donnelly destaca inicialmente que uno de los principales aspectos a ser modificados será el sistema de propulsión del caza, revelando las intenciones de separarse del actual programa de Propulsión Adaptativa de Próxima Generación (NGAP) para abocarse a un diseño derivado. Puesto en sus propias palabras: “Estamos considerando una solución de motor más bien de tipo derivado (…) Ese es solo un ejemplo en el que probablemente nos diferenciamos en muchos aspectos de la Fuerza Aérea. En general, son dos programas únicos desde el punto de vista de la adquisición y también de cara al futuro, por lo que en este momento somos relativamente independientes el uno del otro.“
Agregado a ello, otra de las divergencias entre programas sería hallada en materia de la función que ambos sistemas habrían de cumplir una vez entrados en servicio, mientras que la USAF propone un avión destinado a la lograr la superioridad aérea, la Armada de EE.UU. buscaría apostar por un modelo polivalente. Nuevamente en palabras de Donnelly: “El objetivo principal de su diseño es poder realizar disparos de largo alcance, control marítimo y ese tipo de misiones. Su diseño incluye la capacidad de participar en la defensa de la flota. No podemos permitirnos tener una capacidad enfocada unicamente en una sola misión o fase de operación.“
La tercera diferencia importante en relación al programa NGAD, residiría en si finalmente el F/A-XX buscaría ser una aeronave tripulada o no, resultando este también uno de los debates importantes para el programa de la USAF en términos de reducción de costes. Originalmente, los planes de la US Navy estipulaban que el nuevo caza de sexta generación habría de contar con variantes de ambos tipos (al igual que estaba previsto para el NGAD), aunque ahora se estaría apuntando a una única versión que si sería tripulada; acorde a lo afirmado por Donnelly el avión sería el punto de quiebre previo a realizar la transición a un modelo no tripulado para conformar alas embarcadas híbridas.
El programa enfrenta sin embargo una importante serie de obstáculos, siendo uno de los principales la ya mencionada cuestión presupuestaria, tal y como ocurre con el mencionado NGAD. Siguiendo esa línea, resulta útil destacar que en sus planes para 2025 la Armada estadounidense destinaría una cantidad considerablemente menor al desarrollo del F/A-XX, lo que puesto en números concretos se traduce en un 67% menos que el año anterior. En otras palabras, el programa pasó de disponer de 10.300 millones de dólares a a sólo 3.300 millones; aún se está a la espera de un impulso de 450 millones de dólares votado por el Senado de EE.UU., que de todos modos no cambiaría radicalmente la observación.
*Imagenes empleadas a modo ilustrativo
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