Las misiones de interdicción contra las aeronaves del narcotráfico, suspendidas en el año 2001, podrían reiniciarse en forma efectiva a partir del próximo año 2025, con la activa participación de los medios de combate a cargo de la Fuerza Aérea del Perú (FAP), incluyendo a los turbohélices KT-1P “Torito”.
Según informó la Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA), la FAP junto a la Dirección Nacional Antidrogas de la Policía Nacional (DINANDRO PNP) y el gobierno de los Estados Unidos, están avanzando a todo vapor en la implementación del acuerdo, tanto de la parte operativa como de la normativa.
Ante tal escenario, el medio ideal para asumir este nuevo desafío en los aires es, por el momento, este moderno turbohélice surcoreano, que fue coproducido en el Perú por su fabricante, KAI (Korea Aerospace Industries), y el SEMAN SAC en sus talleres de la Base Aérea Las Palmas en Lima, entre los años 2014 y 2016.
Los “Toritos” forman parte de la Escuela de Formación de Pilotos No. 51 (EFOPI), basada en el desaparecido Grupo Aéreo No. 51, que por décadas estuvo dedicado a la instrucción inicial y paralelamente a la lucha antidrogas, con sede en la Base Aérea “Capitán FAP Renán Elías Olivera” (Pisco), a 237 kilómetros de Lima.
Las 20 unidades disponibles, actualmente se emplean en las funciones de abordaje primario de vuelos para las jóvenes tripulaciones, luciendo un esquema cromático de alta visibilidad en blanco y anaranjado, así como de apoyo ligero y ataque táctico (KA), con un camuflaje militar de dos tonos de gris claro y oscuro.
La EFOPI 51 y sus KT-1P ya han tenido experiencia de guerra no convencional de baja intensidad, con misiones reales de ataque y bombardeo a las guaridas de la banda terrorista “Sendero Luminoso” en la selva central, quien luego de su desmantelamiento y consiguiente abandono de la “lucha de clases” se transformó en elemento de seguridad de los campamentos de producción de pasta básica y clorhidrato de cocaína.
En cuanto a la interdicción pura, la FAP empleó hasta hace más de una década a sus aviones de contrainsurgencia Cessna A-37 “Dragonfly” del Grupo Aéreo No. 7 (Piura), conocidos localmente como “Sapitos”; y de ataque ligero Embraer EMB-312 “Tucano” del Grupo Aéreo No. 51 (Lima), en ambos casos patrullando la zona del Alto Huallaga y de la región Loreto, monitoreados por medios electrónicos de los Estados Unidos.
Al desactivarse unos y otros, esta función fue encargada por un tiempo a los más potentes Sujoi Su-25 del Grupo Aéreo No. 11, que inclusive participaron en los entrenamientos conjuntos y combinados organizados con las fuerzas aéreas de Brasil (Per-Bra) y de Colombia (Per-Col) en la frontera amazónica del Putumayo.
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