El Pentágono ha destinado una inversión de 13.000 millones de dólares a sus planes para adoptar tecnologías del sector comercial, asignando una parte significativa de estos recursos en satélites de órbita baja.
La nueva inversión del Pentágono en satélites
Este aumento en el gasto en servicios satelitales comerciales representa un cambio significativo, ya que el contrato PLEO (Proliferated Low Earth Orbit) pasó de 900 millones de dólares a 13.000 millones en solo una década. A diferencia de los métodos tradicionales de adquisición militar, este contrato permite a los proveedores mayor libertad para adaptar sus servicios a las necesidades de los clientes, sin las restricciones de especificaciones gubernamentales estrictas.
En el sector, muchas empresas ven con interés la posibilidad de que este enfoque se extienda a otros programas espaciales militares. Sin embargo, los procesos de adquisición tradicionales son difíciles de transformar. Aunque se han logrado avances en la integración de capacidades comerciales, persisten desafíos significativos.
Ejecutivos de la industria espacial continúan señalando una brecha entre el compromiso declarado del Pentágono con la innovación comercial y las prácticas de adquisición que, en realidad, lo dificultan.
Los diferencias entre el sector de defensa y el espacial comercial
A finales de 2022, Frank Calvelli, subsecretario de la Fuerza Aérea para Adquisiciones Espaciales, abogó por simplificar los procesos de adquisición mediante contratos de precio fijo y líneas de producción estandarizadas. No obstante, en la práctica, los compradores del Departamento de Defensa siguen exigiendo configuraciones personalizadas de satélites, incluso en contratos de precio fijo, según comentaron los asistentes al Simposio MilSat en Mountain View, California.
“Lo que vemos es un aumento constante de los requisitos” que termina por obstaculizar las eficiencias buscadas, explicó Debra Facktor, directora de Airbus U.S. Space Systems. Esto deriva en retrasos en las entregas y mayores costos para los proveedores, quienes deben absorber gastos adicionales bajo contratos de precio fijo.
Por su parte, Jonny Dyer, CEO de la startup de satélites Muon Space, mencionó que existe una división cultural entre el enfoque conservador y adverso al riesgo del sector de defensa y la filosofía iterativa del sector espacial comercial. Según Dyer, los compradores gubernamentales tienden a pensar que las empresas prefieren contratos de costo más margen para mantener márgenes de ganancia estables.
Sin embargo, Dyer afirmó que las compañías puramente comerciales prefieren acuerdos de precio fijo, similares a los que ofrecen a otros clientes. “El costo más margen impulsa una mentalidad completamente diferente” que obstaculiza la rapidez y eficiencia. Agregó que las cargas regulatorias y los incentivos de los modelos tradicionales de contratación van en contra del objetivo del Pentágono de adoptar la innovación del sector comercial.
Las empresas aún no tienen lineamientos claros
Aunque el Departamento de Defensa y la Fuerza Espacial han emitido estrategias generales para integrar el sector comercial, carecen de lineamientos específicos que permitan a las empresas alinear con confianza sus desarrollos. Esta falta de claridad dificulta la creación de tecnologías de doble uso para los mercados militar y civil, generando incertidumbre entre los inversores privados sobre el potencial a largo plazo.
El general retirado David “DT” Thompson, ex subdirector de Operaciones Espaciales, subrayó la necesidad de contar con “declaraciones claras y planes más definitivos sobre hacia dónde vamos en el futuro y cómo vamos a utilizar ciertas cosas”. Sin esta alineación, comentó a SpaceNews, las empresas comerciales serán reticentes a comprometer los recursos necesarios para satisfacer las demandas militares.
Ante estos problemas, las autoridades de la Fuerza Espacial han iniciado conversaciones con capitalistas de riesgo para comprender mejor las preocupaciones del sector privado. Paralelamente, la Unidad de Innovación de Defensa (DIU), creada para conectar los sectores comercial y militar, ha intensificado sus esfuerzos para integrar soluciones comerciales en los programas de defensa.
Una propuesta destacada es la estrategia de “arrendamiento ancla” sugerida por Sam Wilson, analista de la Corporación Aeroespacial. Este modelo permitiría al Pentágono actuar como cliente principal de los productos o servicios de una empresa, impulsando su desarrollo mientras aprovecha las eficiencias comerciales y mantiene el control operativo.
En resumen, el Pentágono enfrenta la necesidad de transformar sus prácticas de adquisición profundamente arraigadas. Si bien el contrato PLEO representa un avance significativo, los sesgos culturales persisten. En un sector tan estratégico como el espacio, es crucial que Estados Unidos logre equilibrar la burocracia con la innovación del sector privado.
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