Megapuerto chino en Perú desafía hegemonía de EE.UU. y buscar redefinir las rutas comerciales sudamericanas

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En las costas de Chancay, a unos 80 kilómetros al norte de Lima, se está gestando una revolución logística que amenaza con alterar el equilibrio geopolítico en América del Sur. El gigante asiático China, a través de su empresa naviera Cosco, está levantando un megapuerto de aguas profundas que no solo promete redefinir las rutas comerciales del Pacífico, sino que también desafía abiertamente la influencia histórica de Estados Unidos en la región.

Con una inversión de 3.500 millones de dólares, respaldada por préstamos de bancos chinos, el proyecto del puerto de Chancay se perfila como una obra de ingeniería sin precedentes en la costa occidental sudamericana. Su calado de casi 18 metros lo convertirá en el único capaz de recibir los buques portacontenedores que hoy dominan el comercio marítimo global, permitiendo el envío directo de mercaderías entre Perú y China sin escalas intermedias en México o California.

La magnitud del emprendimiento es tal que se espera que el mismísimo presidente Xi Jinping lo inaugure a finales de este año, en lo que sería su primera visita al continente desde la pandemia. Este gesto no sería meramente protocolar, sino una declaración de intenciones sobre la relevancia estratégica que Pekín le asigna a Chancay en su proyección hacia América Latina.

La reacción de Estados Unidos

Para Washington, la perspectiva de que China controle lo que podría convertirse en el primer hub comercial genuinamente global de Sudamérica enciende todas las alarmas. La preocupación trasciende lo meramente económico y se adentra en el terreno de la seguridad nacional. Altos mandos militares estadounidenses, como la general Laura Richardson del Comando Sur, han manifestado su inquietud ante la posibilidad de que el puerto facilite aún más la extracción de recursos naturales de la región por parte de China y, eventualmente, sirva de punto de apoyo para el despliegue del Ejército Popular de Liberación en el “patio trasero” norteamericano.

El temor no es infundado. La legislación china obliga a sus empresas, incluso las comerciales, a considerar las necesidades de defensa nacional en sus operaciones en el extranjero. Esto podría traducirse en acceso preferencial para buques militares o en el compartir información sensible. Además, la experiencia internacional muestra que los navíos de guerra chinos han hecho escala en más de un tercio de los puertos que sus empresas poseen o gestionan alrededor del mundo.

Sin embargo, el avance chino en Perú también pone de manifiesto lo que muchos consideran una falla en la política exterior estadounidense hacia la región. Diplomáticos y analistas coinciden en que Washington ha descuidado sus vínculos con América Latina, concentrando sus esfuerzos en otras latitudes. “Es como un amigo muy importante que pasa poco tiempo con nosotros”, grafica el canciller peruano Javier González-Olaechea, quien a su vez remarca que si EE.UU. está preocupado por la creciente presencia china, debería aumentar sus propias inversiones.

Perú enaltece sus vínculos con China

En este contexto, Perú se encuentra en el ojo de la tormenta de la rivalidad sino-estadounidense. El país andino ha acogido con entusiasmo las inversiones chinas no solo en puertos, sino también en minería y energía eléctrica. De hecho, empresas del gigante asiático están próximas a controlar prácticamente toda la distribución eléctrica de Lima. Esta penetración multisectorial ubica a Perú como el quinto país del mundo más influenciado por China, según índices elaborados por think tanks.

La apuesta peruana por Chancay, no obstante, va más allá de la geopolítica y apunta a posicionar al país como un nodo central en el comercio transpacífico. El puerto promete acortar drásticamente los tiempos de navegación entre Sudamérica y Asia, abriendo nuevos mercados para las exportaciones regionales. Productores de arándanos, paltas e incluso empresarios brasileños ven en el megapuerto una oportunidad única para llegar con sus productos a los consumidores asiáticos.

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Fuente y créditos de las imágenes: The Wall Street Journal

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Equipo de redacción de El Estratégico

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