Los eventos climáticos extremos están aumentando en intensidad y devastación: pérdida de vidas humanas, desplazamiento forzado, falta de acceso a servicios básicos y daños materiales significativos. Esto se detalla en el último informe de la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés) sobre el Estado de los Recursos Hídricos Mundiales. Este informe destaca el impacto de los fenómenos hidrológicos como sequías e inundaciones. En el caso del Sudeste Asiático, se caracteriza por oscilaciones entre condiciones de sequía, calor extremo e intensas precipitaciones superiores a los valores normales, debido al cambio de ciclo del fenómeno meteorológico de La Niña por El Niño a finales de 2023.
En lo que refiere a este tema, hace un mes, el tifón Yagi causó devastación en Vietnam. Según la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja, más de 200 personas perdieron la vida, 235.000 hogares fueron destruidos y las pérdidas económicas ascendieron a 1.6 millones de dólares. El tifón también tuvo efectos significativos en Filipinas, Laos, Myanmar y Tailandia.
La población percibe que el riesgo es alto. Una encuesta sobre las Perspectivas Climáticas en el Sudeste Asiático, publicada en septiembre de 2024, revela que cerca del 60% de la población encuestada de los países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) cree que serán muy afectados por el cambio climático en los próximos diez años. Entre los impactos percibidos como los más graves se encuentran las inundaciones, las olas de calor y los deslizamientos de tierra provocados por intensas lluvias.
El 11 de octubre finalizó la cumbre de la ASEAN junto a socios externos. Además de discutir los desafíos geopolíticos, económicos y comerciales, algunos líderes han enfatizado la necesidad de poner en agenda las estrategias comunes para abordar los efectos del cambio climático en la región. Entre ellos se encuentran la primer ministra tailandesa, Paetongtarn Shinawatra, y el primer ministro vietnamita, Phạm Minh Chính, ambos de países gravemente afectados por el paso del tifón.
El presidente de Filipinas, Ferdinand Marcos Jr., hizo mención al cambio climático y agregó un tema clave para la región como la seguridad alimentaria, para lo cual llamó a “adoptar prácticas agrícolas sostenibles”. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), se estima que entre 2021 y 2023, 51 millones de filipinos experimentaron inseguridad alimentaria moderada a severa.
Aún frente a los avances de la región, el mismo informe de la FAO revela que Myanmar, Indonesia y Vietnam tienen cifras por encima de los 10 millones de personas que sufren inseguridad alimentaria. Los estudios prospectivos sobre el cambio climático sugieren que, en los próximos años, podrían aumentar los precios de los alimentos y los costos de producción, así como afectar la cadena de suministro.
Desde la Organización Mundial de la Salud, también se advierte sobre la posible aparición o incremento de enfermedades transmitidas por los alimentos y el agua debido a los fenómenos meteorológicos extremos. Sobre este tema, en Tailandia, a causa de las recientes inundaciones, se alertó a la población por el aumento de los casos de leptospirosis, bacteria de origen animal, y melioidosis, una bacteria presente en el agua y alimentos contaminados que, de no tratarse a tiempo, puede derivar en la muerte.
Los datos sobre la creciente desigualdad y disparidad entre comunidades de los países del Sudeste Asiático, junto con la percepción de la población frente a los riesgos climáticos, resaltan la necesidad de buscar acciones concretas y conjuntas en una de las regiones más vulnerables al cambio climático.
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