¿Qué sucedería si China lanzará una gran cantidad de misiles balísticos contra las fuerzas de Estados Unidos en el Indo-Pacífico?
Un análisis reciente explora cómo China, con su creciente capacidad de combate a larga distancia, podría infligir daños significativos a las fuerzas estadounidenses y aliadas en la región del Indo-Pacífico. El autor sugiere que, aunque Estados Unidos mantiene una ventaja tecnológica, la capacidad de reponer sus recursos, debido a las vastas distancias del Pacífico, sería crucial para contrarrestar este tipo de ataque.
En esa misma línea, plantea que el uso de los stocks de misiles estadounidenses para ayudar a otras naciones, como Israel, podría ralentizar la reposición, lo que proporcionaría una ventaja estratégica a adversarios como China, Corea del Norte o Rusia en caso de un conflicto futuro.
El desafío logístico y alianzas clave de Estados Unidos
La solución, según el análisis, radica en profundizar las alianzas y asociaciones internacionales. Iniciativas como el Partnership for Indo-Pacific Industrial Resilience (PIPIR) jugarían un rol clave al fortalecer la resiliencia industrial y la capacidad de respuesta de EE. UU. y sus aliados. Si se ejecuta eficazmente, esta integración no solo aumentaría la producción de sistemas de defensa, sino que también garantiza una provisión rápida de recursos a socios clave como Taiwán, Corea del Sur o Filipinas en tiempos de crisis.
Además, el PIPIR permitiría a Estados Unidos y sus aliados compartir tecnología militar avanzada, familiarizando a las naciones del Indo-Pacífico con las variantes de sistemas estadounidenses, algo vital para una coordinación efectiva frente a amenazas en la región.
La distancia es una de las cuestiones que más atrasa a Estados Unidos, con lo cual la iniciativa del PIPIR daría la capacidad de ofrecer suministros adicionales a las fuerzas de Estados Unidos, más allá de los depósitos tradicionales, y la posibilidad de reducir significativamente los tiempos de entrega mediante la coproducción en la región. Esto no solamente aligera los desafíos logísticos, sino que también reduce las ventajas que China tiene en zonas de acceso restringido y áreas A2/AD.
Por último, el análisis concluye que teniendo en el foco el PIPIR, Estados Unidos debería tener tres prioridades: contabilizar las capacidades y deficiencias actuales, estandarizar los sistemas de armas críticos entre los participantes y obtener garantías o compromisos privados para el uso de los sistemas producidos en caso de crisis.
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