La Guerra en Ucrania ha puesto en peligro al ambicioso plan de modernización de la Armada Rusa

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Tras más de dos años de guerra entre Ucrania y Rusia, la Armada de esta última estaría enfrentando importantes desafíos para llevar a cabo su amplio proceso de modernización, el cuál lleva más de 15 años en curso y tiene como finalidad recuperar sus capacidades y prestigio al nivel previo a la caída de la Unión Soviética. Sin lugar a dudas el proceso ha dado algunos frutos hasta el momento, especialmente en materia submarina con el lanzamiento de la avanzada clase Severodvinsk (Yasen) de propulsión nuclear, pero todo indicaría que no será sostenible en el tiempo mientras la guerra siga su curso.

Esta ha sido la aseveración del autor H. I. Sutton en un reciente artículo publicado en el medio especializado Naval News, arguyendo que ya se han de notar los diversos desafíos políticos y financieros que enfrentaría Moscú para sostener la mencionada modernización de la Armada Rusa, causando ello que: “la futura marina rusa pueda conservar algunos activos de alta tecnología, en particular submarinos avanzados, pero es probable que su influencia general en el mar disminuya“.

Resulta de utilidad recordar, que el ambicioso programa ruso comienza a mediados de la década del 2000′, siendo seleccionados para el programa los mejores buques de la antigua Armada soviética para ser moderinzados y lanzados un amplio abanico de nuevos proyectos para dar un salto de capacidades. En ese sentido, con especial énfasis a partir de la década del 2010′, fueron integradas en los antiguos buques nuevas armas y sensores, destacando los misiles de crucero Kalibr y los misiles hipersónicos Zircon.

En términos de los submarinos, la principal baza del programa del Kremlin, fueron encargados hasta 12 nuevas unidades; tornándose una de las prioridades para las adquisiciones del Ministerio de Defensa. No obstante, buena parte de las entregas sufrieron importantes demoras, las primeras de ellas observables incluso antes de la invasión iniciada en 2022. Agregado a ello, Moscú carga en su haber con una fallida clase de submarinos denominada Lada, manteniendo limitada su producción en favor del desarrollo de la vieja clase Kilo con algunas nuevas modificaciones; sosteniendo una considerable cantidad de pedidos para exportación, pero quedando relegados en términos técnicos en comparación a sus pares chinos y occidentales.

La cosa no hace más que empeorar con el desarrollo prolongado y costoso de la guerra en Ucrania, considerando que en el conflicto han tomado mayor preponderancia las plataformas de artillería y los drones, situación que requiere un cambio de foco desde un punto de vista de la planificación presupuestaria y productiva. Acorde a expertos occidentales, los últimos meses han brindado señales de desesperación dignas de ser consideradas, siendo el ejemplo más claro el que Rusia haya buscado en Corea del Norte obúses, municiones y misiles; también unos cuántos miles de soldados.

Las consecuencias ya se pueden observar en términos concretos, especialmente a través de dos de los principales proyectos de modernización de la flota de superficie rusa, a saber: el portaaviones Almirante Kuznetsov y el crucero nuclear Admiral Nakhimov. En el primero de los casos, no sólo se trata de un problema de costos, sino que también de personal; fuentes OSINT recogen que buena parte de su tripulación ha sido desplegada en combate. Por su parte, el crucero clase Kirov enfrenta retrasos aún mayores, siendo su vuelta al servicio una de las principales promesas del programa de modernización, aunque esta se realiza desde el 2008 sin los resultados esperados.

Esto último no es un dato menor, en tanto el programa parecería haber entrado en un importante estancamiento de dificil solución y por tanto, pasado a ser un asunto propagandístico más que estratégico. El propio crucero Nakhimov lleva alrededor de 25 años sin navegar, previéndose que lo haga por primera vez dentro de los próximos meses. Lo hará sin su reactor nuclear en funcionamiento.

Por lo pronto, cabe mencionar que la Armada Rusa ha recibido en los tiempos recientes un nuevo lote de dos submarinos nucleares para su flota del Pacífico: el Emperador Alejandro III y el Krasnoyarsk, de las clases Borei-A y Yasen-M respectivamente. A su vez, dicha flota prevé la incorporación de la nueva corbeta Rzhev de la clase Karakurt, fabricada por la United Shipbuilding Corporation en su astillero Amur. Sumado a la producción de estos modelos, el astillero Ak Bars estaría trabajando en la instalación de nuevas capacidades en los buques de la clase Proyecto 22160, dado que se pretende adaptarlas al conflicto con Ucrania en detrimiento de la función original de las mismas, el patrullaje marítimo de las aguas territoriales. Ninguno de estos proyectos es de la magnitud de los antes mencionados.

*Imagenes empleadas a modo ilustrativo

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